Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número
61 – Invierno 2021
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja
Trina Mercader
(Torrevieja 1919 – Granada 1984)
Sobre Trina Sánchez Mercader —éste es su nombre completo— existen dudas acerca de su lugar de nacimiento. En unas biografías se dice que nació en Torrevieja y en otras, que en Alicante. Para este punto no he podido encontrar documentación cierta y fiable que nos pueda sacar de dudas, pero sí puedo aportar algunos datos que «justifique» cada una de las dos opciones: su madre, Trinidad Mercader Mateo, era natural de Torrevieja, y su padre, Jenaro Sánchez Samper, de Pilar de la Horadada. Éste, militar de profesión, se encontraba destinado en Alicante en 1919, año de nacimiento de su hija Trina, y quizá aquí surge la confusión, pues si por un lado sería lógico pensar que un hijo naciera en el domicilio de sus padres, no es menos cierto que en aquellos años era costumbre que las parturientas acudieran a dar a luz a sus hijos en las casas de sus madres; esto es, que muy probablemente la madre de Trina viajara a Torrevieja para dar a luz en casa de la abuela de Trina, que residía en esta localidad. Lo que sí está documentado es que a los 11 años fallece su padre y se traslada con su madre a vivir a Torrevieja. Sea cual fuere el lugar exacto de su nacimiento, Trina siempre se consideró torrevejense.
Sigue existiendo confusión en cuanto al tiempo que residió en Torrevieja y el momento en que viajó a Larache en el entonces Protectorado Español de Marruecos, aunque la versión que considero más verosímil es la dada por la profesora Sonia Fernández Hoyos (Melilla 1978), cuya labor investigadora y docente ha desarrollado en la Universidad de Granada, y que se adentró en la vida y obra de la poeta con su trabajo Una estética de la Alteridad: la obra de Trina Mercader. La profesora Fernández Hoyos nos desvela que encontrándose Trina en Larache junto a su madre visitando a unos familiares, estalla la Guerra Civil Española impidiéndoles regresar a la península. Deciden quedarse allí, acogidos en la casa de su prima María López Mercader, que estaba casada con Bonifacio Balaguer, hijo de Antonio Balaguer Tuso, carpintero torrevejense que se había afincado en Larache a principios del pasado siglo XX.
Atendiendo a este dato, podemos afirmar que su viaje a Larache lo realizó cuando tenía 17 años. Trina, en plena adolescencia, se adapta rápidamente al ambiente entusiasta y cosmopolita de la ciudad, se enamora de su color, de su cultura, de la poesía marroquí, que dejaron una profunda huella, tanto en su vida como en su obra. Es una mujer apasionada y decide que es allí donde quiere vivir.
Trina es inquieta y necesitada de actividad, le gusta leer y escribir, y ese entusiasmo la lleva a fundar con una especial ilusión en 1947 Al-Motamid. Versos y prosa, revista bilingüe en árabe y español, de la que además fue directora y que se estuvo publicando hasta 1956. En ella colaboran poetas árabes y españoles como Vicente Aleixandre o Juan Ramón Jiménez. Con la publicación de esta revista, Trina perseguía un claro objetivo: crear un diálogo poético entre las dos culturas, la musulmana y la cristiana, y dar a conocer la obra de jóvenes poetas marroquíes hasta entonces desconocida fuera de sus fronteras.
Su vida en Marruecos se alternó entre Larache y Tetuán y fue una mujer muy valiente, si tenemos en cuenta que el trato y respeto imperante en aquella época y bajo aquella cultura que se daba a las mujeres no era el más idóneo para desarrollar la actividad en la que había fijado su propósito. Pero nada de todo ello la arredró, sino que la fortaleció y supo capear con éxito las adversidades que a cada paso la acechaban, consiguiendo abrirse camino en aquel ambiente cultural de tendencias mayoritariamente machistas. La ambición cultural y de saber de Trina no se quedaba sólo en la poesía, iba más allá; se interesó asimismo por la obra de escritores, pintores, dibujantes, escultores, ensayistas, historiadores y arqueólogos que hicieron obra sobre Marruecos, como así queda manifestado por ella misma en una carta que dirigió en
Trina no fue una escritora prolífica y tuvo una formación poética autodidacta. Tenía como referente la poesía de Federico García Lorca, y también admiraba la de los clásicos del Siglo de Oro español. Solamente publicó tres poemarios. En 1944 aparece su primera recopilación, titulada Pequeños poemas, bajo el seudónimo de Tímida. Doce años más tarde, en 1956, sale a la luz su segundo libro de poemas, titulado Tiempo a salvo, ya bajo el nombre literario de Trina Mercader. Ese año se produce la independencia del Protectorado Español de Marruecos. Trina, que era funcionaria allí, decide volver a España en 1958 y pide el traslado a Granada, porque, según ella, era la ciudad con la afinidad cultural más parecida a la de la tierra que había tenido que abandonar y de la que se había llegado a enamorar profundamente.
