Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 59 – Verano 2020
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

 

75 años de la muerte de Ana Frank

 

El Diario de Ana Frank

Un libro, para preparar un viaje literario y real  

© Jesucristo Riquelme, Magdalena Talamás y Carlos R. Talamás

 

 

Nos vamos a Ámsterdam...

con el diario de Ana Frank

 

 

 

 

  

 

 

 

0. Los prolegómenos. De la teoría a la praxis

«Leer no es matar el tiempo, sino fecundarlo». Esto decía la maestra argentina Herminia Catalina Brumana (1897-1954), cuyo primer libro, Palabritas (1918), estaba pergeñado con el propósito de promover la lectura entre sus alumnos; el segundo que publicó, Cabeza de mujeres (1923), era un conjunto de narraciones breves sobre la mujer dirigido a las mujeres; en los siguientes, Brumana continuaba su lucha por los derechos de las mujeres y por el deber de la justicia social de amparar a los niños pobres hasta darles escuela. Llegué a esta autora en mi estancia andina a primeros de los años 90 del siglo pasado. Ya había leído el Diario de Ana Frank en mi juventud universitaria: y, no sé por qué, pensé que a la niña Frank le hubiera gustado ser como la maestra y feminista Brumana: buena persona entregada a la escritura, porque escribir da luces y abre ojos, estimula y despabila, se mueve entre las razones y las emociones, impulsa oportunidades y, por fin, cuelga la pereza de no trabajar por uno mismo y por los demás.

Camino a Copenhague, donde, años ha, pasamos el verano con la parte italiana y danesa de la  familia Talamás, hicimos escala en Ámsterdam. Apenas estaríamos unas doce horas. Suficientes para acudir a las dos únicas direcciones que llevaba anotadas, repetía mi padre (con otras palabras): una nos llevaría a un genuino restaurante del barrio del Jordaan, junto al Westermarkt –el mercado del Oeste–, y la otra, a la Anne Frank Huis –la casa de Ana Frank– en el número 263 de Prinsengracht (o, por si había dudas, en Westermarkt, 20), en la zona del canal más antiguo del río Amstel. «La de la casa-museo no va a ser una visita agradable, pero sí es necesaria», mascullaba mi progenitor. A saber. Yo era un crío, espabiladillo, pero un crío.

 

Ámsterdam. Destacado en azul, el edificio de la casa de Ana Frank

 

Lo ideal, para un leedor que quiere convertirse en lector –como apuntaba el poeta Pedro Salinas–, a la hora de emprender un viaje es prepararlo habiendo leído un libro literario dedicado a esa ciudad o ese ambiente. Para pesar de nuestro imberbe hijo menor, Carlos, habíamos coincidido Magdalena –su madre– y yo en leerle previa y detenidamente el Diario de Ana Frank. ¡¿Acaso teníamos ya quistes cerebrales de maltratadores tolerados (o aplaudidos) por la sociedad?! No, no.

En realidad, lo hacíamos con varios objetivos: el de leer por placer, el de leer por placer y enriquecimiento emocional, el de leer por placer, enriquecimiento emocional y conocimiento, y el de leer por placer, enriquecimiento emocional, conocimiento y estímulo práctico. Por todo ello y en ese orden: sin prisas. Dedicaríamos una semana y media a la proeza familiar de dar ejemplo con la lectura, disfrutar y hablar todos de lo leído poco a poco. Leeríamos entre 20 y 30 páginas al día. Y lo comentaríamos no como un examen, sino como un deleite, como parte del gozo de profundizar... para llegar al agua subterránea que permite el cultivo en tiempos de sequía.

[—Papá, es una metáfora muy compleja. Eso no lo entiende ni el mejor escoliasta, como dices tú.]

Se trataba de un diario –el de Ana Frank– y esto atraería a un adolescente como nuestro benjamín: podría imaginar él situaciones problemáticas y tendría que solventar él peligros imaginarios como los que le planteábamos cuando, aislados, en pleno campo o en pleno bosque (y en plena hipótesis), no dispusiéramos de vehículo ni de comida en la despensa hasta que transcurrieran tres días y llegara a socorrernos la familia. Siempre la familia. Un diario está lleno de sentimientos, de emociones, de razones y sinrazones; y de avatares del día a día, y de conocidos y amigos, y familiares.

Al estar escrito el diario de Ana Frank por una niña, o por una adolescente, siempre tiene un enfoque que puede ser compartido por un lector niño, o adolescente. Además, por enmarcarse en una tragedia histórica, hace viajar al lector por el túnel del tiempo: y, sin que nadie se lo diga, se da cuenta de que lo que lee le sirve, porque lo emociona y le hace exprimirse el cerebro: sí, porque leer da sueños y fecunda el tiempo: ¡incluso en los tiempos digitales que hoy corren y vuelan por la fibra óptica y por el smartphone! Perdón: me he puesto sesuda.

—Mira, hijo. Somos historia: nosotros somos presente, sí, pero también somos pasado, y una mirada atrás hacia el futuro nos interesa. El peso de la tradición y el lastre de lo ancestral solo es sabiamente contenible con el vuelo de la vanguardia y el empuje de la innovación. ¿Entiendes?

—No.

—¿No has entendido nada?

—No.

—No te preocupes. Quiero decirte que un pueblo –o un joven como tú– que no conoce su historia está condenado a repetirla, con sus errores y sus penurias, sus dramas y sus tragedias. ¿Entiendes?

—No mucho.

—Bueno, pues vamos a otra cosa. Vamos a jugar a lo que tú quieras.

—Vale. Genial... Esto sí lo entiendo. Pero luego leemos, ¿eh? A ver quién lee más deprisa.

