Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 0 – año 2005
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

No hace mucho tiempo mi médico me recomendó que intentara acabar con el estrés que había acampado en mi vida. Yo realmente no pensaba que estuviese estresada, simplemente llevaba al ritmo de cualquier mujer trabajadora hoy en día. Es decir, seguía las pautas de acudir a un trabajo remunerado y a otro que está bastante lejos de serlo, léase las múltiples tareas domésticas. En fin, me sorprendió la prescripción del médico pero me puse manos a la obra para intentar relajarme. Decidí recuperar mis viejas aficiones: leer, escuchar música, pasear, incluso hacer punto de cruz. Pero eso de estar pensando todo el día que tienes que relajarte es ligeramente contraproducente. No sé lo que es peor si estar estresada o intentar dejar de estarlo a toda costa.

Por lo tanto, acudí a internet para conseguir algún remedio casero ( nada de pastillas por favor) contra el ritmo de vida actual. Y encontré algo que me sorprendió bastante: los mandalas. ¿ Qué narices es eso?, se preguntarán, y créanme que yo también lo pensé. Pues no son ni más ni menos que una serie de dibujos geométricos que aumentan la concentración y ayudan a aislar tu mente de cualquier idea que pueda perturbar tu paz interior. En realidad la palabra mandala proviene del sánscrito y significa círculo. También se denominan psicocosmogramas y son originarios del Brahamanismo y del Budismo donde para ellos se trata de una representación geométrica y simbólica del universo. En el Tibet se usan para la ceremonia de iniciación tántrica, pero en este caso los realizan en la arena. Del mismo modo, también se han localizado representaciones mandálicas en las culturas indígenas de América, en los aborígenes australianos, en los celtas, incluso en la religión católica ( ¿Quién no ha visto el rosetón de la catedral de Palma de Mallorca?). En definitiva, hay mandalas en cualquier representación espiritual del arte. Sin ir más lejos, en nuestra cultura occidental la palabra mardorla deriva de los mandalas y no es más que usar una figura geométrica para encuadrar la majestad de Cristo.Para que se hagan una idea visual ahí van algunos ejemplos:

Todos parten de un punto central para realizar un círculo que posteriormente se enmarca dentro de una figura cuadrangular. Al fijarnos en ese punto central, que simboliza el centro del Universo,se potencia la meditación y la concentración en nuestra naturaleza propia y nuestra creatividad.Nos hace plantearnos quiénes somos y nuestro lugar en el mundo y, al mismo tiempo, nos facilita profundizar en nuestra realidad personal y emocional.

Son muy aconsejables para los niños con problemas de hiperactividad o dificultades de aprendizaje. Les ayuda a concentrarse en una única tarea cada vez y les relaja al ser una actividad creativa. El truco está en colorearlos. Curiosamente dependiendo del estado de cada uno se elegirán en cada ocasión unos colores u otros. Todos los colores tienen una doble interpretación positiva y negativa. Así el amarillo, por ejemplo, significará, dependiendo de nuestro estado personal, alegría y satisfacción o envidia y superficialidad. Incluso un mismo mandala coloreado en diferentes momentos de nuestra vida aparecerá con colores totalmente diferentes.

Lo ideal sería que cada uno hiciese sus propios mandalas para luego colorearlos, pero, hay que ser relistas, no es fácil. Sin embargo hay muchos libros de mandalas para colorear entre los que se encuentran entre otrosLa fuerza de los mandalas de Klaus Hotitza, El misterio de los mandalas de Heita Copony, Mandalas y pedagogía de Marie Pré o Mandalas para los peques de la editorial MTM.

Sinceramente les tengo que reconocer que a mí me ayudaron mucho personalmente a la vez que me satisfizo comprobar que puedo desarrollar una actividad creativa. No son la panacea pero realmente ayudan a escapar del mundanal ruido. Se imaginan cuanto tiempo llevaba yo sin colorear un dibujo, se me había olvidado lo bien que me lo pasaba en el colegio cuando era pequeña. El hecho de dejar a un lado las mil cosas que hay que hacer cada día, desconectar el móvil, poner algo de música, quemar una varita de incienso y sentarte a hacer algo tan bonito como dar color y vida a un mandala ( como diría un conocido anuncio de telvisión) no tiene precio.