Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número
70 – Primavera 2023
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

Cada vez que mis suegros vuelven de la compra, Frida, una preciosa gran danés, «se lo huele» y acude presta al coche, a ver qué apetitosas viandas han traído esta vez. Esto complica la descarga de la mercancía, porque aparte de bajar las bolsas hay que defenderlas de un enorme can dispuesto a lo que sea por participar en el banquete familiar. Así que mi suegra ideó un inocente «truco» para despistar a Frida: meter la compra en dos bolsas cerradas, para que no las oliera. Y me preguntó si pensaba que la medida podía ser eficaz, según mi criterio veterinario.
A mí me dio mucha risa, pero en lugar de explicarle que la medida estaba abocada al fracaso, he optado por dedicarle esta newsletter en que le detallo cómo funciona el sentido del olfato de los perros, para que sea ella la que llegue a sus propias conclusiones.
Va por Frida.
El olfato del perro
En primer lugar, voy a decir una perogrullada: no podemos sentir cómo huele un perro porque no somos perros. Esto parece muy obvio, pero resume el sentido del concepto de umwelt, que definió un científico llamado Jakon Von Uexküll (1864-1944). Este señor decía que cada especie está inmersa en una especie de burbuja sensorial que filtra cómo percibe su entorno. El cómo percibas el entorno determina todo «tu mundo».
Y nunca estaremos en el «pellejo» de un perro para entender en toda su dimensión su mundo sensorial: qué está oliendo, qué está viendo, qué está oyendo y sintiendo. El «momento compra» será percibido de manera muy diferente por Frida y por mi suegra.
Pero afortunadamente, la ciencia nos revela un buen montón de datos que nos permiten imaginar por dónde pueden ir los tiros de la percepción sensorial de otras especies. Un buen indicador de lo afinado que es el olfato de una especie es cuántos recursos biológicos le dedica. Los seres humanos tenemos unos cinco millones de receptores olfativos, neuronas modificadas que detectan las sustancias volátiles responsables del olor. Cuantos más receptores tenga una especie, más sensibles al olor será. Los perros nos ganan claramente: ellos cuentan con entre 200 y 300 millones de receptores, 60 veces más que nosotros.
¿Y qué puede llegar a detectar un perro con su olfato gracias a esa enorme cantidad de receptores?
Bueno, pues el orden de detección al que puede llegar el mejor amigo del hombre está en ppm (partes por millón o incluso en algunas cosas ppt, partes por trillón). No sé si eres consciente de lo que significa eso.
Te lo pongo en ceros para que lo veas mejor. Pueden diferenciar una sola molécula entre 1.000.000.000.000 de moléculas. Lo que podría equivaler, en términos futbolísticos, a encontrar un quesito en el almuerzo de un hincha del Barça en un estadio de futbol abarrotado hasta la bandera.
Ése es el nivel. El ser humano le ha sacado mucho partido a esta habilidad de su mejor amigo. No hace falta que te cuente que los perros son uno más del equipo de policías y bomberos por su capacidad de detectar drogas y sustancias ilegales o de localizar personas perdidas en avalanchas y terremotos. Esas imágenes las tenemos todos en la cabeza. Y las de los perros cazadores siguiendo el rastro de las presas en el bosque. Quizá en ese escenario nos resulte poco significativo si somos urbanitas, pero traducido al mundo del asfalto lo podemos visualizar mejor con esta imagen: los perros son capaces de rastrear el camino de una persona en ciudades muy concurridas, hasta 48 horas después de haber pasado por ahí. Mucho mejor que las migas de pan de Hansel y Gretel.
Pero hay otros usos más desconocidos. Por ejemplo, son unos grandes aliados en los programas de conservación de especies. Permiten censar o localizar rápidamente a los animales que se pretende proteger. Te pongo un ejemplo. En Estados Unidos hay una campaña de proteger al zorro de San Joaquín (Vulpes macrotis mutica). Para esto hay que censarlo, es decir, saber cuántos zorros hay en un bosque. Eso es muy complicado y se suele hacer por métodos indirectos, básicamente buscar sus heces. El problema es que cuando vas por el bosque, las cacas de este zorro son indistinguibles de otros animales como coyotes, mofetas o tejones. Para esto los científicos se han ayudado de los perros. Éstos localizan rápida y certeramente las cacas de los zorros con un 100% de certeza, 4 veces mejor que los humanos busca-cacas y mucho más barato que hacer análisis de ADN. Y así los perros han ayudado a proteger tigres en la India, osos en Canadá o kiwis en Nueva Zelanda.
¿Y eso de que huelen el miedo? Pues viene a ser literal. Pero no es sólo que huelan el miedo, pueden detectar un amplio abanico de emociones: si estás contento, si estás triste, si estás enfadado...
