Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número
60 – Otoño 2020
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

Con menos de un gramo de peso, diez centímetros de envergadura y alas del grosor del papel de fumar, la mariposa monarca realiza, cada otoño, la proeza de desplazarse más de 4.000 kilómetros en su vuelo migratorio, de ida y vuelta, desde Canadá hasta Méjico.
Danaus plexippuses el nombre taxonómico que le han asignado a esta llamativa mariposa de tonos rojoanaranjados y trazos negros. Danaus viene a decir somnoliento; y plexippus, transformación. Esta especie pone sus huevos en el envés de las hojas de la asclepia, uno por hoja. De éstos nacen unas diminutas orugas con rayas amarillas y negras. Aproximadamente doce días después, las orugas se cuelgan de cabeza en una ramita oculta, su piel se rompe y debajo aparece una nueva piel que se endurece, formando una crisálida, donde se llevará a cabo la portentosa transformación de oruga a mariposa monarca adulta.
Pero lo que la hace diferente de las demás mariposas es que la monarca es capaz de hacer algo que no hacen los demás insectos: un vuelo migratorio de 4.200 kilómetros, y además, de ida y vuelta. Una gesta verdaderamente asombrosa.
El ciclo vital normal de la monarca es de cuatro a cinco semanas a lo largo del año. Las generaciones de estas mariposas se suceden unas a otras sin que ocurra nada especial que altere este ciclo vital, pero cuando en Canadá y Estados Unidos nos acercamos al equinoccio de otoño, entonces tiene lugar el prodigio: nace la generación Matusalén. Esta generación se caracteriza por su extraordinaria longevidad, su ciclo vital tiene una duración entre siete y nueve meses. La generación Matusalén es la que logra la proeza migratoria que la lleva desde Canadá y Estados Unidos hasta los territorios de Michoacán en Méjico, donde pasarán su hibernación en los bosques de pinos y cedros de la cordillera mejicana. Posteriormente, llegada la primavera, realizarán el viaje de vuelta a sus lugares de cría en Canadá y parte de los Estados Unidos. Tras la generación Matusalén, la monarca volverá a sus ciclos vitales ordinarios de cuatro o cinco semanas, sin que se vuelva a producir nada que altere su ciclo reproductor, hasta el siguiente otoño, en que volverá a nacer una nueva generación Matusalén.
La mariposa monarca está extendida por casi todo el mundo, pero sólo las que viven en Norteamérica son las que protagonizan esta asombrosa migración. Su capacidad de orientación es portentosa, pues no conocen previamente su lugar de destino en Méjico central. Tiene dos pares de alas de un brillante color rojoanaranjado con venas negras y puntos blancos a lo largo de los bordes. Se alimenta de una planta llamada algodoncillo o asclepia, que contiene una sustancia tóxica que almacena en su cuerpo y le sirve de defensa frente a sus depredadores.
Aunque la mayoría de animales asocia colores vivos y chillones (como rojo, naranja, amarillo o negro) con un aviso de peligro (aposematismo o coloración de aviso), algunos de ellos, como la calandria (ave capaz de imitar el canto de otras aves) o el bolsero tunero (ave cuyo hábitat se extiende desde el suroeste de Estados Unidos hasta Méjico), se alimentan de mariposas monarca sin mayor problema.
La tala de árboles y los herbicidas ponen en peligro la supervivencia de esta excepcional especie de lepidóptero, que va reduciendo su población a medida que se reduce su hábitat natural, los montes de pinos y cedros, y la hierba que le sirve de alimento, la asclepia. El cambio climático afecta también a la mariposa monarca, al obligarla a cambiar sus patrones migratorios, desplazándolas más al norte con la consiguiente ruptura de equilibrio en sus rutas migratorias.
Fuentes:
www.wwf.org.mx › que_hacemos › programas › mariposa monarca
www.worldwildlife.org › descubre-wwf › mariposa-monarca
www.soymonarca.mx
Danaus plexippus, Wikipedia