Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número
68 – Otoño 2022
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

En la línea del horizonte de la ondulada colina
que se levanta frente a la aldea,
discurre por el cauce de los años,
bañado por el sol y por la luna,
la vida de un pino solitario.
Mi fiel, mi viejo amigo.
En el aire limpio de la mañana
viertes tu aroma de pino silvestre,
que queda envuelto en danza invisible
con aromas de romeros y tomillos,
dando a la mañana su inconfundible fragancia
y su perenne y aromática sonrisa.
Al principio sólo fue una nubecilla de humo,
después aparecieron las crines del caballo de fuego.
La nubecilla se tornó en nube negra
con olor a muerte.
Y el caballo de fuego inició su loco galope
por colinas y montes.
Al paso de su pavorosa carrera
desaparecían los aromas silvestres,
los bellos paisajes pintados a la clorofila,
desaparecía la vida.
Humo negro, tierra negra, desolación y muerte.
Sólo quedó eso, eso y llanto.
Mi fiel amigo, mi viejo amigo,
vio venir a la muerte,
mas no perdió su sonrisa.
Su último aroma llegó hasta mí
como un beso de despedida,
como un abrazo que me envolvía.
Mantuvo su sonrisa
mientras el asesino de fuego le arrancaba la vida.
Quise correr a él
y apagar con mis lágrimas
el fuego que lo mataba,
pero no pude, mi fiel amigo, no pude.
El caballo infernal continuó su galope
y atrás quedaron los restos de mi viejo amigo,
sin aroma, sin sonrisa, sin vida.
Adiós, mi querido amigo,
ya no llegará hasta mí tu aroma
y tu sonrisa se elevó al cielo envuelta en nubes de humo.
Fue el fin de la vida inocente
de un pino solitario, de un fiel amigo,
que creció frente a la aldea.
Su recuerdo es un tronco ennegrecido,
en el mismo lugar donde naciera,
entre el monte y el cielo.