Una de las cosas que más me llaman la atención es la capacidad de detectar enfermedades. Pueden predecir cuándo una persona va a sufrir una crisis epiléptica o un coma diabético, antes de que ella note algo raro. También pueden detectar si alguien tiene malaria por el olor de su piel y diagnosticar diferentes tipos de cáncer como el de pulmón, el de próstata, vejiga, ovario e intestino, e incluso la Covid-19.
Así que no, querida suegra, no te va a funcionar eso de envolver la compra en dos bolsas para despistar a Frida. Va a detectar cada una de las cosas que has comprado y es probable que sepa hasta si has cambiado de marca de champú.
Con todo esto creo que te ha quedado claro que tu perro huele mejor que tú, y que no podrás utilizar burdos trucos para despistarlo. Pero como espíritu curioso que eres, quizá te preguntes: ¿quién de los dos ve mejor?
El sentido de la vista en el perro
Los ojos son como dos bolas mágicas que transforman todo lo que tenemos a nuestro alrededor en señales nerviosas que nuestro cerebro convierte en imágenes. Podemos acercarnos a entender cómo ven los perros conociendo cómo es su ojo y en qué se parece y diferencia del nuestro.
Si cortamos un ojo por la mitad, veremos una última capa negra, que se llama retina. Y es ahí donde sucede esa magia.
La retina es la capa del ojo que convierte los estímulos de luz en señales nerviosas que llegan al cerebro y éste nos devuelve un precioso campo de amapolas. Las responsables de realizar esta tarea en la retina son, sobre todo, dos tipos de células: los conos y los bastones.
Los bastones captan la intensidad de la luz. Son muy sensibles, aunque haya poca luz, en seguida envían señales al cerebro.
Las otras células se llaman conos. Los conos necesitan que haya bastante luz para «funcionar» y son sensibles a un rango de longitudes de onda, es decir, detectan el color.
Según la cantidad de conos y bastones y su proporción, nos podemos hacer una idea de cómo ve una especie. Por ejemplo. Nosotros tenemos un cono por cada bastón, pero los perros y los gatos tienen 11 bastones por cada cono. Es decir, si hay poquita luz, los perros y gatos van a ver mucho mejor que nosotros, porque tienen más proporción de bastones. Nosotros podemos ver 3 colores: rojo, azul y amarillo. Lo sabemos porque tenemos 3 tipos diferentes de conos. Los loros ven en 5 colores, y lo sabemos porque tienen 5 tipos diferentes de conos. ¿Qué cinco colores verán? Pues ni idea, no lo podemos imaginar, igual que no podemos imaginar cómo Frida percibe los olores de la compra de mi suegra. Son sensaciones que nunca podremos experimentar.
Los perros y los gatos pueden ver sólo dos colores. El que no ven, que nosotros sí, es el rojo. Por eso no sería muy acertado enseñarles a diferenciar una pelota naranja de una roja. Probablemente las vean igual. Y también por eso, el paseo por el campo de amapolas lo van a disfrutar, pero no van a apreciar ese bonito contraste entre el verde y el rojo que nos encanta a nosotros.
De todo esto podemos deducir que, como especie, les resulta más relevante ver bien cuando hay poquita luz que atinar con los colores. Además, ellos tienen un «espejo» que les ayuda a aumentar esa intensidad lumínica.
Si has enfocado alguna vez un animal con los faros del coche, probablemente hayas visto que sus ojos «brillan» y te haya dado un poco de susto, porque le da un aspecto vampiresco y feroz. Lo que estás viendo es una capa reflectante de su retina llamada tapetum lucidum. Esto les sirve para aumentar el reflejo de la luz en la retina y estimular aún más sus bastones. Por el contrario, quita nitidez a las imágenes. Así ellos les sacan más partido a poquita luz que haya, pero nosotros, cuando hay luz, vemos más nítido y en más colores.
Probablemente, su paseo por el campo de amapolas se parezca más a esto:
Si te interesa ponerte en los ojos de tu gato o de tu perro, hay una web muy interesante llamada Cat vision project que compara cómo una misma imagen es vista por un humano y por un gato: https://nickolaylamm.com/art-for-clients/what-do-cats-see/
Otra cosa que debes tener muy en cuenta es que nunca le debes cortar los bigotes a un gato. Sus bigotes, llamados vibrisas, son pelos sensoriales que le informan de qué tiene cerca de la cara. Y esto le es muy útil, porque si ya enfocaba mal de por sí, en las distancias cortas no ve un pimiento. Así que si le cortas los bigotes, porque piensas que así va a estar más guapo, le estás dejando como a mí con la presbicia, cegato total.
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