Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número
70 – Primavera 2023
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

Qué bonicos los chiguitos, parecen borreguicos, donde va uno van todos detrás y cuando se desmandan va el pastor a recogerlos. Cómo me gusta mirarlos, los chiguitos tan repeinaos y las chiguitas con sus melenicas y sus colas de caballo llenas de lazos, ¡qué bonicas!
Un niño se escapa del grupo, tiene en el fleco un remolino muy chocante, va dando caramelos a manos llenas. Cuando llega hasta mí me da el último y, levantando los hombros, dice: «No me quedan más». Su sonrisa transmite paz y lo sigo con la mirada. Una señora, que debe de ser su abuela, lo llama para reponerle la bolsa, oigo que le dice: «Leo, cariño, no des tantos a la vez. Mira, en la esquina están tus tíos y tus primos, estas piruletas grandes y las chocolatinas son para ellos, y los chupa-chups para tus amiguicos del colegio, date prisa, que te están esperando». Sale corriendo, pero su mirada se queda fija en un grupo, camina hacia él y, sacando todo lo que lleva, lo reparte. Su abuela le sigue diciendo: «¿Qué haces, Leo? Eran para la familia y tus amigos». Volviéndose hacia ella, su nieto le responde: «Se los he dado a Él», y alzando su mirada, señala al Cristo de su cofradía.
Su abuela lo mira con cariño y piensa: «Ay, Leo, Leo, ¿qué vamos a hacer contigo? Lo das todo».
Me hubiera gustado decirle que el niño no mentía, yo también lo vi. Vi la esencia de Él. Vi su esencia como la vio Leo.
En el grupo al que se acercó había un voluntario, con mirada serena y bondadosa, como Él; y los niños que cuidaba tenían esa misma mirada triste de Él, cuando son injustamente tratados en cualquier parte del mundo. Pero por unos momentos, el gesto cariñoso e inocente de Leo al darles esas golosinas, hizo que, aunque tuvieran los ojos tristes, dibujaran en sus labios una sonrisa y la guerra de donde procedían quedara un poquito más lejana.
Allí dónde haya alguien a quien cuidar, injusticias que sufrir, ahí estará Él, esparciendo su esencia. En los voluntarios, en los cuidadores y en esos niños, como Leo, que ven al Cristo en ellos.