Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número
73 – Invierno 2024
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja
RECUERDO
Y HOMENAJE A TRINA MERCADER.Consuelo jiménez
de cisneros
Dos poemas previos
TU CORAZÓN CRUZÓ EL MAR
De Consuelo Jiménez de Cisneros a Trina Mercader.
Tu corazón cruzó el mar
y allí se quedó plantado,
para florecer en versos
que iban de lado a lado,
desde el castellano al árabe,
del árabe al castellano,
sin distinguir más colores
que los del alba y ocaso.
Cuántos versos concebiste
por las playas paseando,
frente al infinito mar
en las calles derramado.
Cuánta suave inteligencia,
cuánto amor desmenuzado.
Cuánto nos dejaste, Trina,
la del verbo inmaculado.
Tu corazón cruzó el mar
y tu voz sigue cantando
desde las páginas blancas
de los libros olvidados,
desde la risa del niño,
luego mozo, luego anciano,
que ve que pasa la vida,
que el recuerdo va pasando
y se sostiene tan solo
en los cuencos de tus manos
que escriben, pálidas hadas,
que nos han dejado tanto.
TRINA MERCADER
De Francisco Mas-Magro y Magro
Un empedrado húmedo en la calle estrecha.
Caldererías nazaríes y nostalgia,
al fin,
presencia advertida.
¿Sabes?
Las palabras
son pájaros
que
vuelan.
Las palabras
son aves
y se
pierden
secuestradas por el viento.
No abandonan los versos,
sin embargo,
las páginas de un libro,
que son refugio
del corazón.
Solitaria alma
del poema.
Y la voz
no se
queja
aún atada a los espacios,
unida a los
silencios;
sujeta a
las normas,
incluso a la pasión
o al códice de
la estrofa.
Tú lo sabes, solitaria reflexión de soledad,
Granada
no fue camino,
sí destino
a la
sombra
de
la Alhambra.
Bajo el Albaicín, Trina…”está
tu alma a flor de piel”.
Vamos a hablar de libros.
Trinidad Sánchez Mercader o Trina Mercader (Alicante, 1919-Granada, 1984) fue una poetisa y gestora cultural cuya vida literaria transcurrió, en su mayor parte, en el llamado Marruecos español, donde residió desde 1939 hasta 1956. Destacó por su labor de dinamización cultural y literaria, aunando la literatura española y la marroquí en revistas bilingües que ella misma diseñaba y dirigía, como Al-Motamid. Versos y prosa (1947-1956). Dirigió también la colección de poesía Itimad, en donde editó sus poemas y los de otros autores. Logró la colaboración de los mejores poetas españoles y marroquíes, incluidos Juan Ramón Jiménez y Vicente Aleixandre.
En un tiempo como el actual, cuando la sensibilidad
hacia la mujer y su presencia en todos los ámbitos es tan importante, me ha
parecido de interés rescatar la memoria de una excelente poetisa: Trinidad
Sánchez Mercader (Alicante, 1919-Granada, 1984), más conocida como Trina
Mercader.
Con Trina Mercader me une,
además de la circunstancia del paisanaje, mi relación con la poesía, con
Marruecos -donde coincidimos en el espacio, aunque no en el tiempo- y con
Melilla. Mi interés por ella se acrecentó en vísperas del centenario de su
nacimiento, en 2019, efemérides que pasó bastante desapercibida en su tierra
natal, a pesar de mis esfuerzos.
El congreso
"Cómplices y rivales" que ha editado en digital el libro Escritoras
y personajes femeninos en relación, edición de Daniele Cerrato aparecida en
2021, incorporó una recolecta de mis trabajos de divulgación sobre Trina
Mercader, que cristalizaron en un par de conferencias para la
divulgación de una gran poetisa que merece mayor repercusión de la que hasta
ahora ha gozado. Esa recolecta es lo que reproduzco en este artículo con
algunos añadidos y modificaciones.
