Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número
72 – Otoño 2023
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

Todo en penumbra. Todo en silencio. Actrices, actores, técnicos de iluminación y de sonido, directores y elenco en general sin decir nada, nada de nada. Apenas una tos ronca que fluye del patio de butacas advierte presencia, un leve murmullo a modo de coral sin ensayar advierte presencia, el taconeo del último espectador en incorporarse al festín advierte presencia. En breve, todo va a dar comienzo. La falsa paz escondida tras esa línea de vida en forma de telón opaco, de negro azabache, que se abre en letanía profunda, genera un ritmo cardiaco endiablado. Repaso de derecha a izquierda y veo a toda la familia actoral entre rezos sordos y meditaciones profundas, repitiendo como un mantra quizás la primera palabra de su intervención o instando al Oráculo de los dioses mucha mierda. El cortisol brota a raudales por el torrente sanguíneo como si se hubieran abierto las compuertas de Asuán, y quien más y quien menos musita en silencio el típico «para qué me habré metido en esto». Pero cuando el telón ya está abierto, cuando se hace la luz, vuelo con mi mente hasta el callejón de los milagros e imagino sentarme en la mesa redonda donde Naguib Mahfuz daba rienda suelta a su imaginación entre el bullicio y la muchedumbre de un bazar repleto para terminar esbozando la sonrisa del comienzo. Es precisamente en ese momento cuando soy plenamente consciente de que el esfuerzo ha merecido la pena y de que todo va a salir bien.
Pues en esta dinámica, estimados lectores, me veo envuelto desde que la sociedad Ars Creatio me invitó a formar parte de sus actividades, decantándome por el teatro como forma de expresión cultural. Y lo he vivido por fuera y por dentro. Y me enorgullece repasar su historia teatral desde aquellos comienzos toscos de un teatro leído, mixto como fue el caso de La casa de Bernarda Alba, hasta las grandes producciones actuales como Don Juan Tenorio o su precuela, Los intereses creados, La promesa, Irene Gascón, Concha Boracino, Angelina o el honor de un brigadier..., que año tras año lucen su puesta de largo dentro de una programación torrevejense para un público tan ávido de arte y tan entendido.
Doy siempre gracias a aquella pequeña intervención donde pude comprobar en mis propias carnes los beneficios de una actividad en que se valora el aprendizaje en conjunto, el sacrificio por las horas de ensayo y las enseñanzas de los compañeros que van martilleando en mí como si de una fragua se tratara. El bello arte escénico labra nuestro propio desarrollo personal, desinhibiéndonos con tal magnitud que la seguridad en nosotros mismos se eleva de manera exponencial.
Han sido tantas las obras desmenuzadas por esta sociedad, cada vez con mayor maestría, que se hace imposible imaginar un año sin obra estelar.
Lo dije en artículos anteriores y lo repetiré hasta la saciedad: la cultura siempre es buena inversión y no se han de agotar ni los instrumentos ni los esfuerzos por dar a quien lo merece todo el apoyo logístico y económico para que siga evolucionando en positivo. Vuelvo, sin más, a posicionar mi cuerpo en genuflexión para que así sea.
Y ahora, disfruten de la intriga. Hemos comenzado con la siguiente producción que anuncia, y ahí lo dejo. Keep calm and say olé.