Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 8 – Otoño 2007
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

Cuando veáis a un hombre sabio, pensad en igualar sus virtudes. Cuando veáis un hombre desprovisto de virtud, examinaos vosotros mismos.

Confucio (551 AC-478 AC) Filósofo chino.

 

Dos de los premios más importantes, o con más prestigio (que no es lo mismo), que otorga Europa al mundo de la ciencia, el arte, las humanidades, etc, son el Premio Príncipe de Asturias y el Nóbel. Ambos coinciden en una cosa: se erigen como premio totales, es decir, abarcan un amplísimo abanico de materias. Ambos, también es verdad, son incapaces de evitar la polémica, innata, por otra parte, en este tipo de premios. A la subjetividad del jurado añadimos la importancia del premio y tenemos como resultado una buena dosis de polémica.

 

Pero no es de polémica de lo que vamos a hablar ahora, sino de premio y premiados. ¿Qué función tienen los premios? ¿sólo la de elevar la autoestima del premiado, amén de su cuenta corriente? ¿dar prestigio al que otorga el premio?.

Cuando hace ya casi dos años un grupo de “chalados” tuvimos la feliz idea de crear, bonita expresión, Ars Creatio, y con ella los concursos (léase premios) literarios, sabíamos muy bien a qué nos exponíamos. La polémica estaba servida, pero sólo había una forma de evitar tal situación: haciendo que nuestros concursos fuesen lo más justos posibles, escogiendo con tiento nuestros jurados, midiendo las bases de esos concursos hasta la última coma. En fin, tratando de hacer las cosas lo mejor posible.

Es muy difícil evitar susceptibilidades en este tipo de temas, pero hay una forma infalible de poder dormir bien por las noches: ser honesto con uno mismo. Por eso el mejor reclamo para un premio o un concurso no es el montante del galardón, sino la calidad de los trabajos premiados. Claro está que no se puede ser infalible, pero sí se puede ser sincero, aunque cueste trabajo.

En fin, desde Ars Creatio seguiremos apoyando los premios y los concursos, con Una imagen en mil palabras como buque insignia, para que la gente pueda disfrutar de unos trabajos premiados que colmen sus expectativas como lectores.