Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número
1 – Invierno 2006
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

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La Literatura CHICANA |
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Interesados fundamentalmente en el cambio de código o “code switching”, los medios de comunicación españoles han centrado su atención casi exclusiva-mente en el habla de los distintos colectivos que componen la comunidad latina de los Estados Unidos de Norteamérica: Nuyoricans, puertorriqueños, cubanos exiliados, mexicanos, etc. Sin embargo, estos mismos medios de comunicación han obviado que uno de los aspectos más significativos de la presencia latina en dicho país, además de su creciente dominio en el ámbito político, ha sido desde hace siglos el desarrollo de una literatura escrita en español. En este sentido, el caso de la literatura chicana resulta sumamente significativo. Como consecuencia de la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo el 2 de febrero de 1848, varios territorios pertenecientes a México hasta esa fecha pasaron a formar parte de los Estados Unidos de Norteamérica. Fue, entonces, cuando se produjo el nacimiento de una nueva identidad cultural y, por consiguiente, el nacimiento de una nueva literatura como es la del mexicano-americano o chicano. A pesar de quedar reconocido en dicho Tratado el derecho de los ciudadanos de ascendencia mexicana a seguir utilizando el español como vehículo de expresión propia, muy pronto la comunidad chicana se percató de que la situación de marginación social y económica en la que se encontraban sumidos sólo podía ser superada a través de un progresivo proceso de asimilación cultural y, por lo tanto, un cada vez mayor conocimiento de la lengua inglesa. No obstante, cabe destacar que las primeras manifestaciones literarias chicanas encontraron como principal vehículo de difusión varios periódicos publicados en español en la región del suroeste de los Estados Unidos, tal y como queda claramente de manifiesto en la tesis doctoral de Armando Miguélez, “Antología histórica del cuento literario chicano (1877-1950)” (1981). Poco a poco, el deseo de mantener viva la lengua y la cultura de sus antepasados se vio complementado por la necesidad de integrarse en un país del que el chicano forma parte por derecho propio. Por todo ello, la comunidad chicana termina desarrollando una manifiesta conciencia de identidad bicultural que queda reflejada en el desarrollo de una literatura escrita tanto en español como en inglés, y cuyo momento de máximo esplendor tiene lugar a finales de la década de los sesenta y principios de los setenta del siglo XX, coincidiendo con lo que ha venido a denominarse el Movimiento Chicano. Con el objeto de proclamar la existencia de un colectivo social que se veía en la obligación de hacer frente a unas deplorables condiciones laborales y sociales en lo que una vez fue su propio país, y cuya existencia parecía pasar desapercibida para el resto de la sociedad norteamericana, el Movimiento Chicano supuso una sinergia político-cultural que contribuyó a la concienciación de la comunidad chicana en la necesidad de llevar a cabo un proceso de autodefinición social y autorrepresentación cultural.Para tal empresa se contó con la ayuda de una abundante pléyade de escritores chicanos dispuestos a escribir sobre la misma comunidad chicana tanto en inglés como en español. Sin embargo, en el contexto del Movimiento Chicano, el uso de una u otra lengua no suponía una cuestión baladí, sino que en cada uno de los casos respondía a una determinada finalidad política.En este sentido, cabe recordar las palabras de Salvador Rodríguez del Pino en su obra, La novela chicana escrita en español: Cinco autores comprometidos (1982): Dentro de la literatura chicana escrita en español hemos encontrado varias semejanzas que, en su conjunto, la apartan ideológicamente de la literatura chicana escrita en inglés. Por un lado, la novelística chicana en español forma parte de la tradición literaria latinoamericana por medio de la lengua y los valores tradicionales hispánicos, sin menospreciar influencias provenientes de autores hispanoamericanos contemporáneos. El autor que escribe en español ha tomado la postura de un compromiso cultural hacia su lengua y su tradición. Dentro de este compromiso, la preocupación ha sido