Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 31 – Verano 2013
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

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Paseando una noche por el dique

me encontr� a una familia de palique.

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Los cuatro, padre y madre e hijo e hija,

se daban a una ch�chara prolija.

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As� que papi y mami y nene y nena

largaban sin descanso en la faena.

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�Crey�rase que fue el silencio roto

de armar tantas personas alboroto?

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No tal, pues ni el andante ni la luna

oyeron pronunciar palabra alguna.

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Mas �c�mo habr� ocurrido evento an�logo

fluyendo sin sonido aquel tetr�logo?

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Siga leyendo y, a poco que aguarde,

del caso sabr� m�s pronto que tarde.

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Y el caso es que resulta que los tales

no usaban lengua ni cuerdas vocales.

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Est�ticos sus rostros cual esfinges,

hall�banse inactivas sus laringes.

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Se preguntar� usted, leyente amable,

que c�mo puede ser que as� alguien hable.

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Las conversaciones y su deriva

no brotaban de cuello para arriba.

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En verdad el asunto resid�a

en cierta parte que s� se mov�a.

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Por tanto, dej�ndonos ya de enredos,

vayamos al punto clave: los dedos.

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Porque la familia rompi� a charlar

al un�sono v�a dactilar.

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Sus dedos, evitando torpes cruces,

fren�ticos hurgaban entre luces.

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Estaban entregados al manejo

constante de un extra�o aparatejo.

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Al inquirir despu�s por el tecleo,

me enter� de lo que es un guasapeo.

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Ignoraba mi ciencia tan escasa

que existieran otras clases de guasa.

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Concedamos que con tal artificio

la gente parlotea sin bullicio.

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Pero ya ser�a un grave problema

aplicar a toda hora el sistema.

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�Maniobrar�n en comidas de empresa

con el trasto los de una misma mesa?

�

�Trocar�n los novios de amor henchidos

susurros por mec�nicos silbidos?

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Sin desdoro de t�cnicos avances,

no perdamos la voz en ciertos lances.