 

 

Diversas hojas manuscritas en holandés  del diario de Ana Frank

 

Gabriel García Márquez, Gabo, el periodista y novelista colombiano, declaró al diario El País (Madrid, 27 de enero de 1981): «Un curso de literatura no debería ser mucho más que una buena guía de lecturas». Esta frase sintetizaba mi intento de labor docente ya en aquellos tiempos, a cuatro semanas del tejerazo, el frustrado golpe de estado del coronel Tejero. [¿Recuerdan, o son mileniales?] Como profesor, en el aula –y como padre paliza, en casa–, yo aspiraba a ser –lectura tras lectura– una suerte de mediador o guía literario: aprovechando un tema cotidiano, una inquietud propia de la edad, motivaba la reflexión y fomentaba la lectura; después de seleccionar y ofrecer varios libros que trataban el asunto en cuestión, aunque fuera de pasada, vendría el hábito de leer. Y vendrían a continuación las creatividades, o sea, las actividades creativas a raíz del libro o del pasaje leído. Los aprendices, si se divierten, aceptan el juego de la lectura, y, con el tiempo, ésta no deja de ser un entretenimiento útil y una necesidad. Porque leer no mata el tiempo, sino que lo fecunda. ¡La lectura engancha más que la... moda!

Pero, ¡ojo!, los libros literarios, o no literarios, han de ser ofrecidos de manera individual a un lector concreto, nunca a un grupo heterogéneo de un aula. Es así de complicado. Ahora bien, con frecuencia, cierto es, ocurre como ocurre cuando vamos al médico a ver qué nos diagnostica y qué nos prescribe para sanarnos: cada uno es distinto a otro, pero la mayoría de las veces el facultativo receta el mismo medicamento. Con los planes de lectura sucede algo parecido: si el guía sabe poner en la trocha adecuada al poco avezado lector, y lo sazona de emoción, razón y pasión en dosis proporcionadas, estaremos ante una presa fácil de atrapar por las carnívoras hojas de los libros y de sobrevivir con más fortalezas.  

En todos los hogares saben que los hijos que más leen mejor rendimiento académico obtienen. Quienes más y mejor leen se sienten felices con sus placenteras lecturas: se evaden y se forman, desfogan su imaginación y se informan, y todo a la vez, salvo los frikis de la fantasía alienante (o alienígena... o marveliana). Y, como decía una campaña periodística, «Una persona sin información es una persona sin opinión». Y pocas cosas hay en el mundo –en su mundo adolescente– que no gusten más al adolescente que sentirse escuchado, que sentirse importante o, si puede ser, por favor, prota. Aunque, para ser protagonista o actor principal, hay que demostrar que se es líder o que le sienta bien el laurel sobre su cabeza.

—¿Te refieres, papá, al aura laureada sobre su cabeza?

—Eso es.

—Yo creo que con tanto rodeo estás hablando del aprendizaje con-sentido. Leer lo que gusta fascina y sacas tiempo para estar solo y concentrado. Ya te lo digo.

—Cuidado: decir que lo que gusta fascina roza la tautología. ¿Entiendes?

—No. ¿Tú me has comprendido lo de aprendizaje con sentido y consentido?

—Aprendizaje significativo, ¿no?

—No lo sé. Pero yo me entiendo, y hace unas líneas que ni podía seguirte, guía.

 

 

Marcas del crecimiento de Ana y su hermana Margot, ocultas en la casa de atrás (1942-1945)

 

—Carlos.

—Dime, mamá.

—Vamos a ir a Ámsterdam, antes de ver a la tía Eva Margarita en Copenhague.

—Ya lo sé. ¿En cuántos países he estado?

—Espera, espera. No me saques la cuenta, que yo ni me acuerdo.

—Lo importante, hijo, sería que esos países o esas gentes, o su cultura, pasaran por ti, y se quedara algo que tú pudieras aprovechar. ¿Me entiendes?

—No mucho. He estado en dos continentes... y en seis países... Francia, Italia, Suiza...


Lo ideal es que el lector reciba unas indicaciones y elija su camino: es decir, en nuestros términos, que elija su lectura. De todas formas, siempre podemos decir al confiado aprendiz que ese libro es muy largo, o que ese otro es para personas algo mayores, o que ese otro lo leí y no me gustó demasiado..., pero que ¡este libro sí que me espabiló y me sobrecogió y me encantó! Yo creo que te va a gustar.

—Papá, te salió el complejo de guía-perro. ¡Déjame que elija yo! Parece que el libro este sea tuyo. ¿Hay otros, no?

—Deja a tu padre y elige. Pero, una condición sí que te pongo: elige algo relacionado con el viaje a Ámsterdam, y con la II Guerra Mundial que estás estudiando en clase.

—Jo, mamá. Tú eres claramente una guía-perra.

—¡Hijo!

—¡Mamá! ¡Viva la libertad! ¡Viva la autonomía! ¡Viva la madre mía! Yo elegiré: no te rayes. Yo elegiré lo que vosotros queréis. El caso es pasarlo bien.

En la estantería se han apilado varios libros que son diarios. Uno está junto a un DVD: Diario de Bridget Jones.

—Es una peli buenísima, de 2001, dirigida por Sharon Maguire; basada en la novela, de 1996, de Helen Fielding. Pero no tienes edad aún. Es para gente soltera de treinta y tantos... Ya la verás.

—Diario de un niño tonto(1946), Memorias de un niño tonto (1981) –leo para mí, pero se me oye entre dientes (casi de leche aún).

—Estos dos son dos relatos del humorista Tono: tiene pasajes de desternillarse.

—Tono era el pseudónimo: su nombre artístico. Su nombre verdadero era Antonio Lara de Gavilán. Perteneció a la que se ha dado en llamar la otra generación del 27. Es divertida lectura para una Navidad tranquila en casa. Tono era giennense. ¿Me entiendes?

—No mucho.

A continuación, se leía en la portada de otro libro, pequeño, Sin noticias de Gurb. Eduardo Mendoza. Y en otro, pequeño asimismo, medio tapado, El diario violeta de Carlota. Gemma Lienas. Y, finalmente, entreabierta, reposando en una leja, una novela gráfica: Nina. Diario de una adolescente, de Agustina Guerrero; y otro librito más de ella: Diario de una volátil. «¡Qué buena pinta!».  

—No te creas, que este libro proviene de un blog que ella lanza al espacio digital, creo, desde 2011, con veintitantos años. Me parece chispeante e ingenioso, de verdad. ¡Yo tuve veintitantos también, no creas!

—Bueno, pues, de todos, como vamos a ir a Ámsterdam y como ahora estoy repasando las dictaduras fascistas y todo eso de las guerras del sigloxx y también las fobias mundiales y tal, ...voy a elegir... ¡sorpresa, sorpresa...!, el Diario de Ana Frank.

