Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 23 – Verano 2011
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

Abbie Lathrop era una maestra de Massachusets que tuvo que retirarse de su profesión debido al padecimiento de anemia perniciosa. Para ganarse la vida, en el año 1900 se le ocurrió abrir un negocio de venta de pequeñas mascotas, entre las que estaban incluidos las ratas y los ratones, para ser usados como material educativo en las escuelas. Comenzó usando una pareja de ratones y, para obtener más, permitía que hermanos y hermanas se entrecruzaran entre sí. De esa forma consiguió unos ratones con un alto grado de consanguineidad y muy parecidos entre sí.

Al cabo de unos meses, se sorprendió al comprobar que la mayoría de las órdenes de compra de roedores provenían de un instituto de investigación. Miss Lathrop no se limitó sólo a vender roedores. En una ocasión observó que uno de sus ratones había desarrollado un tumor y cayó en la cuenta de que ese animal podría ser un estupendo modelo experimental de dicha enfermedad. Actualmente, una gran mayoría de las líneas de ratones de experimentación usados en todos los laboratorios del mundo provienen de los ratones criados por Abbie Lathrop.


Ese origen común es una ventaja y un inconveniente. La ventaja es que esas líneas de ratón son consanguíneas, es decir, son genéticamente son muy homogéneas entre si. Eso quiere decir que lo observado en una determinada línea de ratón suele reproducirse en otra distinta (aunque no siempre). El inconveniente es que esa homogeneidad es una pequeña muestra de toda la diversidad genética que podemos encontrar en los ratones que viven en la naturaleza. Y eso es un inconveniente cuando se trata de buscar genes relacionados con la causa de alguna enfermedad, o con la lucha frente a las infecciones.


Tomemos por ejemplo la cepa de ratón denominada C57BL/6 (imagen superior). Cualquier biólogo la conoce como una de las cepas usadas rutinariamente en los laboratorios de genética, de inmunología o de bioquímica, y no es de extrañar que el primer ratón cuyo genoma fue secuenciado fuera un C57BL/6. Pero cuando se compara la capacidad de estos ratones de luchar frente a una infección con la los ratones silvestres, estos últimos ganan por goleada. ¿Por qué?  Pues porque la diversidad genética es una ventaja que permite a una población dada adaptarse de manera más eficiente a la presencia de un patógeno.


Por eso, en el año 2005, el Departamento de Energía de los Estados Unidos inició un proyecto muy ambicioso denominado “Collaborative Cross”. El objetivo era crear nuevas variedades de ratones que presentaran una mayor diversidad genética. Para ello tomaron cinco líneas “clásicas” y las entrecruzaron con tres líneas de ratones silvestres. Gracias a los diferentes cruces entre hermanos y hermanas, se ha conseguido barajar los genes de los ratones progenitores de forma que el proyecto ha comenzado a dar sus frutos. Se han obtenido 30 nuevas líneas de roedores.

Y esas líneas ya han sido utilizadas para identificar algunos genes involucrados en la defensa frente a patógenos. El científico Fuad Iraqi, de la Universidad de Tel Aviv, ha comparado la susceptibilidad a la infección por el hongo Aspergillus fumigatus en 66 líneas distintas de ratón. A. fumigatus es un moho que se encuentra frecuentemente en suelos y que puede provocar infecciones respiratorias graves en los humanos, sobre todo en aquellos que tienen algún tipo de inmunodepresión, como los pacientes de transplantes o los enfermos de HIV.


El doctor Iraqi comprobó que había roedores que sobrevivían tan sólo 4 días a la infección del hongo, pero otras razas llegaban a aguantar hasta 28 días. El siguiente paso fue analizar y comparar los genomas de los ratones “susceptibles” y “resistentes”. De esa forma identificaron una región del genoma que contenía un pequeño número de genes asociados a la resistencia frente a la infección por el hongo patógeno. Actualmente están intentando identificar cuáles de esos genes son los responsables de la resistencia. No sólo eso, también están intentando identificar otros genes responsables de resistencia frente a otros patógenos como la bacteria Klebsiella pneumoniae. Si el trabajo hubiera sido realizado utilizando las cepas de ratones “clásicas”, habrían tardado una década en conseguir estos resultados.


Los responsables del proyecto piensan que estamos a las puertas de una pequeña revolución, pues según los diferentes laboratorios vayan utilizando estas nuevas cepas de roedores nuevas relaciones y funciones genéticas serán identificadas.

 

Origen de la imágenes: Wikipedia

Bibliografía:
Ewen Callaway. How to build a better mouse. Nature. (http://www.nature.com/news/2011/110719/full/475279a.html)
Herbert C. Morse III. Origins of inbreed mice. Mouse Genome Informatics (http://www.informatics.jax.org/morsebook/chapters/morse1.shtml)
Michael B. Shimkin. A. E. C. Lathrop (1868-1918): Mouse Woman of Granby. Cancer Research. 35, 1597-1598. (http://cancerres.aacrjournals.org/content/35/6/1597.long)