Cuando los versos rimaban

y los toros embestían,

cuando los niños reían

y los adultos amaban.

 

Cuando acariciaba el viento

y bajaba puro el río,

cuando era tuyo lo mío

y también mi pensamiento.

 

Cuando brillaba la espiga

a salvo de las codicias,

cuando se oían albricias

por una palabra amiga.

 

Cuando importaba el dinero

mucho menos que la vida,

cuando en cada amanecida

asomaba un sol sincero.

 

Cuando instruía la escuela

y educaba quien debía,

cuando daba paso el día

a una noche sin secuela.

 

Cuando el apretón de manos

ejercía de contrato,

cuando el saludo era trato

y hermanaban los hermanos.

 

Cuando no cambiaba el clima,

los principios ni las ciencias,

cuando había diferencias

entre la cima y la sima.

 

Cuando el mar era la mar

por su rostro de mujer,

cuando hablar era saber

y escribir era jurar.

 

Cuando un incierto pasado     

no manejaba el presente,

cuando ignoraba la gente

su futuro anticipado.

 

Cuando la luz era audaz;

la sombra, nuestra compaña;

la penumbra, nunca extraña;

y la tiniebla, la paz.

 

Cuando mi pueblo era cuna,

cuando el planeta era mundo,

cuando el último segundo

gozaba de igual fortuna.

 

Cuando los versos medían

y los toros campeaban,

cuando los niños jugaban

y los adultos sentían.