Entre naranjos en flor y ruiseñores,

aromas y cantos de tu tierra natal,

transcurren tus primeros albores,

que darán paso a un poeta genial.

Tus pasos por la aireada sierra oriolana

contemplando su misteriosa naturaleza

despertaron en ti a una edad temprana

que la pasión por la poesía rondara tu cabeza.

Rodeado por un pequeño hato de cabras

bajo un árbol escribiste tus primeros poemas,

y alentado por un grupo de aficionados a las letras

vas aumentando tu pasión entre libros y tertulias.

Con más gana e ilusión que otra cosa

marchas de viaje a Madrid para hacer fama,

pero no es tu salida ni aclamada ni exitosa,

y vuelves al pueblo y encuentras a tu amada.

Con ocasión de una obra publicada

Madrid por segunda vez te acogería,

y sin dejar de pensar en tu Josefina amada

pronto al gran poeta el mundo descubriría.

Mala época elegiste para escribir tu obra,

porque en las guerras, aparte de las armas,

también hacen mucho daño las palabras,

que a las personas enardecen y alientan.

Otros tantos como tú te precedieron

y en ellas mucho tiempo estuvieron,

y turistas de ellas como tú fueron

hasta que su salud faltó y murieron.

Versos escritos por el centenario celebrado

al que calzando esparteñas en la tierra hacía su labor,

y al cual tu tierra y tus gentes orgullosas

gracias te damos por tu obra, poeta pastor.