No soy la primera y espero no ser la última que
se ocupe de la poesía de Trina Mercader. Ilustres firmas me han precedido, como
Fernando de Agreda (con quien tuve oportunidad de compartir algunos eventos
culturales durante mi estancia laboral en Marruecos), Antonio Carvajal, que fue
depositario de su legado poético, Sonia
Fernández Hoyos que le dedica trabajos de investigación específicos, ... sin olvidar a
las sedes del Instituto Cervantes en Marruecos que le han prestado atención
puntual en el marco de sus actividades. Con estas últimas coincido en mi
objetivo, que no es erudito, sino divulgativo.
Mención aparte merecen las aportaciones realizadas
por José Miguel Toro en 2021. Desde el seno de la Asociación Cultural “Ars
Creatio” de Torrevieja, hasta donde yo he conocido, es el único que se ha
ocupado de dar a conocer la obra y la figura de Trina Mercader en Torrevieja, donde
como él mismo dice “es la gran desconocida”. Primero, con la publicación de un
artículo en la revista digital que edita la Asociación Cultural “Ars Creatio” y
después mediante la organización y coordinación del recital poético “Poemas de
mujer” en el que incluyó varios poemas de Trina con su correspondiente
publicidad de la poetisa torrevejense, tanto antes, mediante entrevistas de
radio, como después del recital, mediante la difusión repetida de la grabación
del mismo por Televisión Torrevieja. Una gran labor, merecedora de continuidad
y a la que me gustaría contribuir modestamente con este artículo.
En esa línea, considero que la mejor manera de
conocer a un poeta es leyendo sus versos, de modo que, como complemento
indispensable para confeccionar el retrato de Trina Mercader, he seleccionado
un breve conjunto de poemas suyos y una prosa final. Conjunto que nos dibuja
con precisión el perfil de una excelente poetisa, que maneja con igual maestría
el verso libre y el metro clásico, y el retrato de una mujer sensible,
creativa, trabajadora, generosa, con amplitud de miras. Una mujer clara como el
cielo y ancha como esos mares que la acompañaron en su niñez mediterránea y en
su madurez, a un lado atlántica y al otro mediterránea.
1. apuntes biobibliográficos
Trinidad
Sánchez Mercader nació el 24 de marzo de 1919 en Alicante y falleció tras larga
enfermedad en Granada el 18 de abril de 1984.
Pasó su
infancia y adolescencia en Torrevieja (Alicante), donde tenía familiares, y
vivió en una casa de la calle María Parodi.
En el
verano de 1936 marchó a Larache (Marruecos) con su madre para visitar a unos
parientes. Ante la situación de guerra civil, decidieron quedarse en Marruecos.
Allí Trina, de formación autodidacta, consiguió un puesto de trabajo en la Junta
Municipal como administrativa; posteriormente se trasladó por ascenso a Villa
Sanjurjo (actual Alhucemas) y luego a Tetuán, capital del Protectorado en 1952. Su labor poética la mantuvo en contacto con
literatos e intelectuales del Protectorado Español, como Cesáreo Rodríguez
Aguilera o el poeta Jacinto López Gorge.
En Tetuán
escribió su primer poemario, Pequeños
poemas, que publicaría en Alicante bajo el seudónimo “Tímida” en 1944. De
vuelta a Larache inició su etapa más productiva con la revista Al-Motamid. Versos y prosa (1947-1956),
bilingüe en español y en árabe, de la que fue directora. La revista tuvo un
gran impacto cultural y contó con colaboraciones tan relevantes como la de dos
premios Nobel: Juan Ramón Jiménez y Vicente Aleixandre. Trina también coordinó
la colección de poesía “Itimad”, donde publicó su segundo poemario Tiempo a salvo (1956), editado en la
imprenta Majzen de Tetuán, con prólogo de Pío Gómez Nisa, poeta sevillano
residente en Melilla.
