No necesitas ocultarte en la noche,

te basta una microscópica gotita de aliento

y la insolidaridad de los egoístas.

Tu víctima nunca sabrá que te tiene delante,

por eso será una víctima fácil.

 

Robas miles de vidas y arrancas la paz a miles de hogares,

mientras suenan las risas sin futuro

de los adoradores del botellón

y las palabras necias de los necios ignorantes

que todo lo saben.

 

Eres la gran oportunidad para los oportunistas de la política,

siempre dedicados al juego del descrédito ajeno.

Egoísmo, irresponsabilidad e ignorancia son tus aliados;

batas blancas, generosidad y valor ante el miedo, tus enemigos;

la estocada de la vacuna antiasesina, tu final.

 

Cuando lloremos a tu última víctima,

cuando la vida vuelva a ser un derecho para todos,

cuando las mascarillas no oculten más las sonrisas en las calles,

volverá a brillar el sol para los limpios de conciencia

y para los sucios también.

 

Los botellones seguirán llenando sus noches vacías,

políticos y necios seguirán con su particular comercio de estupideces,

en su insolidaria feria de las vanidades.

Los demás guardaremos el silencio que sucede a la tormenta

y confiaremos al teclado nuestra fe en un futuro mejor.