Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 33 – Invierno 2014
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja



El éxtasis musical implica una vuelta a la identidad, a lo originario, a las raíces primarias de la existencia. En él sólo queda el ritmo puro de la existencia, la corriente inmanente orgánica de la vida. Oigo la vida. De ahí arrancan todas las revelaciones. La música empieza donde se acaba el lenguaje. (Emil Michel Cioran)


Ni qué decir tiene que la música, esa magia inefable que emociona e inspira palabras tan bellas como las que acabamos de leer, no deja indiferente a nadie. Crear música y escucharla son dos placeres que permiten acceder a la contemplación más sincera de la realidad, donde el hombre se sumerge como en una espiral ascendente en cuya cúspide se halla el tesoro más valioso: la felicidad. Sin embargo, en mi opinión, se precisa de una buena formación musical para poder vibrar con cada nota, un placer intelectual que descubrimos a cada paso que damos en la vida.

Permitidme que me presente. Me llamo María, un nombre sencillo y bastante común, aunque poco común fue para mí que una entidad tan renombrada como la Unión Musical Torrevejense depositara su confianza en mi persona para figurar como portadista en la publicación cultural de Santa Cecilia, en noviembre de 2013. Dicha responsabilidad fue lo que me confirió el impulso necesario para tratar de llevar a cabo tan bello cometido con el mayor acopio de sensibilidad. Vayan por delante mi gratitud y mi cariño.

Prosiguiendo con mi presentación, os diré que trabajo como profesora de lenguas en un centro de educación secundaria, privilegiada atalaya desde donde puedo divisar cómo unas raíces primarias bien particulares crecen a ritmo vertiginoso y se transforman en unos árboles repletos de vida llamados adolescentes. Debo confesaros que esta tarea no es tan sencilla como mi nombre, y creedme si os digo que la dificultad en seguir el ritmo a este derroche de energía in crescendo es el denominador común entre la mayoría de docentes. Pero sin duda alguna resulta muy gratificante transformarse cada día en cómplice y paciente batuta, sobre todo porque los músicos imberbes a quienes dirijo, a veces en improvisado concierto, entienden que confiar en las orientaciones de su director, en sus capacidades, y ofrecer lo mejor de sí mismos, es fundamental para componer su propia melodía de futuro. Por cierto, éste es el título que he elegido para la composición; a lo largo de esta exposición os desvelaré las razones de mi elección, el significado de las imágenes que aparecen en la misma y el mensaje de fondo que entraña.

Empecemos planteándonos una cuestión fundamental: ¿cuáles podrían ser las claves en las que deberíamos escribir las notas que compongan esa melodía de futuro que permita a nuestros hijos estar a la altura de los tiempos tan complejos en los que les ha tocado desenvolverse? Enrevesada pregunta que quizás necesitaría de una respuesta no menos compleja. Permitidme sin embargo que responda de manera sencilla y contundente: motivación, esfuerzo y conocimiento. Éstos son, a mi parecer, los pilares más sólidos en el proceso de aprendizaje, la base donde se asienta la verdadera clave para que nuestros jóvenes logren llevar siempre el compás en un mundo tan sumamente descompasado. Dichos pilares están representados en el collage por tres estrellas de mar de diferentes dimensiones, dispuestas en la parte superior, con la intención de remarcar que la clave del éxito profesional de nuestros estudiantes reside en una formación sólida en todas y cada una de las etapas de la vida. La estrella de mar simboliza la protección, la fertilidad, la vida, la energía femenina y la comunicación, y a lo largo de los tiempos ha sido usada en diferentes culturas como talismán protector. ¿Y qué mejor protección para nuestros hijos que ofrecerles una buena formación? De este modo serán capaces de sembrar su futuro y recoger los dulces frutos, ayudados de su propio esfuerzo.

Pero continuemos hablando de esfuerzo. En cuanto a las dos imágenes que aparecen en forma de claves de sol, situadas en la parte media e inferior de mi composición, respectivamente, fijaos en que se trata de unas carreteras muy particulares por donde circulan minúsculos vehículos que apenas podemos distinguir. Ambas representan esos lazos de comunicación tan necesarios para abrirnos al mundo y descubrir que somos capaces de llegar más allá de nuestro pequeño horizonte: la música y la amistad, confluencia de caminos, dos motivos de peso por los que, sin duda alguna, vale la pena esforzarse.