En Granada ejerce como jefa del archivo de la ciudad y conoce a un joven escritor, Antonio Muñoz Molina, que trabajaba en el negociado, entra en contacto con el círculo poético de aquella ciudad y traba una fuerte amistad con muchos de ellos, especialmente con Antonio Carvajal Milena (Albolote 1943), poeta y profesor de la Universidad de Granada, quien a la postre sería la persona a la que Trina dejó la custodia de su legado para que no se perdiera, ya que no tenía familiares directos en primera línea de sucesión. Sólo se le conoce una corta relación, allá en Marruecos, con un chico llamado Antonio, que no llegó a fructificar, pues el destino los separó y no llegaron a reencontrarse nunca más.
Antonio Carvajal y otros amigos de Trina la animan a seguir escribiendo, y en 1971 publica su tercer y último libro de poemas, titulado Sonetos ascéticos.
Se cree que la obra de Trina es más amplia, que escribió muchos más poemas de los que se han hecho públicos, y se desconoce el motivo por el que no llegaron a publicarse, si fue porque ella no quiso o es que no tuvo oportunidades. A pesar de que centró su obra en la poesía, también sabemos que cultivó la prosa poética y llegó a escribir algunos relatos, pocos, en prosa pura, que de momento siguen inéditos. Su archivo literario dejó dicho que a su muerte pasara a manos de su «familia granadina», que la acogió y a la que tanto quería. Como ya hemos comentado, el poeta granadino Antonio Carvajal fue el depositario del legado, que a su vez cedió a la Fundación Jorge Guillén, con sede en Valladolid, para su custodia, estudio y catalogación. El extenso fondo documental se encuentra en veinticinco cajas, que esperamos nos ofrezcan nuevas noticias de la vida y obra de su autora.
En 1980 es invitada por el Instituto Hispano-Árabe de Cultura a dar una conferencia en Madrid para hablar de sus vivencias y publicaciones en Marruecos, que impartió bajo el título de Al-Motamid e Itimad: una experiencia de convivencia cultural en Marruecos. Antes de dirigirse a Madrid, viaja a Torrevieja a visitar a sus primos María y Bonifacio Balaguer, con quienes pasa unos días recordando su infancia en nuestra ciudad y para agradecerles la acogida que le dieron a ella y a su madre en Larache en unos momentos muy difíciles de su vida y de la historia de España. De esta visita a Torrevieja en 1980 tenemos constancia gracias a una tarjeta postal que desde nuestra ciudad envió a su amigo, Fernando de Agreda Burillo (Madrid 1945), prestigioso arabista y estudioso de su obra en cuyo remite indica la dirección «Calle María Parodi, 1, Torrevieja», lugar donde se ubica la casa de la familia de Manuel Balaguer, nuestro admirado pintor, que fuera director de la Escuela Municipal de Pintura y que es descendiente directo de nuestra protagonista.
Sus primos la acompañan a Madrid para arroparla en su conferencia, demostrando una vez más el cariño que a Trina profesaban. Invita a asistir a la misma a dos grandes poetas con los que le unía una fuerte amistad personal: Carmen Conde, admiradora y colaboradora de su revista Al-Motamid. Versos y prosa, y Vicente Aleixandre, con quienes mantuvo una extensa relación epistolar.
Su vida transcurrió entre el triángulo formado por Torrevieja, Larache y Granada, dejando una profunda huella de admiración y consideración entre aquellos que tuvieron la fortuna de conocerla.
Murió en Granada el 18 de abril de 1984, y allí, en el cementerio de San José, sus restos mortales descansan a mitad de camino entre su recordada Torrevieja y su amado Marruecos.
La poesía española y la cultura torrevejense tienen una gran deuda pendiente con Trina Mercader, una mujer sencilla, que escribía con un lenguaje sencillo, limpio y claro. Una mujer con gran ilusión, de una profunda espiritualidad y de una humilde soledad, que la acompañó durante toda su vida. Una mujer con coraje, decidida y adelantada a su tiempo, que dedicó su vida a la poesía y a los poetas, que creía ciegamente en lo que hacía con todo su convencimiento y que fue respetada y valorada por los grandes poetas y escritores del tiempo que le tocó vivir.
En Torrevieja, en honor a la verdad, no podemos decir que Trina Mercader es la gran olvidada; sería más justo decir que es la gran desconocida, pero siempre es tiempo para que plumas más autorizadas buceen en su vida y obra, la arranquen de ese desconocimiento y la pongan en el lugar que, sinceramente, creo que en justicia le pertenece.
Trina espera el homenaje de su pueblo, un homenaje en el que se la diera a conocer y nos hablara de la especial mujer que fue y que al mismo tiempo nos acercara al conocimiento de las tribulaciones que sufrieron aquellos torrevejenses que, en el pasado siglo, tuvieron que abandonar su pueblo en busca de otras tierras y oportunidades que les permitieran sacar adelante a sus familias y que en muchos casos encontraron en tierras marroquíes.
Torrevieja, 30 de diciembre de 2020