Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 19 – Verano 2010
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

 

                                    

A veces el horizonte se vislumbra demasiado lejano e inalcanzable, y nos invade un sentimiento de desaliento que puede desembocar en tragedia. Es entonces cuando comprobamos que los ángeles existen y que se hacen llamar seres queridos.



-Buenos días, cielo… ¿Por qué no abres las ventanas? Te conviene respirar aire puro. ¿Has podido descansar? Veamos… Esos ojillos cristalinos me dicen que la tormenta todavía no ha amainado…

-Apenas he dormido hoy; para colmo, mi maquillaje se niega a ser mi cómplice y se ha dado a la fuga. Este avezado encubridor de fatigas me ha vuelto a traicionar; últimamente, cuando se trata de disimular, se me pone díscolo… Como sabe que la hipocresía no es santo de mi devoción…

-Las penas del corazón no pueden disimularse, mi amor. ¿Ves lo que ocurre cuando dedicas tu tiempo a causas perdidas? Ya te lo decía yo: debes ser más cauta si quieres librarte de congojas innecesarias... Guarda tu corazoncito en un lugar seguro, para que nadie lo dañe. A estas alturas deberías saber que la nobleza y la generosidad duelen cuando muestran su rostro a plena luz del día, ante ojos cegados por el egoísmo. Bueno, dejémonos de melancolías y vayamos a dar un paseo junto al mar. Seguro que nos hace bien. Podrías estrenar el vestido que te regalé. Hace juego con esos maravillosos ojos azules. Estarás preciosa.

 

-Cuánta paz se respira escuchando la sinfonía del oleaje y dejándose acariciar por el viento… Es una sensación que eleva mi espíritu, comparable a la felicidad que me producen los recuerdos que guardo en un lugar especial que nadie ha logrado profanar.

¿Sabes qué se siente cuando unos labios puros y trémulos besan tu espalda desnuda, ávida de cariño? El destino tuvo la generosidad de regalarme un momento tan bello... que me devolvió a la vida. El tiempo se detuvo. Fue algo inefable, irrepetible, que jamás olvidaré... Cuando mi alma llora, vuelo hacia mi rincón secreto, bebo de mis recuerdos y logro renacer.

¡¡Mira, ya empiezan a crecerme esas mágicas alas que me permiten volar y ver el mundo desde las nubes!! Creo que este año han crecido más, ¿las ves? Qué belleza, cuánta luz desprenden, pero qué frágiles pueden llegar a ser...

-¿Volvemos a las andadas? Escucha, mi vida, conozco a un doctor, amigo mío, que podría ayudarte; hazme caso esta vez, por favor. No puedes continuar así, te estás destruyendo. Olvida definitivamente esa quimérica historia que te está cercenando el alma: esas alas del demonio acabarán por enloquecerte. Te ruego que entres en razón.

-¿Tú también dudas de mis palabras y piensas que he perdido el juicio? No es propio de ti. Sabes que detesto las mentiras, y que reniego de ese dichoso protagonismo que algunos pretenden adjudicarme. Mis alas no son una quimera, son reales, aunque sólo se hacen visibles ante quienes muestran el coraje de vivir sin dobleces y todavía creen en la verdadera esencia de la vida. Únicamente los Quijotes y las Heroínas de este mundo sin corazón pueden comprobar cómo mi cuerpo se transforma para surcar los cielos y apoderarse del infinito. Ningún bien material ha sido capaz de ofrecerme tanta dicha.


-Ya entiendo… Otra vez ha olvidado la fecha de vuestro aniversario. ¿Me puedes decir qué te ha regalado? Déjame adivinar… Indiferencia y olvido, como siempre.

-No sigas, por favor. Ese capítulo está ya cerrado. Hace tiempo que no espero nada de él. Tan sólo deseo poder renovar mi contrato, que no expire demasiado pronto... Tengo demasiados proyectos en mente, demasiadas cosas que ofrecer…

-¿De qué contrato hablas? ¿Por fin has alquilado ese apartamento gracias al cual ibas a independizarte, y no me lo has dicho? ¿Acaso puedes perder tu trabajo y no querías que lo supiera?

-Sabes que nunca te ocultaria nada; eres la única persona que comprende mis rarezas y aun así se abstiene de juzgarme, la única en la que puedo confiar... Será mejor que lo dejemos..., que las palabras den paso a la contemplación, al silencio.

-El silencio es la tumba de la serenidad, vida mía. Te quiero demasiado para dejar que eches a perder tu vida por un hombre que no te merece.

   

-El silencio es el eco de la sabiduría, abuela. De ti aprendí a silenciar el dolor que causan los sueños rotos. También aprendí el arte de sublimarlo con dignidad. ¿Acaso has olvidado el gozo que desprendía tu mirada el dia de mi llegada al mundo, aun cuando la soledad y la amargura te desgarraban el corazón?

-Es verdad, querida niña, el tiempo hace olvidar los sinsabores, pero no consigue desvanecer los bellos recuerdos, esas gotas de auténtica felicidad que guardamos en un delicado frasco y que deberíamos poner a buen recaudo. La propia vida se encarga de ofrecérnoslas, aunque excesivamente dosificadas, tanto que parecen imperceptibles. Es por ello que deberíamos mantenerlas frescas y evitar que el frasco se derrame, en un fatal descuido.

-No llores, por favor; abrázame fuerte y verás cómo la lluvia nos deleita con un bello arco iris. ¿Te acuerdas de aquel dia en que llegué llorando del colegio porque un chiquillo me dijo que tenía ojos de gato?

-¿Cómo podría olvidarlo?... Te dormiste, exhausta, fuertemente abrazada a mi cuello, con el plácido balanceo de mi vieja mecedora, y te perdiste el final del relato que iba improvisando para ti. Creo que lo titulé Las alas mágicas.

-Sí, lo recuerdo perfectamente, y también recuerdo que al dia siguiente te pedí que me lo volvieras a contar. Era precioso. ¿Sabías que gané mi primer concurso literario gracias a ti?

Escucha el susurro de la brisa del mar... Me está diciendo que desea conocer tu relato. ¿Te parece que sea yo, esta vez, quien le dé forma?

-Por supuesto, corazón; lo estoy deseando...

-Espero poder inventar un final digno de ti... Un final que te merezca.