—Muy buena elección.

—Ni yo lo hubiera elegido mejor.

—Bueno, pero con una condición.

—A ver. ¿Cuál?

—Que lo leáis conmigo: a mi lado. Que de verdad lo comentemos todo, o casi todo. Aunque vayamos más lentos. Bueno, si me va gustando.

 

 

La estantería que, como puerta giratoria, ocultaba el acceso al «anexo» de  la casa de atrás de Ana Frank (Ámsterdam)

 

El Diario, de Ana Frank, es un libro muy serio aunque fuera escrito por una niña. Nos sorprendió nuestro hijo, porque logró acabarlo: con nosotros al lado. Fue una de las mejores experiencias de lectura compartida: de lectura con-partida, como diría mi hijo, que ya le ha tomado el gusto a los calambures y a otros juegos de palabras del tostonazo de su padre. Y se ríe (o frunce el ceño) cuando lee y, a veces, se ríe (o frunce el ceño) cuando está pensando o cuando está imaginando. Voy a descubrir un secreto: mi hijo se está haciendo amigo de esa loca de la casa que es la imaginación. Así la llamaba Voltaire.

—Mamá, ¿te imaginas...? Sólo con imaginármelo, papá, me troncho. ¿Se dice así?

—Claro. Lo puedes decir de muchas maneras. ¿Qué tal te llevas con la imaginación?

—Yo creo que bien: porque las cosas pueden ser o pueden «acontecer» de muchísimas formasss.

—Muy bien dicho, hijo. Ahora dilo de otra manera.

—Jo, papá. ¿Te ríes? Pues mira. ...Lo de otra manera.

 

 

Años después de los sucesos narrados, nuestro hijo es orientador y, de vez en cuando, propone una modesta terapia colectiva para curar una enfermedad de transmisión textual: el hábito de la lectura. Algunos adolescentes lo han bautizado como el Club de la lectopatía. Y sentirse, y llamarse entre ellos, lectópatas les cae en gracia.

Ha coordinado y dirigido, que nosotros sepamos, tres sesiones de lectopatía, basadas en tres narraciones muy distintas: Campo de fresas, de Jordi Sierra i Fabra; El lazarillo, la novelita renacentista en formato epistolar; y el Diario, de Ana Frank. El objetivo en cada caso era muy distinto, pero ha funcionado el trabajo colectivo, la lectura individual y concentrada –pausada y deleitosa– y la puesta en común para reflexionar y escuchar a los demás. No es poco.

 

Método Micomicona

Recogemos a continuación los consejos para seleccionar una lectura de entre varias propuestas que se ofrecerán a los aprendices de enseñanza secundaria (o a nuestros hijos en esa edad). Es lo que hemos bautizado como método Micomicona: el procedimiento pedagógico que hemos seguido en nuestros libros de la editorial valenciana Micomicona para la asignatura de Lengua y Literatura.

 

   

1. El punto de partida es éste: hay que leer, sí, pero hay que leer, aunque libros insulsos, siempre que éstos estén recamados de emoción, excitación y pasión. Pronto llegaremos a la simbiosis de emoción y razón: alimento de la madurez y el proceso de formación.[1] No tengamos prisas.

2. La lectura adolescente requiere libros que no tengan ni una línea de más, pero también ni una línea de menos. Preferiblemente no demasiado extensos –en el inicio del proceso de hacer lectores–: concisión es la palabra. Para muchos de ellos, que confunden la palabra, la palabra es brevedad. «Profesor, este libro es muy gordo». «Profesora, este libro sólo tiene letras». Poco a poco. Ya llegará el momento de los libros de centenares de páginas si sus gustos van por ahí. Ahora estamos empezando a hacer lectópatas que socialicen a las mil maravillas, no raritos que desconecten.

3. Para aumentar la capacidad comunicativa –objetivo principal del proceso de enseñanza/aprendizaje de la secundaria–, el vocabulario de nuestra obra ha de ser el adecuado: partirá de palabras conocidas e irá invitando a usar, en un contexto identificable, unas pocas nuevas expresiones; pero el todo de lo leído se ha de entender aunque algunas voces sean, por lo pronto, inauditas para el adolescente.

4. Hemos de huir, en nuestros libros –y en nuestra vida–, de temáticas banales: de la conversación vacía, de coloquios vacuos, de la vacuidad expresiva.[2] Así aprenderemos palabras asociadas unas a otras: vacío, vacuo, vacuidad. Las novelas llamadas juveniles que recurren exclusivamente al argot juvenil pobre en el léxico, raquíticos en razonamientos y falto de afectos... o matices o inquietudes o profundidades, no nos interesan más allá de saber recoger un sociolecto determinado. Tengamos en cuenta que los matices, las emociones y las razones, las precisiones y las incursiones en el pensamiento (y en la acción investigadora o intelectual –no quería utilizar estos dos últimos adjetivos: investigadora e intelectual, pero son imprescindibles y, por ello, hay que emplearlos–) no se pueden expresar con la herramienta lingüística de lo popular, lo cotidiano o lo infantil[3].

5. La literatura que más gusta, inicialmente, a los niños y a los adolescentes, es la de cuentos o historias con una trama existencial en la que los neolectores –o neoescuchadores– se ven retratados o reconocen el contexto. Esa trama y cómo se trata esa trama influyen en la vida del neófito: una buena historia muestra conflictos –como él empieza a tener y sufrir– y ofrece alternativas... posibles y plausibles.[4] Los personajes,  a ser posible, deben ser seres con una vida anterior, con un pasado: sus vidas, para ser plausibles, han de estar llenas, aunque sólo veamos la punta del iceberg. No hace falta que el lector se identifique con él: ni siquiera es obligación del autor asimilarse a sus protagonistas. ¡Cuántas veces un personaje de una novela, notoriamente mejorable como persona por su comportamiento exento de ética, resulta simpático al lector! ¿No es eso lo que ocurre con Lázaro de Tormes? La novela de mediados de nuestro sigloxvi, anónima –y no por casualidad–, consiste en una carta del protagonista a su señor («Vuesa merced») en la que cuenta su vida para justificar –comprender y justificar– que él tolera y acepta la conducta de su mujer que, según dicen las gentes del pueblo, es la barragana del clérigo que le da trabajo y bienestar... a él (y a ella, claro). La novela, simpática y comedida –como corresponde a la estética renacentista–, hace simpático a Lázaro hasta el punto de no reparar en su caso como un caso comedido de desmoralización de la sociedad retratada. El hecho de que sea él mismo el que narra es relevante: es un personaje marginal y pobre ¡y la novelita comienza con un perturbante «Yo»!: perturbante para la época imperial. La novelita no tiene desperdicio: y parte de su virtud literaria estriba en ese punto de vista o perspectiva de lo narrado: esto es, quién narra, cómo se nos hace ver esa realidad a través de unos ojos y una mentalidad y un propósito, que no es otro que el de Lázaro ya acomodado: simpático y comedido.

