EDITORIAL

 

Foto: Joaquín Carrión (TORREVIEJA)

El verano es capaz de soñar por las noches, no ser nada si le faltan bicicletas y dejar flores como señuelo de su encanto.

El verano necesita más de una golondrina para poder hablarnos y nosotros a Vivaldi para oír su canto. Para inventar el calor, huir de los insectos e hipnotizar de la tormenta el llanto.

El verano se viste con la lenta melodía del descanso y el andar cadencioso de la luz engalanada con su traje de esplendor.

El verano es un libro abierto en la página del más desenfadado de los poemas.

El verano es seducción, embeleso, y con la verdad de sus mentiras damos las condolencias al malogrado inventor del amor fugaz.

El verano es el paisaje azul del cielo y el no menos azul de la mar. Es eco de grillos y chicharras y trajinar de las hormigas junto al vaivén de las hamacas.

El verano es sal, sol y arena. Es tertulia de amigos y guitarras. Es la luna vigilando las fogatas y San Juan brincando en Torrevieja una habanera.

El verano siempre, cuando ya desciendan las hojas hasta cubrir de ocre el suelo, será la fragancia que, evocando el hechizo de lo umbrío, nos empuje una vez más a mimar las ramas del jardín en invierno. Y así volverán a retoñar en julio con un abanico de rosas aireando la nostalgia de otro sueño de bicicletas pedaleando en una nueva noche de verano.

Bienvenidos a la lectura.