Trina
Mercader vivió la mejor época del Protectorado español en Marruecos: cuando se
construían hospitales, escuelas, iglesias y mezquitas a la par, viviendas... Y
muchos de estos edificios se han conservado hasta el día de hoy y gozan de
enorme prestigio. El Protectorado era una zona donde había más libertad y
progreso que en la península, de manera que Trina disfrutó de un ambiente donde
la cultura se apreciaba y la censura era mucho más laxa. Trina tuvo la
oportunidad de desarrollarse literariamente no solo como escritora sino también
como lo que hoy llamaríamos animadora sociocultural, al ponerse al frente de
publicaciones literarias y, sin gozar de las nuevas tecnologías que hoy
disfrutamos y padecemos, ella supo mantenerse en contacto fructífero con otros
escritores.
Tras la
independencia de Marruecos en 1956, en 1958 Trina se trasladó a Granada donde
continuó su carrera de funcionaria llegando a ser nombrada Jefe de Negociado en
1960. Siguió escribiendo poesía apoyada por amigos poetas como Antonio
Carvajal, que le prologó su último libro, Sonetos
ascéticos, publicado en la colección El Bardo de Barcelona en 1971.
Parte de su obra
poética fue traducida al árabe como declara su autora. Se
jubiló en febrero de 1982. Fallecería dos años después.
2. la obra poética de trina mercader
Su obra
poética es bastante reducida, pero de gran calidad: aparte de una enorme
variedad de poemas sueltos que publicó en revistas y periódicos, es autora de
tres libros de poesía. Tiene además múltiples colaboraciones en verso y prosa
publicadas en diversas revistas literarias (Al
Motamid, Caracola, Espadaña, Alor…).
Para calibrar la importancia de la revista Al Motamid en la vida y obra de la autora, basta leer la
autobiografía que ella misma coloca en la solapa del poemario Tiempo a salvo aparecido en Tetuán en
1956, donde afirma: "Mi biografía debería titularse "Historia de una
revista".
Su primer
poemario, Pequeños poemas, lo
publicaría en Alicante bajo el seudónimo “Tímida” en 1944. Pero el libro donde
empieza a mostrar su personalidad poética es Tiempo a salvo. En
este poemario aparece un retrato a lápiz de la autora efectuado por Antonio
Salas. A continuación del retrato pictórico se ofrece otro literario titulado
“Perfil de Trina”, que está redactado por el poeta Pío Gómez Nisa. La autora
dedica el libro escuetamente “A mi padre”. Los poemas tienen rima asonante o
verso libre, de breve extensión que no ocupa más de una página, dos a lo sumo.
Los temas son intimistas:
-La
identidad femenina en conflicto: Presencia de mí misma / puro encontrarme en
mí / cuando me preguntaba / por dónde yo, de dónde,/ hacia qué sitio.
-Las
relaciones personales: Odiémonos,/ porque el amor espera / donde termina la
frontera del odio.
-La
comunicación poética: Hermética belleza, / mundo de la palabra que preciso,
/ toma mi voz y ordena tu figura.
-El
tiempo: Dime / en esta fugacidad del momento que pasa, / qué hay más allá de
los pueblos dormidos.
-El amor:
Ternura de los ojos / que saben ver. Ternura / de mano tropezada / con
apenas un pétalo, / con una tibia piel inesperada.
-Dios: Esto
fue Dios, amigos./ Esta concavidad tibia, caliente, / que nadie va a ocupar;
que nadie sabe / cómo nombrar, amigos, sin que duela.
En este
poemario, Trina usa un lenguaje muy libre y creativo, con licencias poéticas
como “un dulcemente viento”, adverbio en uso de adjetivo calificativo. Su
estructura, muy equilibrada, se organiza en tres
partes (que ella llama "Tiempos") con diecisiete, dieciséis y
diecisiete poemas cada una.
Su tercer
y último libro de poesía, Sonetos
ascéticos (Barcelona, 1971), está dividido en tres apartados titulados Vida
(14 poemas), Muerte (13 poemas) y Dios (12 poemas). Aquí la autora muestra su
dominio de la métrica clásica y ahonda en temas de índole existencial y
metafísica, con una voz muy personal. Hay quien dice que no se puede llamar
poeta a quien no es capaz de escribir un soneto. Trina está considerada por
algunos críticos como la mejor sonetista –entre las mujeres- de la literatura
española del siglo XX, en la tradición de sonetistas como Unamuno, García
Lorca, Alberti, Gerardo Diego, Miguel Hernández y Blas de Otero (entre otros
muchos nombres menos conocidos, como el de su amigo y prologuista Pío Gómez
Nisa, que fue también un excelente autor de sonetos).