6. La historia y las historias que conforman el libro que leemos coadyuvan en un diálogo fructífero entre el pensamiento y el quehacer del lector adolescente y las formas en que se expresa el libro que no se cae de sus manos: muy al contrario, este libro, y otro, y otro, lo va haciendo un lector crítico. Poco a poco.

7. No nos interesan de las lecturas de posiciones maniqueas, ni de moralejas cargadas de moralinas sesgadas o de ardides proselitistas. Más bien nos incumben planteamientos abiertos que motiven la meditación sobre los valores tradicionales, sobre los valores humanos denominados universales, o que den entrada, con la discreción precisa, a asuntos tabú como la sexualidad, las creencias religiosas y del más allá, el orden familiar, la autoridad, los lazos incondicionales de la amistad, etc.

 

 

Los poemas de García Lorca, de lectura obligatoria para el acceso a la universidad, comentados exhaustiva y contextualmente para aprender y emocionarse (y para sacar un 10 en la EBAU)   

 

El proceso de enseñanza-aprendizaje que siempre hemos postulado es el que preconiza un enfoque comunicativo y participativo del estudiante –que se sienta importante–, un aprendizaje funcional o significativo –que sea útil y aplicable–, una maduración del conocimiento y las destrezas que convierten al ser humano, en sus fases de crecimiento, en autónomo y social, en capaz de acceder a lo cognitivo y a lo emocional, sin dejar de ser uno mismo, pero nunca aislado. En el aprendizaje, el alumno ha de sentirse protagonista, sentir que importa al profesor y que es la palanca del estudio y de lo estudiado. La enseñanza, como la lectura, ha de ser práctica y alejarse de la monotonía: ha de ser variada, sorprendente, atractiva. Del lema clásico de enseñar deleitando, jamás hay que olvidar el enseñar, que es la parte patente del eslogan, y el aprender, que es la parte latente. Enseñar y aprender resultan dos conceptos inextricables: en román paladino, hijo, inseparables; en semántica tradicional, recíprocos, puesto que se necesitan el uno al otro. 

 

 

Foto de Ana Frank encabezando las páginas de su diario   

 

Vamos a pedir a nuestros alumnos –a los que hayan elegido leer el Diario– que pasen una semana, o semana y media, con Ana Frank, sumergidos en los años 40 del siglo pasado, con la amenaza del holocausto o genocidio nazi durante la II Guerra Mundial. Les vamos a pedir que lo lean con los ojos de Ana y con sus propios ojos de hoy. Van (Vamos) a leer cada día unas 20 o 30 páginas. Y tendrán que ir respondiendo a un escueto cuestionario para afianzar sus conocimientos y sus ideas dirigido por sus guías literarios: bien en casa, bien en el aula.[5]

 

 

I. FICHA DE LECTURA


1. DATOS TÉCNICOS

1.1. Título:     Diario ("La casa de atrás")                    Autora: Ana Frank

                        Lengua original: neerlandés            

Ø      Traducción: Diego J. Pulls

                        Traducciones: A 67 idiomas.

                        Más de 70 millones de ejemplares vendidos.

Ø      Propiedad del manuscrito:

                        Instituto Holandés de Documentación de Guerra RIOD.

1.2. Editorial: Plaza & Janés (Edic. de bolsillo)

Lugar de edic.: Barcelona    

Fecha de edic.: 2000 (19471.ª).           N.º de págs.: 298.                    Ilustraciones: no.

Versiones:    Cinco versiones: la original manuscrita y la abreviada

(corregida por A. Frank al escuchar al Ministerio de Educación holandés en el exilio, en la primavera de 1944, su intención de publicar las memorias de guerra), y 3 impresas: la 1.ª, censurada por el padre, fallecido en 1980 (con omisiones de intimidades, de censuras a la madre y de menciones escabrosas o sexuales); la 2.ª, la más completa, reescrita por la alemana Mirjam Pressler, aceptada como definitiva por la Fundación A. Frank, de Basilea. Existe una 3.ª, con amplias notas, pero no comercial, editado por el Instituto Holandés de Documentación de Guerra (RIOD).

Adaptaciones: Teatro. 1955, Frances Goodrich y Albert Hackett, ganadora del Premio Pulitzer en 1959).

En España ha habido dos adaptaciones, ambas dirigidas por José Tamayo, en Madrid: 1] versión de José Luis Alonso, en 1959 (Teatro Español), con Berta Riaza como Ana Frank; 2] versión de Juan José Arteche, en 2001 (Teatro Bellas Artes), con Carmen Martínez Galiana como Ana Frank.

Cine. Se conocen tres adaptaciones: 1] versión de George Stevens, en 1959, sobre la versión teatral de EE. UU.; 2] una versión televisiva, en

1980; 3] versión de Kirk Ellis, para una miniserie, dirigida, en 2011, por Robert Dornhelm, basada en la biografía de Ana Frank, de la austríaca Melissa Müller (1990).   

1.3. Fecha de escritura: 12 de junio de 1942 a 1 de agosto de 1944. 

Heredero universal de derechos de autor: Fondo Ana Frank, Basilea (Suiza), creado por Otto Frank, el padre de Ana Frank.