Todos vosotros, amigos de la UMT, recordaréis el esfuerzo que supuso viajar hasta Kerkrade, con la ilusión a cuestas, para intentar dar la máxima nota, como así fue. Regresasteis a Torrevieja cargados de ánimo renovado y de ilusión. Recogisteis el dulce fruto de vuestra disciplina y vuestro tesón, un merecido premio, un logro que siempre quedará grabado en vuestros corazones y en vuestro recuerdo. Por ello he querido destacarlo, simulando que una frágil muchacha arrastra con determinación tan preciado tesoro, orgullosa de haber logrado un sueño que creía inalcanzable.

Al hilo de estas reflexiones, deberíais saber que fue precisamente esta firme convicción la que me llevó hace algunos años a embarcarme con mis alumnos en un proyecto educativo donde la creatividad artística sirviera de resorte motivador para lograr algunos de mis objetivos, entre los que destaco la educación en valores. El siguiente paso fue dar forma a dicho proyecto valiéndome de la técnica artística del collage, consistente en pegar elementos diversos en un todo unificado. Aunque este término se aplica básicamente a la pintura, es sabido que por extensión puede referirse a cualquier otra manifestación artística.

En nuestro proyecto trabajamos fotografías sugerentes cargadas de simbolismo que, dispuestas de manera consciente y en una labor de equipo, debían transmitir mensajes que indujeran a la reflexión. La solidaridad, la superación personal, la paz o la tolerancia, entre otros, fueron temas relevantes que trabajamos en una aula-taller un tanto especial. El resultado no pudo ser más alentador, derivando en una original exposición de collages donde los valores humanos se erigían en claro referente para nuestros alumnos y, en general, para toda la sociedad.

Teniendo en cuenta los valiosos beneficios (inmateriales, por supuesto) alcanzados en el ejercicio de esta actividad extraescolar, se me ocurrió que el formato de mi composición fuera asimismo un collage cuyo mensaje pusiera de relieve la indiscutible importancia de la música, más concretamente de su continuidad, de su futuro. Además, ésta debía explicitar la importancia de los estudios musicales desde la niñez, por reforzar valores humanos que aportarán un granito de arena nada despreciable en el empeño de construir el mundo harmonioso que nos merecemos. Lamentablemente, todavía no existe en nuestro país una educación musical de peso en las escuelas primarias ni en las secundarias. Es incomprensible que todavía no seamos conscientes de que el niño está perdiendo la posibilidad de disfrutar de la música en toda su extensión, y es igualmente incomprensible que no se tengan en cuenta recientes estudios psicológicos que revelan cómo los niños más pequeños que incursionan en la música mejoran sustancialmente sus habilidades de razonamiento y resolución de problemas matemáticos, además de tener una mayor inclinación por ayudar a los demás, siendo más empáticos, a diferencia de aquellos que no tocan un instrumento o cantan.

Asimismo, la música es capaz de aumentar la capacidad de memoria y la concentración en los más pequeños, llegando a constituir una manera de expresarse que fortalece el aprendizaje y estimula su creatividad e imaginación. En suma, los hace más felices y capaces, por lo que no es difícil colegir que establecer la música como materia obligatoria en las escuelas haría del estudiante promedio un mejor estudiante y, ante todo, una mejor persona. Consecuentemente, esto supondría un bien para el ser humano que se manifiestaría en la sana mentalidad de las sociedades. El poder de la música para modificar la conducta social de los niños es pues un hecho constatado. Me parece que tenemos sobre la mesa razones de peso suficientes para apostar por su futuro.

Y he aquí precisamente el motivo por el cual en mi collage están especialmente presentes los niños. Uno de estos pequeños se halla sentado tocando una flauta cuyos mágicos acordes lograrán despertar de su sueño a la musa Euterpe, protectora de la música en la mitología griega, devolviéndola a la inocencia de su niñez. La musa se hallaba atrapada en la frialdad de una hierática copa de cristal que le impedía ser ella misma, una cárcel transparente repleta de insensibilidad que la imposibilitaba para desarrollar todos sus dones; sin embargo, el amor por la música del niño flautista la libera de su ostracismo, haciendo posible que una melodía de futuro en clave de ilusión resuene multiplicada y se eleve sobre la infinitud de un mar sereno que se detiene, absorto, a escucharla. Euterpe camina libre, poderosa, triunfante, sobre las aguas cadenciosas del Mediterráneo, al ritmo lento de su propia placidez, y un adagio de esperanza se escucha en la lejanía.

