Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 27 – Verano 2012
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

 

Nadie discute la importancia que han tenido los antibióticos en la lucha contra las infecciones producidas por los microorganismos patógenos. Pero su uso indiscriminado ha tenido una desagradable consecuencia: el incremento de las poblaciones de microorganismos resistentes a dichas sustancias.
Si uno analiza el agua residual de cualquiera de nuestras localidades, se encontrará con dos cosas. Una de ellas es que hay cantidades considerables de diversos antibióticos. La segunda es que también hay cantidades apreciables de bacterias resistentes a esos antibióticos. Y esas bacterias son resistentes porque tienen genes que codifican para dicha resistencia. Es decir, los humanos estamos diseminando a la vez tanto al agente de selección, los antibióticos, como los genes que pueden inactivarlos. Desde el punto de vista de la salud pública, esta situación puede conducir a un escenario bastante preocupante. Es lo que se conoce como “incremento de la evolucionabilidad de las poblaciones bacterianas por causas antropogénicas”.

¿Qué quiere decir eso? Si no hay cambios en el medio ambiente, a un ser vivo lo que le interesa es no cambiar su genoma. Supongamos un conjunto de bacterias viviendo en un medio acuático sin antibióticos. Estarán adaptadas a aprovechar las características de dicho ambiente y a dejar descendencia igualmente adaptada. Ahora supongamos que en dicho lugar aparece una determinada cantidad de antibiótico X. Como muchas otras propiedades biológicas, las resistencias a los antibióticos están codificadas en los genes. Así, aquellas bacterias que porten un gen que inactive al antibiótico X tendrán una ventaja sobre aquellas que no tengan dicho gen. Además, la descendencia de esas bacterias resistentes también portarán esa resistencia, ya que hay una transmisión genética vertical (ej: de madre a hija).
Pero, para complicarnos algo más las cosas, los genes que codifican para resistencias a los antibióticos suelen encontrarse en lo que se denomina “elementos genéticos móviles”. Lo que indica ese término es que ese gen puede ser transferido a otras bacterias, sean éstas de la misma o de distinta especie. Es lo que se denomina transferencia genética horizontal. Sólo las bacterias que tengan una información genética que les permita sobrevivir dejarán descendencia. Si en el medio hay muchos antibióticos, las que sobrevivirán serán las que tengan esos genes de resistencia, o las que sean capaces de adquirirlos mediante esos procesos de transferencia genética horizontal.
La transferencia genética horizontal no es frecuente, pero las poblaciones bacterianas son muy numerosas. Vamos a explicarlo con un ejemplo: es muy difícil que tirando seis dados saquemos un pleno al seis, pero si los tiramos un gran número de veces seguramente lo conseguiremos. Así que podríamos decir que las bacterias juegan a “lo que puede suceder, sucederá”.
¿Y eso qué significa para los humanos? Pues según un artículo publicado en la revista Trends in Ecology and Evolution, con nuestro comportamiento estamos ayudando a las bacterias a jugar a los dados, puesto que estamos imponiendo una dirección a la selección natural. Sólo aquellas bacterias que tengan altas velocidades de mutación, recombinación y transferencia génica lateral sobrevivirán al continuo estrés que supone que usemos de manera incontrolada los antibióticos. Las bacterias no sólo se harán resistentes cada vez más rápidamente, sino que también se incrementará su habilidad para desarrollar nuevos genes de resistencia. Eso es la “evolucionabilidad por causas antropogénicas”.

Acinetobacter baumannii

El caso paradigmático es la historia de la aparición de las cepas multirresistentes a los antibióticos de la bacteria Acinetobacter baumannii. Hace unas décadas esa bacteria era un patógeno oportunista que ocasionalmente producía infecciones hospitalarias fácilmente tratables. En la actualidad hay cepas que contienen lo que se llama una “isla de resistencia”, que consiste en un conjunto de 45 genes que codifican para resistencias a antibióticos o incluso a metales pesados como el mercurio y el arsénico. Por ello, las infecciones debidas a dicho microorganismo se han incrementado enormemente, llegando a afectar a decenas de miles de pacientes hospitalizados en todo el mundo.
Las consecuencias de ese escenario son impredecibles tanto para los humanos como para la biosfera, pero está claro que cuanto antes empecemos a tomar conciencia de lo importante que es usar correctamente los antibióticos, mucho mejor nos irá en el futuro.


Referencias bibliográficas:

Michael R. Gillings, H.W. Stokes. Are humans increasing bacterial evolvability? Trends in Ecology and Evolution. Vol 27, P:346-352, (2012).

http://en.wikipedia.org/wiki/Acinetobacter