¿Tú me preguntas si te amo?...

¿Tú,

que has colmado mis días y mis noches?…

¿Tú,

que has derrotado a mi amiga y compañera,

aquélla a la que estaba acostumbrada,

SOLEDAD,

que era parte de mi vida,

con quien muchas noches dialogaba?…

¿Tú me preguntas si te amo?…

¿Tú,

que has logrado ver, detrás de mi apariencia,

la necesidad de afecto y de ternura?…

¡Pregúntales a los vientos

por qué soplan!

¡Pregúntales a las aves del estío

por qué vuelan!

¡Pero no me preguntes

por qué mis mejillas

se humedecen con el llanto!

Ya no soy libre,

porque mi espíritu

deambula por las noches

y mis hilos de plata se tensan

tratando de encontrarte en algún vado.

Ya no soy libre,

porque todo mi ser quedó atrapado…

Y así me encontrarás,

cuando la parca se detenga

delante de mi lecho,

le rogaré que espere,

que mi amor no tardará en llegar…

Y sé que cuando ocurra,

comentarás sonriendo…

“Perdona, amor,

me retrasé un momento,

pero gracias a Dios a tiempo estoy,

para verte caminar

sonriendo entre las nubes,

y cuando arribes a la estrella

que será tu residencia,

anotaré la dirección,

para que sin interrupción,

todas mis cartas lleguen…”

Y así,

en el sublime momento

en que comienza mi partida,

envuelta en perfumes y armonías,

me iré,

convencida de que el amor existe,

con la sensación de una reina destronada

que ha recuperado su corona…