Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número
68 – Otoño 2022
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

Formar parte de ese elenco de personajes que salen cada uno de su particular puerta temporal cual funcionarios del Ministerio del Tiempo, para viajar al futuro del siglo XXI, y explicar en pretérito salado la historia de unas lagunas que tanto han dado a nuestro municipio, es algo inenarrable. El formato funciona por muchas causas. La primera, porque es imposible hacer spoiler. Nadie puede contar el final cuando se cuenta desde el final. Nos retrotraemos al pasado más ancestral, a la época romana, para ir saltando vertiginosamente hasta llegar al presente. Y todo al compás de una coordinada danza pausada y detallista, desde un plié a un relevé, todo extremadamente armónico. La segunda, porque se percibe en el ambiente el cariño con el que fue creada la ruta y se ve en la pulcritud de sus detalles y en su puesta en escena. Nada queda al libre albedrío. La tercera, porque ese ambiente se confabula con datos históricos exactos y precisos que se cuentan con especial cariño, sin grandilocuencias, sin tecnicismos de digestión pesada, lo que hace que el público se mimetice con el entorno y con sus personajes desde el segundo uno.
Alejandro Sanz, Arkano y Melendi cantan aquello de «ella no es la princesa delicada que ha venido a este party a estar sentada». Ella, en este caso una matera que domina como nadie el laberinto del Minotauro, se desplaza, de puerta en puerta, con la soltura del colibrí oteando las riberas de los páramos, algo que da la experiencia y el conocimiento de la tierra que pisa, las plantas que la nutren y la sal que la acompaña en todo momento. Como en un ritual ceremonioso, va engranando la historia por donde pasa, sus ciencias naturales, su medioambiente, portando del brazo esa cesta de mimbre cargada de fábulas para posar al espectador al pie de unos caballos en forma de puerta temporal donde escucharán un nuevo fondo histórico de nuestras lagunas tan saladas.
Los personajes del pasado regresan al futuro, donde los Marty McFly y los Doc Brown son romanos, judíos, marqueses y administradores; son la salsa, las américas, la modernización, el dandismo y la España de implosión a la modernidad. Son, en definitiva, los Escipiones, Santángel, Esquilaches y Salamancas que acercan a un público entregado las curiosidades y bondades que nuestras lagunas nos han ido dando siglo tras siglo hasta llegar al último administrador de éstas. Son, insisto, un pequeño nexo de fisión donde la historia se divide en pequeños núcleos ligeros que liberan cantidades ingentes de energía, positiva, siempre positiva.
El Alejandro que mira por la mirilla del tiempo a través del marqués de Salamanca, al igual que sus compañeros, ve sonrisas, ve concentración, ve intensidad, ve sorpresa, que hace de los pequeños detalles un todo y una atmósfera muy difícil de igualar y de describir. La interpretación no sería la misma sin ese magnetismo que hace que un evento pase de ser normal a ser especial.
La ruta por la historia salada sería totalmente diferente si no pudiéramos sentir los pulsos del público, sus respiraciones, sus miradas, sus risas. No sería lo mismo si nos diferenciara un telón, unas luces o un escenario. No sería lo mismo si el atrezzo no fuera tan natural. Y todo esto trae como consecuencia la «enésima» representación de su historia. Hay un pueblo indígena brasileño cuyo sistema matemático de contar es uno, dos y muchos. Con la ruta teatralizada lo tiene fácil, porque ya son muchas las representaciones y muchas más las que nos esperan. Su algoritmo es sencillo.
Todos aquellos que me conocen saben bien que soy un acólito amante del teatro, de la cultura y de las cosas bien hechas. Me encanta aprender de los buenos y tengo la grandísima suerte superlativa de estar en una sociedad cultural que cuenta conmigo en sus proyectos, y eso me llena de orgullo.
Si me vuelvo al personaje, el marqués diría que Ars Creatio sería una fuente de inversión a la que prestarle el apoyo necesario para que siga haciéndonos cada día un poco más cultos. Vendería uno de sus ostentosos palacios para que así fuera. Pero como por la puerta del Ministerio del Tiempo no le dejan pasar ni tan siquiera un real, el marqués se quita el sombrero de copa y se inclina en clara reverencia ante todas aquellas administraciones públicas con el fin de que sigan reforzando el apoyo necesario para que una sociedad cultural siga mejorando y haciendo historia.
Y ahora, si me lo permiten, me retiro a mis aposentos. Sólo deseo que disfruten de nuestra historia igual que la disfruto yo. Torrevieja la tiene y merece que se pregone.