El
adjetivo “ascético” parece relacionado con lo religioso o al menos lo moral. En
la mística tradicional, la ascesis es la primera vía que prepara para la
experiencia mística culminante a través del desapego (un concepto muy de moda,
pero que ya vemos que tiene orígenes seculares). Desapego que se aplica a los
bienes del mundo: riquezas, placeres, etc. como un modo de purificación. En la
época en que Trina publica los “Sonetos místicos” ya se encuentra residiendo en
Granada, donde lleva una vida oscura y retirada, con problemas de salud (tenía
una enfermedad de la piel) y ajena a la intensa vida socioliteraria que había
tenido en Marruecos. Solo el interés de algunos buenos amigos escritores la
movió a dar a luz ese último y exquisito poemario.
3. pervivencia de la poesía de trina mercader
La obra de Trina Mercader ha sido recogida y
estudiada gracias a la labor de amigos y personas que la admiraban. Luis López Anglada en 1965 ya la describía como “una de las
voces más sencillas, más limpias y claras de la actual poesía femenina”.
El académico alicantino y también
poeta Vicente Ramos, la apoyó en todas sus publicaciones y colaboró en
difundirlas. Se conserva una interesante correspondencia inédita entre ambos.
En vida, Trina figuró en antologías poéticas,
como la de Carmen Conde titulada Poesía femenina española (1939-1950)
aparecida en Barcelona, en 1967 (Libro Clásico Bruguera).
El arabista Fernando de Agreda es un gran
admirador de esta poetisa, con quien mantuvo relación epistolar y a la que
dedica numerosos trabajos y un poema titulado “La casa de Trina en Larache”.
Este arabista recoge recuerdos de familiares, amigos y colegas de Trina tanto
en España como en Marruecos, y afirma: “Creo que en Torrevieja ya empezó ella a
ser poeta”. Recordemos que Trina salió de Torrevieja con 17 años, lo que
significaría que su interés por la poesía proviene de su más temprana edad.
A lo largo del siglo XXI, Trina ha sido objeto
de interés en varios momentos. Del 18 al 26 de marzo de 2003 se dedicó un
“Homenaje a Trina Mercader y la revista Al-Motamid” en diversas sedes
marroquíes del Instituto Cervantes: en Casablanca, Rabat, Tetuán y Tánger.
En 2004 se inició la investigación de Sonia
Fernández Hoyos “Una estética de la alteridad: la obra de Trina Mercader”,
realizada con la Beca de investigación “Miguel Fernández” 2004 y editada por la
UNED en 2006. Posteriormente, en 2008, según ella misma declara, siguió
investigando en los fondos conservados en la Fundación Jorge Guillén de
Valladolid, que posee materiales biobibliográficos sobre Trina Mercader donados
por Antonio Carvajal, materiales que están a disposición de los estudiosos e
interesados.
En 2013, Ahmed Mohamed Mgara publicó una
"Antología poética" de Trina Mercader
bajo el título Recordando a Trina... en Tetuán (colección
Estrechando).
El 10 de
septiembre de 2020 en la Casa del Mediterráneo de Alicante se celebró una mesa
redonda bajo el título "Trina Mercader, un puente entre dos
culturas", en la que participaron Sonia Fernández, Antonio Carvajal y el
profesor y poeta marroquí Abderrahman el Fathi, de la Universidad de Tetuán,
con quien coincidí en algunos proyectos culturales durante mi estancia laboral
en Marruecos.