documentar la condición social e histórica de un pueblo marginado económicamente e ignorado culturalmente. Esta literatura se aparta de la novela burguesa: el protagonista ya no es el individuo-héroe sino el pueblo. La colectividad social del pueblo es la que resalta en todas estas obras (...) El compromiso hacia la lengua española en la literatura, y particularmente hacia el habla del chicano, implica cierta rebelión en contra del sistema social dominante, y en esto el autor chicano ha encontrado un arma poderosa en su lucha cultural. (Rodríguez del Pino 1982, 3-4) Una lucha cultural en la que ha participado uno de los autores chicanos más destacados y cuya obra resume a la perfección la evolución ideológica e idiomática experimentada por la narrativa chicana en su conjunto. En concreto, nos referimos a Alejandro Morales. Nacido en Montebello (California) el 14 de octubre de 1944, Alejandro Morales empezó a publicar sus primeras novelas coincidiendo con el momento de máximo auge del Movimiento Chicano. Un hecho histórico que determinó en gran medida que, en un claro intento por rechazar todos los valores de la comunidad angloamericana, redactase sus dos primeras novelas en español: Caras viejas y vino nuevo (1975) y La verdad sin voz (1979). El incipiente nacionalismo cultural del Movimiento Chicano pasaba por una autorrepresentación de la comunidad chicana como víctima de una realidad socio-económica que les reprimía, pero que en ningún momento estaba dispuesta a perder los valores y el idioma de sus antepasados. Sin embargo, la necesidad de escribir y publicar en español no resultaba una empresa nada fácil a mediados de la década de los setenta en los Estados Unidos. Así, después de una largo peregrinar por muchas editoriales de los Estados Unidos, incluso algunas de profundo arraigo chicano como era el caso de la Editorial Quinto Sol, que se opuso a publicar la primera obra de Morales debido a la sórdida visión de la comunidad chicana que se transmite en dicha novela, Alejandro Morales se vio obligado a emigrar a México para conseguir una editorial que publicase su libro. Finalmente, fue la Editorial Joaquín Mortiz la encargada de publicar Caras viejas y vino nuevo en 1975, convirtiéndose de este modo en la primera novela chicana publicada en México. Igualmente, la Editorial Joaquín Mortiz se encargó de la publicación en 1979 de la segunda de las novelas de Alejandro Morales, La verdad sin voz. Sin embargo, el hecho de haber tenido que ir a México para ver publicada su primera novela supuso un acontecimiento muy desagradable para el propio Morales, tal y como puso de manifiesto junto a la dedicatoria de la primera edición de Caras viejas y vino nuevo: “Espero que pronto llegue el día en que no me vea obligado a salir de mi propio país para publicar una obra escrita en español. México, 1975”. Por su parte, producto de una creciente necesidad de incorporarse a la sociedad norteamericana y de un cierto interés por empezar a introducirse en el mercado literario norteamericano de la mano de Bilingual Press/Editorial Bilingüe, Alejandro Morales publicó en 1983 su tercera obra, Reto en el paraíso, cuya característica más destacada resulta ser que se trata de una novela bilingüe, donde la presencia del español todavía prima sobre el inglés, pero cuya lectura requiere el conocimiento de ambas lenguas. Además, el bilingüismo de Morales en su tercera novela conlleva, tal y como ha destacado acertadamente el profesor José Antonio Gurpegui, importantes “implicaciones existenciales”. De este modo, Alejandro Morales empieza a cuestionarse en Reto en el paraíso si su rechazo del uso del inglés en sus dos novelas anteriores no supone también un rechazo de una parte importante de su identidad personal como mexicano-americano. Con la publicación de The Brick People en 1988, Alejandro Morales inicia una prolongada etapa en la que el dominio del uso del inglés como vehículo de expresión literaria ha sido absoluto, viéndose completada dicha etapa con la publicación de su cuarta y quinta novelas:The Rag Doll Plagues (1992) y Waiting to Happen (2001). Sin embargo, en el presente año 2005 Alejandro Morales ha publicado una colección de cuentos escritos en español, Pequeña Nación, en la que se incluyen los siguientes relatos: “Los Jardines de Versalles” (1994), “La Penca” (1997) y “Pequeña Nación” (1998). Como demuestran las fechas que aparecen