1.4. Fecha de lectura: 1976. 2001. 2020.


2.  LA AUTORA

2.1. Biografía. Ana Frank cumplía tan sólo trece años cuando recibió el regalo de un diario; no podía imaginar todo lo que escribiría allí durante poco más de dos años. Había nacido en Fráncfort del Meno [Frankfurt del Main, Alemania] el 12 de junio de 1929. Su familia, judíos de pura cepa, disfrutaba de buena posición social y económica: su padre era el director de una compañía de mermelada en Holanda, donde se trasladó en 1933; a principios de 1934 la llegada de Ana completó la familia, después de haberse trasladado allí su hermana Margot, tres años mayor que ella. Recibió una buena educación (en el colegio Montessori y en el liceo judío de Ámsterdam). El 9 de julio de 1942 han de esconderse en Ámsterdam, donde residían, para evitar ser arrestados por las fuerzas de ocupación alemanas. El 4 de agosto de 1944 fue detenida en 'la casa de atrás' con su familia por los alemanes nazis tras un chivatazo. De Auschwitz (Polonia) pasó a un campo de concentración del norte de Alemania. La madre (Edith Frank) murió de inanición ya en septiembre de 1944 en Auschwitz. Una epidemia de tifus quitó la vida a Ana Frank en marzo de 1945, apenas unos días antes de que el 12 de abril fuera liberado por las fuerzas británicas el campo alemán de Bergen-Belsen, donde estaba retenida. Iba a cumplir 16 años. Solamente sobrevivió, de los ocho ocupantes de la casa de atrás, Otto Frank, el padre de Ana. Acaba de cumplirse, pues, el paso del ecuador del primer sesquicentario de la muerte-asesinato de Ana Frank: el 75.º aniversario de su fallecimiento.  


 

Ana Frank con doce años (1941) 

 

2.2. Otras obras. Ninguna.


3.  TEMA Y LECTORES RECOMENDADOS

3.1. Tema. La de Ana Frank es una historia patrimonio de la humanidad. El Diario recoge la penúltima fase de su vida, su sufrimiento y sus nervios. Alterna su visión de la Historia y de la intrahistoria, esto es, los hechos de la política general y colectiva junto a los avatares familiares y cotidianos, siempre entendido todo como sentidísimo testimonio del horror de la guerra visto por una niña. 

Temas claves. Por una parte, el miedo y la desesperación por la represión nazi antisemita; por otra, la unión, la perseverancia y la solidaridad por una causa común noble y justa. Tema fundamental: la visión del mundo próximo, la convivencia con los mayores y el nacimiento de los sentimientos amorosos en una adolescente sometida a la presión de un encierro o secuestro voluntario en la época más atroz del exterminio judío por los nazis. (La exigencia de madurez precipitada y, a la vez, coartada por la opresión exterior).

El Diario se ha convertido en todo un símbolo: todo lo que rodea a su mensaje (y su significado) guarda relación con el intento de transmitir la necesidad de combatir toda forma de racismo, prejuicio y discriminación. Constituye, por ello, uno de los más grandes símbolos literarios de libertad del sigloxx, de igualdad y respeto hacia el otro; un símbolo de lucha en defensa de los derechos humanos.

Ana Frank fue elegida entre las cien personas más influyentes del sigloxx por la revista Time.

3.2. Lectores recomendados. Alumnado de 3.º y 4.º ESO: 14-16 años, aproximadamente.

Se trata de un libro revelador, impresionante; exige del lector concentración y atención hasta sentirse capturado por el mundo que se refleja, un mundo real, pero con carencias insólitas en la cultura occidental de hoy. Esto sirve para reflexionar sobre el pasado y el presente, sobre penurias y sociedad del bienestar, sobre el bienestar extendido y la falta de bienestar en la sociedad llamada del bienestar.

Fácil de comprender y sintonizar ya que los juicios de valor y los prejuicios –o planteamientos mentales de partida– son (relativamente) coincidentes para nuestro adolescente lector de hoy.

Estamos ante un libro de lectura accesible ya que el estilo es sencillo y la secuencia narrativa –esto es, la forma de contar la historia y las anécdotas– no resulta en nada farragosa.

En función de la atención a la diversidad, esta lectura es, por tanto, adecuada para estudiantes avezados en la lectura en general y que han iniciado su proceso de maduración afectiva y de comprensión de su entorno inmediato; estudiantes con voluntad de prosperar en su aprendizaje emotivo-cognitivo aprovechando la labor académica del centro escolar. Los que se atreven a leer este diario reconocen una voz adolescente, pero, a la vez, perpleja o paradójicamente, madura. Así y todo, no es lectura apropiada para el alumnado en general que no esté, al menos, en proceso activo de madurez.


4. ANÁLISIS DEL LIBRO

4.1. Género.   Narrativo.

                        Subgénero: Diario.

Pseudo-diario: no escribe diariamente y adopta la apariencia epistolar: cartas a una presunta amiga: el propio 'diario' al que pone nombre de amiga: Kitty (p. 14). Adquiere así más intimidad, confianza y profundidad sentimental.

4.2. Argumento. Ana Frank recibe un cuaderno de tapas rojas como regalo de cumpleaños de sus padres, Otto y Edith: cumple 13 años. Inicia su diario, con indecisiones y esperanzas; sin embargo, pronto, antes de un mes, su familia debe refugiarse y autoexiliarse por temor a las matanzas de las fuerzas policiales nazis: se esconderán en un anexo secreto, en una buhardilla oculta, de la oficina de su padre –comerciante de especias–, en la calle Prinsengrath, 263, de Ámsterdam, desde el 9 de julio de 1942. Durante sus algo más de dos años de permanencia esta niña deja un sentido testimonio del horror de la guerra a través de sus ojos ingenuos y vírgenes. Siempre con ternura y espontaneidad narra y comenta sobre los sucesos y las personas que se relacionaron con su reclusión: presenciamos cómo deja la niñez y se introduce en la adolescencia de manera insospechada.