4. mi homenaje personal a trina mercader
En
vísperas de la no celebración de su centenario ni en Alicante ni en Torrevieja,
impartí en dos ocasiones una conferencia divulgativa donde relacionaba a Trina
Mercader con otra grandísima poetisa a quien tuve ocasión de visitar en Madrid
poco antes de su fallecimiento: Francisca Aguirre, que fue Premio Nacional de
Poesía en 2018 y falleció en 2019. Mi
conferencia se titulaba "Dos poetisas alicantinas: Trina Mercader y Francisca
Aguirre". Dicha conferencia se impartió en la Sede Universitaria de
Alicante el 14 de noviembre de 2018 y posteriormente en la Casa de Cultura del
Ayuntamiento de Crevillente el 4 de diciembre de 2018.
Por otra parte, le dediqué un poema que escribí para su centenario en 2019:
Tu corazón cruzó el mar, que se reprodujo en la presentación con audio
remitida al Congreso y que abre este artículo revisado para su publicación en
la revista digital torrevejense de la Asociación Ars Creatio.
5. trina mercader: verso y prosa
El mejor homenaje que
se puede hacer a una poetisa es leer sus versos, y que se la conozca a través
de ellos. Por eso, para completar el retrato de Trina Mercader vamos a
acercarnos a su poesía, que tiene la frescura del verso espontáneo y la
consistencia del molde clásico en que tantas veces lo alberga. Concluiremos con
un texto en prosa dedicado a su ciudad de Larache.
Empezamos con una décima dedicada a la ciudad marroquí de Larache, en la que vivió su mejor etapa: la de su querida revista Al Motamid. En la tradición de la poesía clásica, la ciudad aparece personificada en una mujer, en este caso, una novia.[1]
LARACHE
Doncella, niña, mujer,
bajo la niebla intocada.
Temblorosa desposada
predispuesta a florecer.
Niebla o velo que al nacer
resbala por tu cintura;
primorosa arquitectura
que tu pie descalzo mueve,
con tanta dulzura leve
que acrecienta tu hermosura.
La siguiente nana titulada Dejad que el agua nos da idea de la sensibilidad femenina de la autora, que utiliza un paralelismo anafórico que recuerda el villancico tradicional. El niño -que podría ser el Niño Jesús, ya que el sustantivo aparece en mayúscula- dormirá acunado por la naturaleza (agua y flores).[2]
DEJAD QUE EL AGUA… (Nana)
Dejad que el
agua descalce
beso a beso,
cada piedra.
Silencio, ea.
Dejad que las flores
bajen
poco a poco su
rubor.
Duérmete, ea,
amor.
Que este Niño
tiene sueño.
Ea, ea…
¿No veis que
quiere dormirse
sobre un tierno
corazón?
Sería muy fácil identificar con lo autobiográfico el poema Yo soy esa muchacha, y no hay duda de que la poetisa realiza un autorretrato lírico de su intimidad.[3]
YO SOY ESA MUCHACHA
Yo soy esa muchacha que ha besado la tierra
para posar en algo los besos que le
sobran.
Yo soy esa muchacha que desea callando
lo que se aleja siempre de su mano vacía.
Blanda pulpa jugosa para mecer el aire;
blando temblor intacto que una caricia anega.
Sedienta y
absoluta,
muchacha que se
besa la curva de sus hombros,
que se acaricia
lenta, con dolida ternura.
Garganta dónde canta la sagrada alegría,
donde los gritos crecen de plenitud ahogados.
Muchacha sola y firme que arrebatadamente
para sí misma crece su vegetal milagro,
cuando la tierra vuelca su prometida entrega
y una dulzura virgen va invadiendo los ramos.
Continuando con el autorretrato lírico, el poema Avanzo nos introduce la dimensión temporal y la necesidad de avanzar hacia el futuro sin que el pasado la detenga.[4]
AVANZO
Detrás de mí,
la sombra toda olvido.
Delante, el
dulce aliento de los astros.
Lo que por
siempre fluye
qué sé yo de
qué mano.
Mi vida es lo
presente,
lo próximo, lo
cercano.
Y avanzo.
Proa toda al
silencio
de cuanto va
llegando.
Lo presentido
impulsa
mi corazón, mi
labio.
Y avanzo.
Muda tensión o
nervio
dispuesto para
el salto.
Detrás,
ni memoria del
beso
ni tiempo
recobrado.
