Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 3 – Verano 2006
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

Vivimos en el mundo cuando amamos.
Sólo una vida vivida para los demás merece la pena ser vivida.

Albert Einstein

Una de las primeras iniciativas de la Asociación Cultural Ars Creatio, junto con la aparición de una revista digital trimestral, fue la de organizar unas tertulias culturales. Estas tertulias se realizan en el Casino de Torrevieja, un marco incomparable para este tipo de eventos y que tan generosamente se nos viene cediendo desde hace mucho tiempo. En estas tertulias se plantea un tema con antelación (digamos un par de semanas) y los participantes se preparan algo relacionado con él pero aplicado a aquello que más les gusta. Por ejemplo, una de las últimas tertulias giraba en torno al tema de las ciudades, y hubo quien presentó el interior de un ordenador como si fuera una gran urbe. Esto es lo que hace interesante este tipo de encuentros: la variedad de gustos, opciones, preferencias. Pero siempre desde el respeto, desde esa posición que debe asumir aquel que lo único ( y no es poco ) que desea es APRENDER Y COMPARTIR.

No es fácil asumir el papel de alumno, ya que muchos son los que desean ser profesores. Hablar sentando cátedra viene siendo uno de los males más enquistados de nuestra sociedad. La acumulación de expertos que no dan su brazo a torcer, que siempre creen estar en posesión de la verdad, que hablan porque les gusta escuchar lo bien que hablan, es un tema que uno ya puede ver cuando estudia en una universidad. Obviamente sobra decir que esto es generalizar, y que hay muy buenos profesores o expertos que no cometen este pecado, pero todos saben de qué estoy hablando. Pero no hace falta llegar a un universidad para darse cuenta de este problema. Basta con encender la televisión y asistir al espectáculo de los programas de debates, esas supuestas tertulias donde se supone que los participantes asisten con el ánimo de APRENDER Y COMPARTIR. Nada más lejos de la realidad: posiciones enfrentadas, posiciones irreconciliables, posiciones inamovibles, posiciones antagónicas,... Todo este despropósito posicional puede resumirse en la posición incómoda a la que es sometido el espectador que contempla estos debates. Y ya no se trata de que todos deban pensar lo mismo, ni mucho menos; ni de que sea malo enfrentar dos tipos de pensamiento, ya que muchas veces en la historia se ha demostrado que el mejor camino para avanzar es contraponer dos ideas distintas. Hablo de algo tan nimio como el tono. Todos encumbrados en sus enormes tronos de oro, ya dispuestos desde el principio no a COMPARTIR Y APRENDER, sino a evitar que el contrincante les haga bajar de su privilegiada posición. Dudo que el paisaje que se pueda contemplar desde esas alturas sea tan maravilloso que no se intente siquiera mirar a otro lado.

Alguien dijo una vez, refiriéndose a los artistas y pensadores del Renacimiento, que eran enanos a hombros de gigantes. Esos gigantes eran Fidias, Platón, Aristóteles, Praxíteles, y una larga lista de maestros de la antigüedad. Los enanos (¡menudos enanos!) eran Miguel Ángel, Rafael, Leonardo, Donatello, Dante, ... Pues bien, si , por ejemplo, Miguel Ángel se sube a los hombros de Fidias (qué mejores hombros para Miguel Ángel) es mucho más que probable que el paisaje que vea desde semejante altura sea mucho mejor que el que ambos puedan ver por separado. Pero este “subirse a hombros de” sólo puede hacerse si se tiene el ánimo común de APRENDER Y COMPARTIR.

La necesidad que tuvo la Asociación Cultural Ars Creatio de recuperar las tertulias culturales no es sino una necesidad de recuperar el diálogo, es decir, la única forma posible para que las personas puedan entenderse. Un diálogo interdisciplinar que nos permita a todos enriquecernos y, por qué no, hacernos mejores personas. Huir de los monólogos es, hoy en día, una necesidad imperiosa para evitar futuros peligros. El diálogo debería ser un bien cultural protegido por la U.N.E.S.C.O.