A sus trece años, Ana confiesa tener muchas amigas pero ninguna tan íntima como para poder confiarle todos sus secretos y sentimientos. Comienza presentándose a sí y a su familia y grupo de amigos en el colegio. En el primer mes de diario ya nos relata las persecuciones nazis de judíos: empacan para ocultarse en la misma Ámsterdam y precipitadamente se refugian los 4 de la familia en 'la casa de atrás'. Les ayudan Miep y Henk, un matrimonio que trabajaba para su padre; ellos les llevaban la comida, libros y cuanta información estimaban necesaria. Pronto llegaron los Van Daan, con su hijo Peter, de 16 años, como Margot; en primera instancia lo consideraron torpe y apenas hablaban con él. El relato incluye largas horas de tensión, de miedo por ser detenidos y de desesperación por ver peligrar sus vidas constantemente; en relación con su familia, Ana pensaba que todas las atenciones se dirigían a su hermana Margot y se sentía terriblemente sola, con la única complicidad de su diario Ketty. Finalmente acogen al octavo habitante de 'la casa de atrás', Alfred Dussel, un dentista ya algo mayor, amigo de su padre, con muchas manías. Las críticas contra su madre y la relectura de su diario la hace madurar y sopesar sus comentarios; también la madurez se aprecia en su relación con Peter por el que paulatinamente se siente atraída y enamorada: la emoción de su primer beso..., y siempre el contraste de la miseria, la represión y el pánico en las calles y en la política internacional como fondo. A pesar de no poder salir de aquella angosta y oscura buhardilla, conviviendo 8 personas, su lucidez le hace reconocer su situación privilegiada frente a los miles de desafortunados oprimidos, maltratados o asesinados por los nazis. El diario se cierra con la voz ya firme de una doble Ana: la burlona, parlanchina y superficial a la que nada podía contentar y, la otra, esa Ana sensible, susceptible de los mejores pensamientos y de las más loables acciones... Una Ana, con 15 años apenas cumplidos, que mostraba unos principios y unos valores ya bien definidos, tan sólo camuflados o escondidos por temor al rechazo o a la burla de los demás. El diario concluye porque no puede ser continuado: sin esperarlo la Gestapo los detiene y arrasa con todo: quedan el suelo hojas sueltas, cuadernos rasgados, tapas rojas rotas.

Ana, entre sus 13 y 15 años, habló al corazón de la humanidad... y no pudo seguir hablando...  porque la murieron.  

 

Diario literaturizado y censurado

A través de una transmisión clandestina de radio, el 28 de marzo de 1944, el ministro de Educación holandés, Gerrit Bolkestein, exiliado en el Reino Unido, pidió a los ciudadanos que guardaran cartas, memorias y cualquier evidencia escrita de la ocupación alemana en Holanda (Países Bajos), que había empezado en 1940. ¿Por qué? Porque podían constituir un documento histórico, un testimonio de primer orden. Al día siguiente, Ana Frank escribió en su diario: «¡Figúrate una novela titulada El anexo secreto, cuya autora fuera yo! ¿Verdad que sería interesante? El mero título ya haría pensar en una novela policíaca». Y prosigue: «Diez años después de la guerra, seguramente causaría un extraño efecto mi historia de ocho judíos en su escondite, su manera de vivir, de comer y de hablar». Lo que había empezado por ser un diario íntimo y privado, empezó a tomar cariz de un diario con retazos literarios –los propios de una niña que, entonces, estaba a tres meses de cumplir los quince–. Reescribió y corrigió, en los seis meses siguientes, las 215 páginas manuscritas que llevaba y completó hasta alcanzar las 300. Así fue, puesto que escribir «para la historia y no para sí misma» le impuso rigores que sus notas anteriores no tenían: omitió pasajes sobre las peleas con su madre, eliminó algunos comentarios crueles –en abril de 1944 había escrito: «Por joven que sea, enfrento la vida con mayor valor, soy más justa, más íntegra que mamá [...]. Si Dios me deja vivir, iré mucho más lejos que mamá. No me mantendré en la insignificancia, tendré un lugar en el mundo y trabajaré para mis semejantes»– y prescindió de gran parte de los detalles de su enamoramiento del hijo de los Van Pels, Peter.

En estas páginas, traslucen los acontecimientos de la II Guerra Mundial y la transformación abrupta de niña a adolescente de la narradora. Ana se siente sola y lo justifica: «Porque, en el fondo, la juventud es más solitaria que la vejez». Ella misma penetra, con censuras púdicas, en la indiscreción del deber, ya que cuenta y comenta lo que podría haber callado: «Para una mujer enamorada no puede ser fácil saber que nunca ocupará el primer lugar en el corazón de su esposo, y mi madre lo sabía», pasaje que mutiló Otto Frank cuando, en 1947, publicó el diario por primera vez: «La Ana que apareció ante mí era muy diferente de la hija que había perdido. No tenía idea de la profundidad de sus pensamientos y sentimientos».

El Diario de Ana Frank es uno de los pocos documentos escritos en medio de la guerra, como había ocurrido un lustro antes con la revista Luna (1939-1940) en la embajada de Chile en Madrid, una vez acabada la Guerra Civil Española.[6] El Holocausto se recordó más que se contó, declara Héctor Shalom, el director de la Casa Ana Frank en Buenos Aires: «Los sobrevivientes tardaron hasta cuarenta y cinco años en hablar. No querían que sus hijos supieran tanto del horror que habían vivido».

 

 

 

Mapa marcado por Otto Frank para seguir la marcha de la guerra: es la zona del golfo del gran puerto de Le Havre, en la región de Normandía (en Francia), a la derecha del estuario del Sena, saludando al Canal de la Mancha, al sur de Dunkerke. Ámsterdan queda a unos 600 km al norte (en Países Bajos)

 

 

¡El palimpsesto: siempre el palimpsesto!

No hace mucho, se ha descubierto que Ana Frank decidió tapar el contenido de dos de sus páginas manuscritas pegando y ajustando papel de estraza por encima. La tecnología actual de procesamiento de imágenes –tal como en una de sus variantes usamos para leer las partes tachadas del epistolario de Miguel Hernández (Madrid, EDAF, 2019)– ha permitido descifrar lo oculto. ¡Qué mayor interés para el investigador que desvelar lo que el autor (u otra persona) ha querido mantener tapado! ¡Seguro que es algo tan relevante como el morbo que despierta!