Soy sólo este
futuro
que me anega,
fluyendo
qué sé yo de
qué mano.
El siguiente poema, Dentro de mí está Dios, trata el tema de Dios, que tanto ocupó, desde la fe hasta el existencialismo, a los poetas de la posguerra. Vemos cómo esta poetisa parece mostrar una visión panteísta y una identificación de su ser con la divinidad.[5]
DENTRO DE MÍ ESTÁ DIOS
Dentro de mí
está Dios
y los caminos
alrededor.
Si ando,
Dios se esparce
por todos los caminos.
Si hablo,
por todos los
caminos va su voz.
En el tacto,
sus palmas
son estas manos
mías que os entrego.
Y sus ojos de
llanto
son estos ojos
míos y estas lágrimas.
Si os amo,
sólo os ama su amor,
no mi medida.
Y si os
silencio,
cómo me habita
Dios en su silencio.
A dádivas, a
entregas,
qué no daré, si
daros
sobrepasa su
colmada alegría.
Tomadme.
Que sólo Dios
me ofrece o me recibe.
Aunque podría parecer un poema amoroso, el siguiente poema no está dirigido a un hombre, sino a Dios, en una suerte de oración laica, donde, con una perspectiva ontológica, la poetisa necesita de Dios para ser ella misma. El poema se inserta en el "Tercer Tiempo" de su Tiempo a salvo.
YA NO TENGO MÁS BOCA QUE LA TUYA
Ya no tengo más
boca que la tuya.
Ya no tengo más
voz
que la que tú
me ordenas.
Ven y nómbrame
tú que me conoces
para que yo me
reconozca.
Ven y dime de
mí, que nunca supe,
para que
oyéndote me sepa.
Enséñame a
saber estar aquí
con mi espera
vibrante.
Miénteme. Dime
que más hermoso
que verte
es avanzar por
el camino que te lleva.
Nómbrame. Di tú mi nombre
con tu garganta
múltiple,
con tu voz
absoluta,
porque fuera de
ti ya nada existe.
El agua construye un cántico vital con la nostalgia de la infancia, donde el agua está presente, léxicamente, en todas sus versiones: lluvia, manantial, caudal... encuadrada en el marco impecable del soneto.[6]
EL AGUA
Me penetras la
sangre, me floreces
la sangre en
breves luces, la cautiva
que escucha y
tienta y mira, cauce arriba,
tanto manar de
lluvias, tantas veces.
Manadora de
júbilos, me creces
si niña
manantial, fluyente y viva
niñez que nada
inhibe, sensitiva
que en
fugitivos vuelos amaneces.
De trueque
vives. Que tu sí alimenta
tu cándido
caudal, que se acrecienta
si tu locura
cambia, mano a mano,
mis lentas
baratijas por tus síes,
por tus
enloquecidos colibríes,
que en dicha
cantan lo perdido en vano.
El soneto Muerte V, incluido en el poemario Sonetos Ascéticos, está dedicado a la muerte, como denota su título. En relación con el anterior, también menciona el agua y un río, quizá en homenaje a la inmensa metáfora de Jorge Manrique: nuestras vidas son los ríos / que van a dar a la mar / que es el morir... La alusión al suicidio podría evocar el verso teresiano donde se desea cristianamente la muerte en ese "que muero porque no muero". Entre muchos más detalles de este extraordinario soneto, nos parece escuchar, como un eco remoto, la voz de Garcilaso: salid sin duelo, lágrimas, corriendo en ese tercer endecasílabo: Morir en llanto, en lágrimas, en duelo...
MUERTE V
Morir de muerte
no, sino de vida.
Morir a mano
armada, a contrapelo.
Morir en
llanto, en lágrimas, en duelo
violentador,
que nunca sometida.
Morir de muerte
al fin, pero transida
de un íntimo
cansancio, un desconsuelo
que abreve en
todo mar, en todo cielo
mi voluntaria
muerte de suicida.
Y está el
silencio hiriendo con su diente
demoledor y
ajeno, por lo mío,
seguro de su
polvo y su gusano.
