Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número
73 – Invierno 2024
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja
Ars Creatio continúa
con sus diciembres clásicos
Un marido (y un Jardiel) de ida y vuelta
En
la noche del jueves 14 de diciembre de 2023, justo un año menos un día después
de su anterior gran producción teatral, Ars Creatio volvió a recordar a uno de
los autores más reconocidos del escenario nacional. Completando el que
podríamos denominar «bienio Jardiel», y en un Teatro Municipal completamente
lleno, el grupo de actores de la asociación y las entidades colaboradoras representaron
Un marido de ida y vuelta. Asistieron los concejales José Antonio
Quesada, Federico Alarcón, Concha Sala y Domingo Paredes.
Estrenada
en Madrid (21 de octubre de 1939) apenas unos meses después del final de la
última guerra civil española, esta farsa (así la considera su autor) en tres
actos trata el tema habitual del triángulo amoroso, pero desde un punto de
vista muy peculiar: el que forman la mujer, viuda y casada por este orden, con
su difunto aparecido —de ahí el título— y su actual marido. De esta hábil
manera, Enrique Jardiel Poncela se permitió el lujo de mostrar las peripecias y
las dudas de una mujer unida en matrimonio a dos hombres a la vez con el
subsiguiente enfrentamiento entre éstos, pero sin incurrir en bigamia, ni
siquiera ficticia. Y también plantea situaciones que, por razones obvias, no
pueden producirse en nuestro mundo y que generan una segunda oportunidad
inesperada.
Sin
embargo, una curiosidad envuelve a esta obra: aunque el estreno que ha pasado a
la historia es el antes referido, hubo «otro» dos semanas antes (día 6 del
citado mes) en Barcelona, con el anuncio de Lo que le ocurrió a Pepe después
de muerto en los carteles. Según cuenta Jardiel, la actriz protagonista en Madrid,
Isabel Garcés, le dijo que no la convencía eso del muerto, así que el autor pensó
en otra cosa, y esa cosa fue el título que conocemos. La presentación de Jardiel de su
propio texto aporta otras jugosas anécdotas, como la relación con el empresario
Arturo Serrano y las contrapuestas reacciones que en Barcelona —uno de cuyos
periódicos abogaba por una «depuración» y una «labor de vigilancia» en los
estrenos— y en Madrid —Jardiel hasta hubo de salir a saludar mediado el segundo
acto— despertó esta obra en el público y en la crítica, precisamente en momentos
tan delicados como los que a la sazón estaba atravesando España.
Cabe
destacar asimismo las repercusiones fuera de nuestro país, entre otras, en el
dramaturgo inglés Nöel Coward, que al cabo de dos años escribió una comedia
basada en un argumento muy semejante, aunque el espectro era el de ella —hoy seguramente
se llamaría espectra— y luego se le suma el de su rival amorosa. Argumento
tan semejante que muchos consideran Un espíritu burlón un plagio, sin
mayores miramientos, de una farsa hija de un padre (el humorismo) y de una
madre (la poesía), siempre según su creador.
Este
montaje arscreatiano contó con tres auténticas figuras (que, como los
mosqueteros, son cuatro) de la escena para encarnar el triángulo de marras.
Alejandro Blanco asumió la responsabilidad del personaje con dos vertientes, de
acá para allá y de allá para acá (como la hamaca de la habanera), y manteniendo
siempre su apostura torera. Ana Torres dio la réplica como viuda-casada indecisa-decidida,
con todos los matices que este complicado carácter exige. Y Eliseo Pérez sobrellevó
el trance de verse engañado por un difunto con derechos readquiridos y de
pelear con él con la evidente desventaja de no poder causarle ni cosquillas. En
el baricentro de este triángulo, el mayordomo que lleva y trae, se alegra pero
no se ríe, se asusta pero aguanta, y como cualquier mayordomo de confianza sólo
se emborracha los domingos y los sábados desde media tarde (por eso de la
semana inglesa), permaneció durante todo el rato el «protagonista encubierto»,
Juan Antonio López Jordán, en su papel de mayor contenido desde que se subió a
las tablas. Hasta diecisiete actores más completaron el reparto como
desencadenantes o acompañantes de la trama. Todos estuvieron muy bien, menos
uno del que no hablaremos aquí para que no ocurra una desgracia.
Capítulo
aparte merece el equipo técnico, con Antonio Ruiz al mando, que esta vez tuvo
una participación correspondiente a los llamados «efectos especiales»: no en
balde hubo luces que se encendían y apagaban solas, cristaleras enteras que se
hacían añicos, libros y tazas que volaban sin que nadie los tocara, y un
atropello con bocinazo previo. Claro, si hasta a las sillas de ruedas las
multaban por exceso de velocidad; cómo estaba el tráfico entonces. Y subrayemos
asimismo el adecuado vestuario, tanto para los asistentes a la fiesta de
disfraces como para el protagonista: hay que recordar que si no hubiera sido
por ese traje de Machaquito, Pepe no habría tenido que afeitarse, y luego no le
habría dado un colapso, y en consecuencia nos habríamos quedado sin obra.
Fotografía: Joaquín
Carrión
Un marido de ida y
vuelta
(Enrique Jardiel
Poncela)
Personajes
Leticia: Ana
María Torres Manresa
Gracia: Carolina
Martínez López
Cristina:
Vivien Gajdos
Etelvina:
Marisol Cos Delgado
Amelia:
Amparo Moreno Viudes
Felisa:
Emma Pérez Beviá
Señora de
Vigil: Paqui Delgado Cano
Luisa: María
Luisa Molina Gallego
Marta: Marina
Gallud Carbonell
Pepe: Alejandro
Blanco Vega
Paco
Yepes: Eliseo Pérez Gracia
Elías: Juan
Antonio Pérez Jordán
Díaz:
Antonio Sala Buades
Ansúrez:
Francisco Manuel Sánchez Fernández
Sigerico:
Antonio Manuel Berná Ortigosa
Filalicio:
Germán Gutiérrez Gómez
Damián:
José Miguel Toro Carrasco
Vigil:
Antonio Pérez Boj
Pedro:
José Manuel Pedrero Cánovas
Juan:
Sergio Esteban Galiana
Pablo:
Enrique Fernández Valdés
Equipo
técnico, decorados y atrezo
Emma
Pérez Beviá, Antonio Ruiz Hurtado, Marisol Cos Delgado, José Miguel Toro
Carrasco y José Antonio Vallejos González
Cartel
María del
Carmen García Nieto
Vestuario
Conchita
Mercader Valdés y Ars Creatio
Maquillaje
Paqui
Delgado Cano
Dirección
Josefina Nieto Gómez y Eliseo Pérez Gracia
Colaboración especial
Joselito Payá