Sabemos ahora que la jovencita sentiría vergüenza de que alguien leyera algunas menciones que ella hace sobre el sexo: «A veces me imagino que alguien puede venir a mí y pedirme que le informe sobre asuntos sexuales. ¿Cómo lo haría?». Y recurre a un lector interno imaginario: los actos sexuales son «movimientos rítmicos» y la anticoncepción es un «medicamento interno». Constata que le ha venido la regla a los catorce años: «es un signo de que se tiene la madurez para mantener relaciones con un hombre, pero por supuesto nadie hace eso antes de casarse». Referente a la prostitución asevera: «Todos los hombres, si son normales, van con mujeres, mujeres que les abordan en las calles y se van juntos. En París tienen grandes casas para eso. Papá ha estado ahí».  

 

4.3. Personajes.  Los ocho residentes y las visitas amigas, por un lado; los antagonistas, las fuerzas represivas nazis, por otro, tomado como personaje colectivo negativo y sin rasgos individualizados: opresores y asesinos, irracionales, inhumanos por su intolerancia represiva y su patológica obsesión del exterminio judío y su megalomanía del imperialismo ario.

• Ana Frank: La narradora-protagonista. Según sus comentarios, juicios y actos, es una adolescente afectuosa y sensible, tímida y cohibida, pero de discernimiento que madura vertiginosamente. Excelente observadora y de gran capacidad analítica de la realidad circundante. Cambia sus opiniones en el seno 'familiar' al madurar con el "peso" del tiempo y de la situación.

Los perfiles y el diseño de los personajes se hacen a través de la percepción y la estima de la narradora-protagonista; los relaciona y describe detenidamente en una ocasión (pp. 116-7).

• Papá Otto –Pim lo llama Ana–: destacado por su gran modestia. El cabeza de familia: ecuánime y cariñoso; agradecido y fiel con los nobles amigos.

• Mamá Frank, Edith: Presentada al principio como gruñona y autoritaria; más apegada y afectuosa con la hermana mayor, Margot, según Ana. Demasiado tradicional y anclada en el aspecto exterior como signo de los valores tradicionales...

• Su hermana Margot: Tres años mayor que Ana. Algo más madura y gran lectora. Distante. Ana manifiesta su complejo de hermana menor; la cree favorecida, por su madre especialmente. Ambas, Margot y Ana, son aplicadas en los estudios, aunque las notas de Margot son excelentes.

• Peter, el hijo de los Van Daan: casi 16 años (p. 33). Oposición de personajes Margot / Peter, pp. 33 y 37. Como desgarbado, soso y tímido es descrito por Ana. Aunque, al incorporarse a la casa, Ana lo ve incluso como algo bobo –siendo ella de talante enamoradizo (por la edad)– termina enamorándose de él sobre todo porque le hace buena compañía y no la rehúye.

• Señora Van Daan: Algo estrafalaria para Ana: lleva, p. ej., un orinal dentro de una sombrerera (p. 33) entre sus enseres de primera necesidad. Se comporta como una metomentodo, siempre poco modesta.

• Señor Van Daan: Hombre bonachón y tranquilote; deja hacer. Gran amigo y socio del padre de Ana. 

• Alfred Dussel: Es el personaje de mayor edad, caricaturizado por sus manías e intolerancia, sobre todo con los menores.

Existe un noveno comensal habitual, pero muy accidental como personaje: Bep. Asimismo destaca la ayuda incuestionable y cómplice del matrimonio, amigos íntimos de los Frank, Miep y su marido Jan Gies.  

 

 

La familia de Ana Frank en momentos felices de la anteguerra

 

4.4. Tiempo. Estamos ante un diario de escritura interrumpida e irregular temporalmente. Abarca el tiempo real de mediados de 1942 a 1944: época de la más terrible dominación nazi en Alemania y países invadidos de su entorno.

4.5 Espacio. Ámsterdam (Holanda o Países Bajos), en concreto el espacio cerrado, interior, de 'la casa de atrás', esto es, el escondite en la parte trasera de la oficina del padre, que constituía una casa aparte y que no comunicada habitualmente con el local vecino.

4.6. Perspectiva y estructura. Libro autobiográfico, escrito en 1.ª persona: el análisis, pues, siempre es subjetivo e intimista. Diario real y auténtico hasta lo que la versión de la traductora y la censura del padre de Ana permiten: en especial, Otto Frank pretendió ofrecer una Ana como una santa y nunca a la púber intensa que querría disfrutar sensualmente, la chica de mirada crítica frente a la gente (sobre todo, a  su madre) y los hechos cotidianos que la rodeaban.

4.7. Lengua y estilo.Aunque retocado por una escritora profesional, la expresión resulta espontánea y fresca, propia de una adolescente de suficiente nivel cultural y lingüístico. Domina la delicadeza y la ingenuidad sincera de la narración. No se rechaza el humor, aunque sea extraño, siempre cargado de fuerte dosis ideológica: (p. 67: «admitidas todas las lenguas civilizadas; o sea, el alemán, no»).

Narración de contrastes y superación de la adversidad por medio de la creación de un mundo más lírico, de sublimar la cotidianidad, y lo lúdico... En esto recuerda la estructura argumental del nudo y del desenlace del film La vida es bella, de Benigni, del año 1999).

Ana Frank fue una joven de talento y tenía los mimbres para augurar un futuro literario de éxito.


II. PROCESO DE LECTURA COMPRENSIVA


1.      CUESTIONES DE COMPRENSIÓN LECTORA


Cuestiones para resolver por el lector, distribuidas por meses conforme a la guía del adulto.


1. ¿En qué fecha comienza el Diario?

2. ¿Qué gran acontecimiento histórico se desarrolla o tiene lugar en Europa en esas fechas?

3. ¿Por qué dice Ana Frank (20 junio 1942) que escribe su Diario?

4. Ana Frank personifica su Diario con un nombre. ¿Cuál?

5. ¿Contra qué grupo étnico y culturalarremeten u oprimen las fuerzas nazis?

6. ¿Cuál es el motivo y el momento concreto en el que deben esconderse los familiares y amigos de Ana Frank? (8 julio 1942).

7. ¿Quiénes componen la familia Frank?

8. ¿Dónde se tiene que ocultar la familia Frank?

9. ¿Quiénes son los otros siete primeros habitantes escondidos en la 'casa de atrás' con los que convive y entre los que se incluye Ana?

10. ¿Tienen los Frank algunos amigos alemanes que los ayudan a esconderse y a poder comer, asearse, etc.?

