Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 62 – Primavera 2021
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

Cuando oímos la palabra «virus», inmediatamente pensamos en algo malo y feo, en enfermedades y problemas. Y tenemos razón de sobra para ello. Si contamos solamente desde el siglo XX hasta nuestros días, las infecciones por virus han causado cientos de millones de muertes, muchas más que las dos guerras mundiales juntas. Entre los más letales se encuentran el virus de la viruela, hoy erradicado gracias a las vacunas; el del sarampión, para el que contamos con una vacuna muy efectiva; el de la gripe española, que mató en dos años entre 50 y 100 millones de personas; y el del SIDA, que ha causado la muerte de 35 millones de personas y para el cual todavía no contamos con una vacuna, aunque sí con antivirales que mantienen la enfermedad bajo control. Desafortunadamente, en este último año hemos presenciado el brote y expansión de un nuevo virus, el SARS-CoV-2, que ya ha infectado aproximadamente a 140 millones de personas y causado 3 millones de muertes.

Hay un refrán que dice: hasta de lo malo puede salir algo bueno. Pero, ¿podemos aplicar esto a los virus? Sin duda. Definamos primero brevemente qué es un virus. Los virus son extremadamente pequeños y simples, tanto que no pueden vivir por sí mismos. Por ello, entran en los seres vivos y los utilizan para multiplicarse en un ciclo que no termina nunca, pasando de ser vivo a otro. No hay ninguna forma de vida que no sea infectada por virus. Sin embargo, son muy selectivos. Así, tenemos virus especializados en infectar bacterias, otros a plantas, otros a animales y otros a humanos. Todos los ecosistemas terrestres están invadidos por un número altísimo de virus. Por ejemplo, una gota de agua de mar o un mililitro de aire contienen millones de virus, y cada día respiramos y comemos billones de virus. Entonces ¿por qué no enfermamos? Porque sólo una pequeñísima fracción de virus nos causa enfermedad, y con éstos nos encontramos de vez en cuando. Sin embargo, la inmensa mayoría de virus, los que nos encontramos cada día, o no nos causan daño o nos son beneficiosos.

Por ejemplo, los virus que infectan bacterias, llamados fagos, ayudan a mantener la proporción de cada tipo de bacterias en los ecosistemas terrestres y humanos. En la naturaleza los fagos son esenciales para mantener todo el ciclo de nutrientes en el suelo o en el agua. En nuestro cuerpo son esenciales para mantener una microbiota sana. Todas las superficies externas e internas de nuestro cuerpo están colonizadas por millones de bacterias que forman la microbiota. Estas bacterias nos ayudan a digerir los alimentos, y nos proporcionan vitaminas y sustancias muy beneficiosas para nuestra salud. La microbiota está formada por distintos tipos de bacterias que tienen que mantenerse en la proporción adecuada, ya que un aumento de un tipo u otro puede causarnos enfermedades. Pues bien, nuestro cuerpo contiene una alta concentración de fagos especializados en mantener la cantidad adecuada de cada tipo de bacterias para mantener nuestra microbiota sana. Por tanto, ni la tierra ni nosotros podríamos vivir sin estos virus «buenos». Es más, incluso los virus «malos» pueden llegar a ser beneficiosos. Por ejemplo, el virus herpes. Una vez nos infectamos con este virus, está con nosotros para siempre. Cuando está activo nos causa las típicas pupas en los labios que aparecen cuando tenemos fiebre o estamos estresados. Cuando la pupa desaparece, el virus queda «dormido» hasta que se vuelva a reactivar. Ahora conocemos que la infección por este virus protege de infecciones por bacterias malas para nosotros. Además, se observó que este virus tiene una especial afinidad por las células cancerosas, a las que elimina con alta eficacia. Esto ha llevado al desarrollo de una terapia muy novedosa contra el cáncer, que se basa precisamente en virus que infectan y matan las células cancerosas pero no afectan a células sanas. De hecho, en la actualidad ya hay una terapia aprobada que usa esta estrategia para tratar con éxito algunos cánceres de piel.

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