Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 68 – Otoño 2022
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja


Advertimos, a simple vista, que nuestra sociedad ha olvidado peligrosamente que está constituida por una especie de animal gregario, una más de las pobladoras de nuestro planeta. He obviado que se distingue del resto de los animales en que tenemos la virtud de diferenciarnos de aquellos porque nuestro cerebro desarrolla su peso máximo a los 25 años y nuestras conexiones neuronales continúan formándose, cambiando y redirigiéndose al enfrentarse a nuevas experiencias e ideas durante toda la vida.

Como animal gregario, vive en una agrupación de semejantes llamada sociedad, sin la cual no podría sobrevivir, dado que solo y aislado estaría totalmente indefenso. Nacido, como cualquier animal, indefenso, con un cerebro formado y preparado para aprehender ávidamente todo cuanto le rodea, todo cuanto se le enseñe, para iniciarse en su desarrollo humano. Para comenzar su lucha contra sus animales instintos.

Ansioso por saber, irá captando cuanto sienta y observe, lo que irá aumentando imparablemente la capacidad y el tamaño de su cerebro. Su evolución futura está condicionada a la capacidad de digerir las enseñanzas de familiares directos e indirectos cercanos, sus enseñantes y, lógicamente, sus circunstancias (creo en la visión orteguiana de que el hombre es él y su circunstancia).

El pensamiento ha sido siempre el motor intelectual del cerebro humano. Las circunstancias no fueron favorables a éste. Mas, en contra de los impedimentos de aviesos intereses, el pensador la superó y logró expresar sus pensamientos. Desde Tales de Mileto (624 a. C.) hasta Friedrich Nietzsche (1844-1900) y siguientes, incrementaron el conocimiento intelectual y desarrollo del cerebro dando un nuevo paso adelante a nuestra versión humana. Gracias a ellos nació un sistema de educación integral de gran importancia en el desarrollo del intelecto, al enseñar todos los conocimientos alcanzados y la instrucción física y moral.  

Desgraciadamente, la enseñanza no alcanzaba a todos. El obstáculo de los intereses de los poderes económicos lo consideró un grave peligro para sus privilegios. Canallescamente, millones de animales posiblemente racionales vieron cercenados sus derechos evolutivos y sus cerebros, atrofiados.

Jürgen Habermas (1929-) predice el proceso científico y tecnológico de donde nace una nueva contracultura. Muere el humanismo. Nace la enseñanza «práctica» dirigida a crear un individuo «especialista» en un tema concreto e ignorante del resto de conocimientos. Muere el viejo Homo sapiens; se imponen los instintos animales a los intelectuales. Renace el hombre de Neandertal.

Mas, a los que tuvimos la suerte de sobrevivir a esta nueva era, nos queda el disfrutar en nuestras entrañas la indescriptible belleza del paisaje de la naturaleza, de sentirnos abducidos por un atardecer, de soñar, retrotrayéndonos una época ante un monumento o construcción de siglos perdidos en el tiempo, de saborear el contenido de tantas obras teatrales de todos los tiempos, saborear la lectura de cualquiera de los miles de poemas obscurecidos por el sistema —no son rentables económicamente— escritos por la pléyade de poetas españoles de todos los tiempos: el Siglo de Oro, el Romanticismo, la Generación del 27, la Generación de Postguerra..., todos ellos también postergados. Por mucho que el sistema trate de abolirla, en tanto exista en el ser humano un hálito de sensibilidad, será intento vano.

Copio unos versos que creo vienen al caso:


No digáis que, agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a dó camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!


La pregunta que surge es: ¿por qué se relega tan culta, profunda, sensible, exquisita literatura tan estúpidamente? ¿No será porque influye en el PIB y supone el riesgo de despertar alguna dormida mente?