Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 34 – Primavera 2014
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

 

Iba a intervenir, porque siempre me han jodido el listillo y el prepotente. Tal vez, se deba a que fui un niño inocente y esa inocencia la aprovechaban algunos compañeros para reírse de mí, ¡pobre crédulo! Lo cierto es que se me llevaron los demonios, presenciando la escena.

Allí estaban los cinco listillos prepotentes, con esa soberbia característica del que cree saberlo todo, porque nada sabe. Allí, en aquel antro, estaban tomándole el pelo al que parecía un pobre desgraciado. Apoyados en la barra, con ademanes chulescos, seguían lo que parecía un rito diario. Le mostraban dos monedas: una, de peseta, y otra, de duro.

-¿Con cuál te quedas? -le decían, dándose codazos cómplices. El pobre infeliz se balanceaba a los lados, tocaba una moneda y luego otra, les miraba tímidamente, sonreía, oscilaba la cabeza, babeaba dubitativo. Cuando iba a intervenir, y seguro que a liarme a guantazos con ellos, el infeliz cogió la moneda de peseta y salió del antro tambaleándose. Su mirada se cruzó con la mía, me desconcertó.

-¡Jódete! -exclamaban entre risotadas-. ¡Si será burro, el tío! ¡Siempre coge la peseta, como brilla más…!

Cuando fui a por el coche, me lo crucé. Me acerqué a él. Intenté explicarle que la moneda de duro valía cinco pesetas, es decir, cinco veces más.

-Lo sé -me contestó-, no soy tan tonto; pero es que el día en que coja el duro se acaba el jueguecito y me quedo sin monedas.