Vivimos rodeados de bellos sonidos, de música natural; a veces tenemos la sensación de que la naturaleza dirige una creación musical realmente única, ejecutada con especial precisión a la vez que improvisación, verdadera batuta que guía al músico en su magnífica ejecución. Si la observamos bien, percibiremos que las piezas del cosmos encajan, y que el Universo se asemeja a un gigantesco pentagrama donde todas las notas confluyen en perfecta harmonía. Todo esto es lo que he intentado transmitir en mi creación artística, donde hallaremos la belleza incomparable de un mar azul, inmenso, lleno de oportunidades, transmisor de calma, de serenidad, marco incomparable que, sin duda alguna, nos traslada a nuestra querida Torrevieja. En su extensión, casi sin límites, subyace la idea de lo indeterminado, lo infinito y lo insondable. Por ello domina toda mi composición, envolviéndola con la belleza de su especial cromatismo. Y aunque el azul se relacione con la tristeza y el frío, debemos conocer que es el color más profundo y más puro, después del blanco, el color del cielo que simboliza también la resolución, la fuerza y la verdad. Cuánta fuerza y resolución hay en el rugido del oleaje, cuánta serenidad en el suave murmullo de una ola que bisbisea silenciosa tras la fiereza de una inesperada tormenta. Qué contraste tan hermoso de sonidos nos ofrece la Madre Naturaleza.

La caracola es asimismo otro elemento natural presente en la composición. Inmersa en un entorno marino, es uno de los símbolos que más se repiten en el collage y en muchas de las culturas ancestrales. Por su belleza y su forma en espiral, expresa la unión espiritual e intuitiva del hombre con Dios. También simboliza la dinámica de la vida, el movimiento de las almas en la Creación, el sonido primigenio, origen de la materia y el Universo. Para los precolombinos fue algo más. Como instrumento musical tocado por sus dioses, se convirtió en el símbolo de lo inefable, centro de afecto como cáliz mediador para tratar de llegar a lo desconocido y lograr la paz de los pueblos.

He aquí algunas manifestaciones naturales de Euterpe, conocida también por «la muy placentera», «la de agradable genio» o «la de buen ánimo», una musa especialmente protectora en el arte de tocar la flauta que he querido representar rebosante de sensualidad y de belleza, acariciando las teclas de un piano cuyas notas se escucharán más allá de nuestras fronteras.

Es evidente que la belleza de la música debe ser compartida, que no puede ni debe ser ignorada, que sus efectos positivos son infinitos pues es sinónimo de libertad, de pasión, permitiéndonos experimentar una plenitud muy cercana a la felicidad. Escuchando música, la soledad se diluye y se impregna de emociones y buenos sentimientos; quizás sea una de las mejores terapias para aliviar las sombras que acechan al ser humano, inmerso en un mundo donde la humanidad deja mucho que desear.

Es hora pues de transformarnos, de cambiar nuestras conciencias, de liberarnos de todo aquello que nos hace infelices y nos impide volar, es hora de enfrentarnos a nosotros mismos y realizar cada uno de nuestros sueños, sin miedos que nos detengan y nos impidan crecer. La imagen que mejor representa dicho cambio en el collage es, sin duda alguna, la mariposa. Ésta representa el símbolo perfecto de la transformación en vida, del cambio o metamorfosis, un cambio doloroso que convertirá a una simple oruga en una hermosa mariposa multicolor, reencarnando todas las potencialidades del ser. Una vistosa mariposa que pasará de arrastrarse en la tierra a tocar el azul celeste del firmamento con una sensación de libertad y ligereza. Su significado psicológico es la posibilidad del hombre de renacer, de trascender sus limitaciones terrenales, elevarse a la luz mediante su propia transformación y alejarse de la temible soledad.

Es hora de concluir este paseo por la música y el arte dando paso a unos acordes de gratitud. Gracias, queridos amigos, por iluminar con vuestra música los momentos menos amables del ser humano. Gracias por permitir que vuestras notas fluyan y nos eleven hacia lo más alto, gracias por ayudar a recomponer los pedazos rotos del corazón, transformando nuestras lágrimas en sonrisas.


La música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu. (Miguel de Cervantes)

Portada de la revista de las fiestas de Santa Cecilia de 2013 de la Unión Musical Torrevejense