Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número
17 – Invierno 2010
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

Ya había pasado una docena de páginas, deteniéndose tan poco tiempo en cada una que me costaba creer que realmente estuviera leyendo algo. Don Emilio acostumbraba a hacer eso sólo para mostrar indiferencia hacia aquellos que esperaban su turno para poder ser atendidos. El libro que aireaba como quienespanta moscas, poco tenía que ver con su docencia. Quizá con eso quisiera dar una muestra de trivialidad a aquella materia de la que se suponía docto. Y claro, yo era un simple alumno de aquella trivialidad, lo cual me convertía a mi , en algo todavía más suplerfluo y menos digno de interés. La clase había terminado ha poco minutos y finalmente, tras un par de semanas de peticiones evadidas por sus ocupaciones, consintió el poder atender las dudas de un repetidor como yo. Realmente yo estaba ervioso. Su clase siempre me producía esa sensación agria de quien escucha sin poder entender. Y lo que es peor tal vez, de quien escucha pensando que nunca podrá entender. Finalmente levantó la mano sin que sus ojos la acompañaran y son un índice casi acusador dijo “Váyase preparando sus cuestiones.” Sin que ello diera la sensación de permiso para iniciar mis preguntas. |
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El gesto inequívoco de cierre de su libro acompañado de un vistazo a su reloj de muñeca fue la luz verde de mi oportunidad. “No tengo mucho tiempo, así que le pido que sea breve.” Obviamente no esperaba otra cosa de él, quien sí disponía de minutos para malgastar echando un ojo a un libro que nadie iba a quitarle. Toda esa situación no hizo otra cosa que renovar mi estado de nerviosismo. Como quizás usted sepa, soy alumno repetidor de su asignatura. El año pasado creí poder defenderme de los temas de la primera parte, pero cuando llegó el examen me di cuenta de que no tenía muy claros los conceptos. Este año he intentado seguir todos los razonamientos y tengo varias dudas. Espere. ¿No pretenderá usted que le repita todo el tema al que he estado dedicando tantas horas en esta misma clase? Mire, en mi asignatura hay un concepto clave. Le reconozco que la enseñanza que imparto es fundamental para la comprensión de la que será su actividad profesional en el futuro. Pero como es obvio, para entenderla se necesitan conceptos previamente asimilados y no me corresponde a mí el incidir en ellos. Deberían conocerlos antes de entrar a esta clase. Yo no puedo hacer el trabajo de otros cuando tengo que llevar a cabo el mío propio, Lo entiende usted, ¿verdad? Sí Don Emilio, pero le aseguro que ciertos detalles no los hemos visto en asignaturas anteriores – su ceño fruncido de juzgarme como “repetidor” y si es posible, le pido que me indique un libro que pudiera seguir. |
¡No hay “un” libro! Son muchos libros y ahí tiene usted toda una hermosa biblioteca que estará encantada de recibir alumnos de vez en cuando. Por si no lo sabe, las universidades crearon las bibliotecas, no para los profesores, sino para los alumnos. – dejó un tenso silencio - ¿Tiene usted alguna cuestión que plantear sobre lo último que he explicado en esta clase? No Don Emilio, en realidad era sobre el principio de la asignatura. Entonces vaya usted a la biblioteca y una vez haya aprendido correctamente la base que veo que le falta, entonces, si usted aún no puede conciliar el sueño de preocupación, venga y pregúnteme – su tono se volvió falsamente benevolente – pero no olvide que primero debe de poner usted su parte en juego y exprimir sus propias posibilidades. ¿Estamos de acuerdo? Sí, vale, veré lo que puedo hacer. Bueno entonces. Ahora he de irme Y sin más palabras ni gestos salió de la clase dejándome allí cabizbajo. En toda mi vida había sentido mayor humillación y peor trato cuando había ido con la mejor intención. Realmente era tan frustrante que el sentimiento derivó en un odio justiciero. Estaba más que decidido a ello. Tenía que hacerle daño en algún modo. Tenía que sentir ese dulce sabor de la venganza, sabiendo que él sufriría aunque fuera sólo un poco. ¿Esperarme para otro momento? No. Tal vez me arrepintiera y no lo llevara a cabo. Me coloqué en una posición estratégica en el pasillo principal, esperando que Don Emilio sa sus aires de vanidoso aristócrata se renovaron |
mis furias internas. Salí a un ritmo veloz hacia su despacho, que era el primer sitio en el que había pensado. Allí, a través del cristal de la ventana de la puerta, observé que nadie había dentro del lugar. Como en un intento de llamada a la diosa Fortuna giré el pomo de la puerta por si ésta aún siguiera abierta… nada. Era demasiado malo como para dar ventajas a sus enemigos o a sus víctimas. Pero entonces parece que realmente Fortuna me dedicó un gesto compasivo y maravilloso. Dentro del despacho, un pañuelo que cubría un libro de la biblioteca reducida que tenía, cayó desnudando aquel ejemplar. Fue inevitable el prestar atención al hecho de que un pañuelo cayera, y más aún, que éste estuviera cubriendo un libro. No era un libro cualquiera, tenía el mismo nombre de la asignatura que Don Emilio impartía. Aquello no debía ser tan sorprendente, pero una intuición clara como el agua llegó a mi mente. ¿Un libro escondido? ¿Por qué? Tomé nota a base de forzar la vista del autor y me dirigí corriendo a la biblioteca. Efectivamente, el libro no se encontraba en el gran depósito de la misma. Ello aseguró mis sospechas. No era un libro más. Era “El Libro”. Moviéndome por toda la ciudad, logré encontrar una librería donde pudieran contactar con la editorial. Era cuastión de tiempo que lo tuviera en mi poder. |
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Así fue. Cuestión de tiempo. Una espera que me llevó a conocer la verdad de aquel hombre que había basado su reputación y su vida en aquel libro, regurgitándolo en cada clase, aunque mal memorizado y mucho peor explicado. Aquel era el libro donde se escondía la ignorancia de aquel hombre. Haberlo mostrado sería como haberse bajado de su pedestal, de su mismísima cátedra.
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Efectivamente, con aquel tesoro encontrado pude aprobar y superar mis miedos. Y ahora, ¡paradojas de la vida!, pasado el tiempo soy yo el encargado de hacer que otros conozcan y entiendan lo mismo que yo mismo he logrado entender. Buenos días a todos. Voy a ser vuestro profesor y compañero en este viaje a través de esta asignatura que es una parte del conocimiento fundamental que deberéis asimilar, porque puede ser básico en vuestro desarrollo profesional. Mi objetivo único es que seáis capaces de saber lo que yo sé del tema. Podréis buscar apoyo en la bibliografía que os presentaré. Trataré de seguir esas mismas referencias haciéndolas más asequibles y fáciles de comprender. Bien, empecemos… |