Y estoy
muriendo a solas dulcemente,
sumisamente
lluvia, toda río
de un agua que
me lleva de la mano.
El siguiente soneto también perteneciente a Sonetos Ascéticos guarda todavía mayores similitudes que el anterior con el conocido poema de Santa Teresa Vivo sin vivir en mí…). Si sabemos que la ascética es la primera vía de la mística, este soneto adquiere todo su sentido, con una visión de la muerte no como un final, sino como un paso hacia una vida más alta, lo que vemos en su rotundo último verso: "nada muere en lo eterno. Todo es vida".
DIOS I
Morir es un
pretexto para verte.
Que si vivo
muriendo de manera
latente, por de
dentro y por de fuera,
me muero a
voluntad, por conocerte.
Eternamente
vive quien de muerte
viviera, me
dirás. Y en esa espera
me moriré de
muerte verdadera,
de tránsito
hacia ti. Que voy de suerte
si puedo
penetrar, con tu permiso,
donde la vida
es siempreviva, ilesa
de
desmoronamiento y compromiso.
Permíteme
morir, que voy transida
de eternidad.
Y, fiel a tu promesa,
nada muere en lo eterno. Todo es vida.
Acabamos con este precioso paseo por una calle de Larache. Cuantos hemos vivido en Marruecos -e insisto en vivir, no en pasar unos días de turista-, podemos identificarnos perfectamente con lo que cuenta la autora y afirmar que una parte importante de Marruecos sigue tal y como Trina la describe: con sus luces, colores, sonidos y silencios inolvidables, con sus misterios presentidos.
Penetrar por una calle de Marruecos es abrir el
libro de lo maravilloso. La luz vendrá, atravesando bóvedas, a nuestro
encuentro. Porque hay que perderse, sin prisas, por el pequeño laberinto
lumínico. El barrio moro de Larache es ese laberinto de luces y sombras por
donde me pierdo. Hay que aceptar la cuesta, y el guijarro resbaladizo, y la
escalinata desigual y el rincón lóbrego y maloliente. Porque todo forma parte
de esta escenografía ya en desuso en nuestro mundo civilizado, que nos engulle
y atropella. Aquí, por el contrario, todo está a la mano, todo tiene una
altura que no sobrepasa nuestra humanidad. La misma estrechez de la calle es
agradable a nuestra estatura. Es como andar por el interior de una casa
grande, familiar. La voz del mendigo ciego nos acompaña desde todos los
ángulos, resonando. La salmodia del almuédano, desde su torre, es una
impresión nueva a nuestros oídos. La novedad, la sorpresa nos van acompañando.
Los ojos se acostumbran a la luz y a la sombra simultáneas. La cal de las paredes
tiene sólo la estridencia de la luz, el propio reflejo trascendido. Mi paso se
hace lento, obligadamente parsimonioso. Aquí la prisa lo rompería todo. Una
mujer atraviesa la calle. El sol estalla en el blanco jaique y casi la
transparenta. Los pliegues del manto retienen la sombra precisa, dándoles
profundidad. Es un manto que tiene mucho de griego, en su cascada de pliegues
a la espalda. De él emergen unos pies calzados de babuchas, blancas también, a
ras de manto. Arriba, unos ojos negros, a veces verdes, en lo alto del letam,
del velo. Acaso la tersura de una mejilla no vista, adivinada. El paso siempre
es lento, comedido, remontando sin prisa la ascensión. La calle, las paredes
de las casas son el marco de esa figura única, el único detalle vivo que aprisionan.
La más leve esquina, una línea blanca entre lo blanco, la oculta, la
desaparece. La calle, ahora, queda estática, más quieta que nunca, como en
reposo. Alguna puerta se entreabre. Un bisbiseo apenas perceptible, comenta en
árabe: "Es una nazarena". Y la puerta se cierra blandamente, sin
ruido, como la voz de las mujeres en el interior de la vivienda, o como sus
pasos de pie descalza sobre la cal de las azoteas. [...] A mi lado pasan los
jaiques, las severas chilabas, destacando en lo blanco el amarillo limón de
las babuchas. Los seres van como envueltos en su blancura. La calma de sus
ademanes convierte cada calle en un claustro de mínimas proporciones. Claustro
o celda para un pueblo religioso, en el que el silencio tiene una dimensión
casi mística.
