Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número
22 – Primavera 2011
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

María Sentandreu
María Sentandreu dice que poesía es todo aquello que se esconde detrás del silencio. Había escuchado muchas definiciones de poesía, pero esta me parece preciosa. Y digo escuchado porque la oí de su propia voz en la presentación de su libro en Torrevieja, el 29 de abril del presente año.
Escuchar a María, leerla, es un acontecimiento que te sorprende por la sencillez y naturalidad con la que expresa los sentimientos humanos, muchos de ellos primigenios, gestantes del ser que está madurando y encontrando su sitio en la vida, como hacemos todos.
Es imposible leer a María y no sentirse identificado al momento con sus poemas. Con su claridad expresiva, dice lo que quiere, diciéndolo, sin retorcer el lenguaje, sin alambiques ni florituras. Por eso, versos sueltos, pequeñas estrofas extraídas de su poemario, se convierten en sentencias universales que cualquier persona ha experimentando en algún momento de su vida, al dirigir su mirada a la luna:
Nunca llegamos a la certeza
ni sí ni no,
todo es a medias.
La antítesis luna/claridad (luces y sombras) da sentido a los sentimientos contradictorios, y a la vez necesarios y complementarios, que son distintas fases emotivas a superar por cualquier individuo que tiene los pies en la tierra pero que sufre el amor y el desamor, el éxito y el fracaso, el deseo de abandonar y las fuerzas para seguir adelante.
Sus poemas, leídos en orden o alterados, son una catarsis, una lección de humildad. El lector universal, sin edad y sin género, se siente liberado, comprendido, acompañado.
La mirada de María hace un guiño a la ternura:
Me duele, me duele
haberte creído;
me duele, ¿sabes?
¡Yo te he querido!
El desengaño, la muerte, el naufragio, el superviviente, todo es transparente, no hace falta desentrañar el significado, no hay trampa ni cartón en la expresión del sentimiento, poderosamente humano, íntimo y verdadero, de cada uno de sus versos. A veces, María se encuentra Sin rumbo ni dirección y nos dirá:
Hago cosas sin querer,
digo sí pensando no
y río queriendo llorar
en escenarios de rencor.
Una noche oscura de luna lejana escribe:
La tristeza toma mi mano,
se hace amiga de la soledad
y mi alma, temblorosa,
muestra su debilidad.
Pero el ciclo vital continúa, la luna llena hace su aparición llenando de luz y optimismo, en el mismo poema, la pluma de la poetisa:
Ayer perdí la razón
dando mi vida al azar,
hoy soy superviviente
que cierra heridas con sal.
Incluso la ruleta de la fortuna, el azar que escapa de nuestras manos y nos hace parecer pasajeros sin rumbo, aparece en sus versos generando estrofas como las siguientes:
Vuelve a girar
nuestra ruleta,
los sentimientos
no corren, vuelan…
Tu voz, tu voz
naufragando en mis latidos;
mi corazón, un pasajero perdido.
Este desordenado recorrido por el poemario Eclipse de luna pretende que los versos de María penetren en la mente del lector causándole sensaciones de una empatía visceral, incontrolable. Leer los versos de Sentandreu invita a abrazar las palabras porque poseen el significado denotativo, primitivo, en estado puro. Sus manos creadoras huyen de connotaciones y analogías innecesarias que nublarían un sentimiento blanco.
A la vez, esta claridad de significado no resta arte, conocimiento y una arquitectura labrada con rigor, y con un afán de perfección, que da coherencia al poemario.
El dominio de los recursos estilísticos queda patente en cada poema. Veamos algunos de ellos.
Antítesis: lejos/cerca; vida/muerte; alma/cuerpo; reír/llorar; tener/perder; callar/hablar; franqueza/ traición; sufrimiento/felicidad.
Enumeraciones que invitan a la reflexión: un corazón callado, un deseo sin cumplir, un compañero abandonado.
Paralelismos que enfatizan el mensaje y lo llenan de fuerza: ya no sirven tus palabras, ya no eres mi amigo; no te pido disculpas, no te pido que me entiendas; decís que soy una chica problemática, decís mucho y no decís nada.
Interrogaciones retóricas que lanzan al aire sus pensamientos: ¿Será la suerte mi amiga?; ¿Qué queda ahora de aquellos días de mezclar fantasía y realidad?
Metáforas que se convierten en imágenes cuando se alargan en la estrofa: Una alegría alquilada compartida con el llanto; montañas mentales.
Y acompañando el poemario desde su inicio hasta el final, las metonimias que muestran pedazos de ella misma que se convierten en un todo al alcanzar el cénit poemático: tu voz, mi corazón, el alma, tus ojos, la mano, la mente, tu risa, mi espíritu.
La naturaleza participa celosa de la intimidad desgarradora de la autora y adquiere protagonismo en los poemas. Busco el sol, el día, tras la luna y la oscuridad, pero se resisten, hallo, en cambio: lluvia, rayos y truenos, viento, el jardín, piedras, rosas, y unas ramas rotas.
Y para acabar, la luz, metáfora polisémica e hiperbólica para despejar las tinieblas y dar paso al sol, a la razón, a la lucidez, a la paz, al sosiego que le llevan a la explosión sincera, sin tapujos, del verso final: ¡y vuelvo a ser feliz!
30 de abril de 2011
Bibliografía: Eclipse de luna, María Sentandreu. Ben-imprés Artes gráficas. Benigàmim, Valencia. 2010