Donde siempre estéis,
recordad, por encima de sombras y torpezas:
mi ternura ahí está.
Fatigado mi cuerpo (mi amor jamás),
solamente quisiera en
la vida gozar de vuestra compañía.
Si eso fuera cierto, ¡qué felicidad!

Si supierais, mis niños,
la ilusión maternal, el
Sol de las alturas lograré yo alcanzar.
(Familiarizad siempre
mi sangre con la vuestra.
Recordadme un poquito
donde dulcemente pudiera quedar)