Referencias bibliográficas
Agreda, Fernando de, Trina Mercader:
una experiencia de convivencia cultural en Marruecos (http://institucional.us.es/revistas/philologia/14_2/art_6.pdf)
Agreda, Fernando de, Una
mujer emprendedora en Marruecos: Trina Mercader
(file:///C:/Users/usuario/Downloads/185-186-1-PB.pdf ).
Fernández Hoyos, Sonia (2006). Una
estética de la alteridad: la obra de Trina Mercader. Madrid, España: UNED.
Fernández Hoyos, Sonia (entrevista
el 9 de septiembre de 2020). https://www.casa-mediterraneo.es/sonia-fernandez-trina-mercader-es-una-escritora-digna-de-ser-recordada/
Sánchez Mercader, Trinidad (seudónimo
"Tímida") (1944) Pequeños poemas. Alicante, España: Col.
Leila, nº 11.
Sánchez Mercader, Trinidad (1956) Tiempo a
salvo. Tetuán, Marruecos: Majzen.
Sánchez Mercader, Trinidad (1971). Sonetos ascéticos.
Barcelona, España: El Bardo.
Toro Carrasco, José Miguel (2021). Trina
Mercader. Revista cultural digital Ars Creatio. Núm 61.
http://arscreatio.com/revista/articulo.php?articulo=1592&revista=62
Toro Carrasco, José Miguel (entrevista el 8 de
abril de 2021)
https://www.ivoox.com/entrevista-jose-miguel-toro-ars-creatio-poemas-audios-mp3_rf_68293444_1.html
Poemas de Trina Mercader en las siguientes webs:
http://internatural.blogspot.com/2015/02/tres-poemas-de-trina-mercader-alicante.html
Recoge tres poemas publicados en la Antología de Carmen Conde, que
citamos por sus primeros versos: Desde lejos, Mayo de los amantes,
Sobresaltada la lengua.
https://blogs.eitb.eus/pompasdepapel/2016/05/02/el-poema-trina-mercader-espanola/
Recoge el poema Tranquilizaos, del poemario
Tiempo a salvo.
https://poetassigloveintiuno.blogspot.com/2016/10/trina-mercader-19421.html Recoge una biografía ilustrada de Trina Mercader y una breve
antología de su poesía donde encontramos los poemas ya mencionados, aparecidos
en las webs anteriores, y como novedad los sonetos Lo efímero y Los
números del poemario Sonetos Ascéticos.
http://palomafernandezgoma.blogspot.com/p/trina-mercader.html
Este blog recoge mucha e interesante información sobre
Trina Mercader, en especial sobre su estancia en Marruecos, apoyada en
documentación cedida por Fernando de Agreda. Menciona el libro de Jacinto López
Gorge Marruecos en la poesía española contemporánea", Granada, 1990. que recoge los poemas que Trina dedicó a Larache.
Recital
“Poemas de mujer” coordinado por José Miguel Toro, de la Asociación Cultural “Ars
Creatio” que recoge varios poemas de Trina Mercader a partir del minuto 45.
Grabado por Televisión Torrevieja.
Documentación sobre Trina Mercader:
http://www.fundacionjorgeguillen.com/fondo-documental.php?id=000000002D Recoge el legado de Antonio Carvajal referido a Trina Mercader,
destacando la correspondencia de Trina Mercader con Jacinto López Gorgé.
[1]Publicado en Al-Motamid nº 6, Larache, agosto 1947.
[2]Publicado en Al
Motamid nº 11, Larache, enero 1948.
[3] Incluido en el
"Primer tiempo" de Tiempo a salvo.
[4] Incluido en el
"Primer tiempo" de Tiempo a salvo.
[5] Este poema es el
primero del "Tercer Tiempo" de Tiempo a salvo.
[6] Soneto
perteneciente a la primera parte de Sonetos Ascéticos.