Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 15 – Verano 2009
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja
"En el silencio ahogó su propia voz”
(Antonio Vega, Ángel caído)
Antonio Vega y Michael Jackson han muerto. Separados por miles de kilómetros, pertenecientes a culturas totalmente distintas, visiones extrañas para un mundo extraño, precoces fieras con instrumentos musicales con los que han grabado en las generaciones pasadas, presentes y futuras notas imborrables. Del segundo se ha hablado demasiado; del primero, demasiado poco.
No citaremos Chica de ayer, ni Atrás, ni Una décima de segundo. Todas ellas geniales; todas canónicas. Sólo hablaremos de dos discos en solitario que son capaces por ellos mismos de barrer con tanta basura disfrazada de música que pululan por ciertos programas y ciertas emisoras de radio. No me iré mañana fue el primer disco en solitario de Antonio Vega, tras la separación de Nacha Pop. Incontestable obra maestra, de una sensibilidad que quita el hipo a quien todavía pueda tenerlo; un puñado de buenas canciones, ritmos poperos y estribillos inspiradísimos. Y la presencia constante de una guitarra en estado de gracia. Nunca se ha hablado del talento de Antonio con este instrumento de forma clara. Era un magnífico guitarrista. Las letras, bellas a fuerza de ser sencillas. Por otra parte Anatomía de una ola, tercer trabajo en solitario de Antonio, es otra cosa. Grabado en Mallorca, el disco tiene una apariencia de disco liviano, etéreo, volátil. Nada más lejos de la realidad. Posiblemente muchas de las mejores canciones compuestas en este país durante la década de los noventa se encuentran en este disco. Una de ellas, Ángel caído, es una verdadera maravilla. Canción dedicada a Van Gogh, Ángel caído sólo necesita un pequeño arreglo de guitarra para hacerte levitar. Pero claro, era más interesante hablar (lo poco que se habló) de la chica de ayer, y no del chico que compuso Ángel caído.
Pero el caso de Antonio Vega no es aislado. Hace unos meses pasó lo mismo con Algora, de La costa brava, y dentro de unos meses pasará algo similar con un escritor, o con un pintor. Y ya no se trata del tan trillado “nadie es profeta en su tierra”. Se trata, simplemente, de que, como decía Juan Goytisolo, “vamos a menos”.