Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 64 – Otoño 2021
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

 

Arenga de la salida de Aníbal hacia Roma

Fiestas de Carthagineses y Romanos 2021. Pronunciada el jueves 23 de septiembre del año de la Esperanza, siendo Aníbal Víctor M. Nieto Roca

Este año de 2021, en la trimilenaria Cartagena, tras la tregua del covid, llegó el año de la Esperanza, y el general Aníbal volvió a marchar sobre Roma.

Los hombres estaban ávidos de marcha, de empuñar sus armas, de caminar una vez más hacia la Eternidad siguiendo los pasos de Aníbal.

Por eso quizás el Gran Carthaginés les ofreció un brindis, un brindis con los dioses y con los hombres.

Un brindis para hacer testigos a los primeros de la Gesta de los segundos, para otorgar un momento de placer antes de iniciar la marcha que ha de conducirles hacia la Eternidad. Aníbal les dijo:

 

Pero eso… no será esta noche


¡Amigos!

Aquí y ahora daremos el primer paso de una marcha que nunca se detendrá, pues nuestros pasos habrán de conducirnos a la Eternidad.

Pero eso no será esta noche...


Los dioses aguardan nuestra gesta. Desconfían al ver que un puñado de hombres desafían al destino, que hombres valientes se enfrenten a cuantos gigantes de piedra nos impidan el paso, a cuantas serpientes de agua nos quieran detener en su orilla, a cuantos enemigos a roca y fuego se interpongan entre nosotros y Roma.

Pero eso no será esta noche...


Quizá los dioses crean que tenemos sed de poder.

Ja, ja, ja... ¡Vosotros sois quienes me hacéis poderoso!

Quizá los dioses crean que tenemos sed de venganza.

¡Que se lo pregunten a mi padre, que ahora mora con ellos!

Y si creen que nos mueve la sed de sangre...

¡Nos la beberemos con la avidez con que los gemelos mamaron la leche de Luperca!

Pero eso no será esta noche...


Esta noche, amigos míos, ¡beberemos!

¡Beberemos con los dioses!

Mezclad el agua y la miel con el vino.

(Unas sacerdotisas preparan la mezcla en una jarra para después verterla sobre una copa plana sin pie para libaciones)

El agua fresca, cristalina, que mana en las fuentes, y recordad su sonido antes de iniciar una marcha en la que os beberéis el agua de la lluvia, la nieve, incluso el agua de los charcos.

La miel, que endulza vuestros labios, con aromas a romero, a tomillo y cardamomo..., antes de que vuestros cuerpos doloridos descansen cada noche entre el hedor de íberos, africanos y celtas en perfecta comunión con el estiércol de los elefantes.

Y el vino. Ese rojo placer con el que disfrutan todos los sentidos..., dicen que infunde valor a los cobardes, por lo que… ¿Ninguno de mis hombres entonces necesitará beber? ¿No es así?

(Murmullos)

Pero eso no será esta noche…


Si ofrecemos el vino a los dioses, que sacien su sed los hombres.

(Se sirven copas a los hombres mientras ceremonioso Aníbal liba su copa en el suelo)

¡Por el rayo de los Barca!

¡Por el trueno de Baal!

¡Por la luna de Tanit!

¡Por el ojo de Melkart!

¡Por las barbas del enano!

¡Por todos los dioses que incrédulos nos observan, derramo este vino sobre la tierra que amamos!

(Realiza la libación en tres golpes y alza la copa con sus dos manos al cielo)

En vuestra grandeza sois testigos de esta alianza, nuestra unión en el día de hoy será el principio de una marcha en la que juntos e indómitos avanzaremos por la libertad.

Vuestro es el privilegio de concedernos el deseo de regresar.

Vuestro es el favor de guardarnos de las peligrosas fuerzas que están dispuestas a desencadenarse contra nosotros.

Y nuestro..., nuestro será el honor de marchar sin descanso, el honor de luchar sin temor alguno y el honor de vencer al enemigo romano en la batalla más grande de la historia.

¡¡Marcharemos!! ¡¡Lucharemos!! ¡¡Venceremos!!

Pero eso no será esta noche…


¡Esta noche, amigos, bebed!

Apurad vuestras copas como si no hubiera un mañana, saciad vuestra sed, saboread el licor.

Porque quizá los dioses no crean..., pero yo sí lo hago.

Creo en la miel de Himilce que me llevo en la boca. Creo en el latir del corazón de Surus que anima nuestra marcha. Creo en todos y cada uno de vosotros, pues de vuestras gargantas habrán de surgir los gritos que nos recuerden cada día que estamos vivos. Los gritos de dolor al ver caer a tu hermano. Los gritos de aliento que nos mantengan en pie cuando las piernas flaqueen...

Por eso, amigos, aclarad vuestras gargantas y brindad conmigo

¡Victoria o Muerte!

¡Victoria o Muerte!

(Todos gritan y beben)

Pero eso no será esta noche…

(Rompe la copa ritual estrellándola contra el suelo)