Apenas audible llega

el bullicio de las aves,

allá por el horizonte

se pierde la luz del sol,

sombras recorren la alcoba

hasta que asoma la aurora...

Así los días transcurren

del abuelo, padre, amigo     

y los años se suceden,        

la vida sigue su ritmo,        

a veces apoltronada,

música, ruidos foráneos,

algunos sólo silencios...

Silencios llenos de ausencias,

pero con muchos recuerdos

que devienen en sonrisas.

Sonrisas con muchas vidas,

entre jaranas y risas

que deleitan la memoria

y la envuelven con ternura.

Recordar juegos de niños

que se renuevan en ciclos.

Colegios y guardapolvos,

pizarrones y educandos.

De pronto llegan los hijos,

a ellos siguen los nietos,

más tarde ya son bisnietos.

Cuando el sol se desvanece

entre jornada y jornada,

ese mullido sillón

que lo acompaña a diario

mece y mece sus nostalgias,

se agolpan las aventuras,

sueña que trepa a un alado,

galopando va entre estrellas...