al final de cada uno de los relatos que componen Pequeña Nación, a pesar de que en esta última década sus principales novelas han sido escritas y publicadas en inglés, Alejandro Morales no ha dejado en momento alguno de seguir cultivando su literatura en español, e incluso, ha conseguido alcanzar ese tan ansiado deseo de no tener que abandonar su propio país para ver publicado su trabajo literario escrito en español. La obra literaria de Morales, como la de otros muchos escritores y escritoras chicanos, ejemplifica muy claramente la compleja naturaleza bicultural y bilingüe en la que se sitúa la experiencia del ciudadano mexicano-americano. Si bien es cierto que esta particular reconciliación de lo anglo y lo hispano en la literatura chicana debería ser un acicate a la hora de tomar esta manifestación cultural como objeto de estudio, la realidad ha sido que se ha prestado muy poca atención al estudio de la literatura chicana. Una situación de ostracismo cultural que, muy poco a poco, se ha visto superada gracias a la inclusión en el currículo de las principales universidades norteamericanas de las obras de algunos de los más destacados autores chicanos. Por el contrario, en el ámbito de la universidad española todavía son escasos los estudios dedicados a la literatura chicana, ya sea ésta en español o en inglés. Además, la particularidad de la literatura chicana de encontrar una doble modalidad de expresión idiomática ha supuesto, más que un beneficio por lo que se refiere a la riqueza contrastiva que este bilingüismo lleva consigo, una manifiesta dificultad a la hora de incluir la literatura chicana dentro de un ámbito de estudio concreto, no sabiéndose si se ha de incluir en el ámbito de la Filología Inglesa o Filología Hispánica. Una incertidumbre disciplinaria que sólo supone, en último término, un manifiestoempobrecimiento de la tradición literaria en español, al negarse la atención de la que es merecedora la literatura chicana en cuanto a manifestación de esa otra forma de ser y estar en los Estados Unidos de Norteamérica y que en innumerables ocasiones toma el español como vehículo de expresión literaria. BIBLIOGRAFÍA. Gurpegui, José Antonio, “Implicaciones existenciales del uso del español en las novelas de Alejandro Morales,” en José Antonio Gurpegui (ed.), Alejandro Morales: Fiction Past, Present, Future Perfect. Bilingual Press/Editorial Bilingüe: Tempe, 1996c, págs. 43-51. Miguélez, Armando, “Antología histórica del cuento literario chicano (1877-1950).” Tesis doctoral, Arizona State University: Tempe, 1981. Disponible en versión electrónica en el Portal de Cultura Chicana de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Morales, Alejandro, Caras viejas y vino nuevo. Editorial Joaquín Mortiz: México, 1975. Morales, Alejandro, La verdad sin voz. Editorial Joaquín Mortiz: México, 1979. Morales, Alejandro, Reto en el paraíso. Bilingual Press/Editorial Bilingüe: Ypsilanti, 1983. Morales, Alejandro, The Brick People. Arte Público Press: Houston, 1988. Morales, Alejandro, The Rag Doll Plagues.Arte PúblicoPress: Houston, 1992. Morales, Alejandro, Waiting to Happen. Chusma House Publications: San José, 2001. Morales, Alejandro, Pequeña nación. Editorial Orbis Press: Phoenix, 2005. Rodríguez del Pino, Salvador, La novela chicana escrita en español: Cinco autores comprometidos. Bilingual Press: Ypsilanti, 1982. Sánchez Jiménez, Juan Antonio, “La evolución narrativa en la obra de Alejandro Morales.” Tesis doctoral: Universidad de Alcalá: Alcalá de Henares, 2001. Los cinco autores estudiados por Salvador Rodríguez del Pino son: Tomás Rivera, Miguel Méndez, Aristeo Brito, Alejandro Morales y Rolando Hinojosa. Cinco escritores fundamentales en lo que ha supuesto el citado proceso de autorrepresentación de la comunidad chicana. Salvador Rodríguez del Pino, La novela chicana escrita en español: Cinco autores comprometidos. BilingualPress/ Editorial Bilingüe: Ypsilanti, 1982. José Antonio Gurpegui, “Implicaciones existenciales del uso del español en las novelas de Alejandro Morales”, en José Antonio Gurpegui (ed.), Alejandro Morales: Fiction Past, Present, Future Perfect. Bilingual Review/Press: Tempe, 1996, págs. 41-51. “Los Jardines de Versalles” y “La Penca” aparecen incluidos como relatos inéditos en la tesis doctoral de Juan Antonio Sánchez Jiménez, “La evolución narrativa en la obra de Alejandro Morales” (2001). |