11. ¿Estudian o leen los jóvenes residentes en la 'casa'? ¿Hay buen ambiente de estudio? Cita algunos títulos de sus lecturas. (pp. 55, 57, ...).

12. ¿Quién escribe la "guía de la casa de atrás" (p. 66. 7 noviembre 1942)? Resúmela y coméntala.

13. ¿Cuál de las dos hermanas se enamora y es correspondida por Peter van Daan (pseudónimo de Peter van Pels)?

14. ¿Nombra Ana Frank el momento de su detención en el Diario?  


2. CITAS Y REFLEXIONES

Se leerán los fragmentos sobre los asuntos mencionados a continuación (página-asunto) y se iniciará un debate en el que se expresen las opiniones y sentimientos de los lectores en relación con la perspectiva de la protagonista. 

12

sobre el sexo

15

contra judíos

22

notas de estudios

45

la modestia

78

desolación pesimista de la guerra

139

escribir: desahogarse, quitarse aflicción

142

contra su madre: cambios de opinión de Ana

145, 151

adolescencia; amistad, necesidad de una amiga

178, 297

los mayores

179

el amor, a los 14 años

210

belleza y felicidad

229

independencia juvenil, la mujer

234

el primer beso, a los 15 años: ¿comunicar a padres?

276-277 

sobre la mujer

282

la religión y la buena gente

288

soledad de la juventud más que en la vejez

 

3.  VOCABULARIO

El alumnado lector tendrá la oportunidad de aprender en contexto las palabras que desconozcan de la siguiente lista (página-palabra). En la página 82, declara la protagonista: «he aprendido dos palabras nuevas». La mejor manera de enriquecer el vocabulario es convertirlo en un léxico activo y no sólo pasivo: empléense algunas de las palabras aprendidas –por ejemplo, dos o tres al día– durante esa semana de aprendizaje.  

10

peonías (flores)

15

pogromos

18

parpaba la pata

21

sionista

54

apátridas

73

especias, especiero

73

charcutero

73

chucrut

82

burdel; cocotte

88

codeína

99

benjamina

107

buhardilla[7]

119

basilicón

120

Mammichen 'mamaíta'[8]

123

ha capitulado

124

armisticio

133

difteria

139

aflicción

141

mondar 'pelar'

146

cohibido

146

inusual

163

damajuanas (planta)

163

arrobal

173

se yerguen

183

incumbieran

239

parafina; estearina

279

teutona


Aprovechemos para afianzar conceptos y ejemplos lingüísticos con estos nuevos ejercicios de vocabulario:

— Barbarismos. ¿Qué son? Busca palabras de uso en español que proceden del francés o del inglés, o de otros idiomas.

— Hipocorismos. ¿Qué son? Busca voces hipocorísticas del ámbito familiar.

— Campos semánticos de verbos que representan sonidos de animales. Añade otros ejemplos sobre el modelo de «parpaba la pata» –los patos parpan–, como «barritaba el elefante» –el elefante barrita.

— Epónimos: creación de nombres comunes a raíz de nombres propios (antropónimos → epónimos). Ejemplos: benjamín, rebeca... Amplía con nuevos ejemplos.

— Gentilicios. ¿Qué son? A partir de teutona, añade otros ejemplos de gentilicios que no pertenezcan a la familia léxica del topónimo del que derivan. A la misma familia léxica, pertenecen valenciano (< Valencia), alicantino (> Alicante); a distinta familia léxica pertenecen orcelitano (< Orcelis, Orihuela), ilicitano (< Ílice, Elche)...

 

4.  TALLER DE CREATIVIDAD  

4.1. Síntesis y comentarios  

El guía de la lectura propondrá alguna de estas cuestiones para el momento adecuado. El lector deberá estar, poco a poco, y en el grado de su madurez y experiencia, en disposición de responder a cualquier pregunta que se le formule o a sintetizar cualquier requerimiento como un resumen, un análisis de un aspecto literario sencillo o un comentario en relación con el contenido y la historia narrada.

1.      Resume unidades objetivas de narración: a) primero, del 12 de junio al 8 de julio de 1942, y b) luego, por meses completos: julio, agosto... hasta el final. En total son 26 unidades. Extensión aproximada de cada resumen sintético: 4-8 líneas. 

2.      Anota y comenta las alusiones a la adolescencia que aparezcan en el libro. ¿Te identificas tú con las opiniones y las reacciones de Ana Frank en su microcosmos?

3.      Destaca las alusiones con humor que salpican con extrañeza el Diario: p. 160 (sobre rumores), p. 162 (la vida es humor + tragedia, diversión + horror). ¿Crees que domina el tono melancólico, patético o taciturno, pesimista o triste en la expresión de Ana Frank? Coméntalo escuetamente. 

4.      Localiza el momento en que Ana explicita sentirse atraída por Peter, su relación y su amor hacia este joven. ¿Crees que ese amor nace de la amistad o de la necesidad?

5.      (A) Después de leer medio libro, escribe las preguntas que te gustaría que la autora te contestase.  (B) Al final, concluye tú: ¿A qué preguntas de las formuladas por ti ha contestado?

6.    (A) Estando aproximadamente a la mitad del libro, al iniciarse el año 1944, ¿cómo crees que terminará la historia?  (B) ¿Realmente terminó así? ¿Cómo concluyó? (C) Completa esta posible declaración tuya con tus deseos e inquietudes: «Pero me hubiese gustado que hubiera terminado...».

7.      ¿Qué es lo que te ha resultado más interesante de la historia? Concreta con todos los matices que desees: ¿Los personajes, la situación general, alguna circunstancia específica...?  

4.2. Taller de escritura creativa     

1. Una vez leído un diario ajeno, o más, sobre todo si son literarios o se han literaturizado, al adolescente le atrae muchísimo ponerse a escribir. Proponemos al aprendiz que sea protagonista de su escritura y que afronte uno de estos retos:

1.1. Diario individual: a) Un diario íntimo. b) Un diario amistoso. c) Un diario académico-amistoso, sobre el ambiente de aula o del ámbito escolar (IES, colegio). 

1.2. Diario colectivo: a) Alumno a alumno (sin identificarse, pero siguiendo el listado del profesor): se escribe un día y el siguiente estudiante del aula lee todo lo anterior y añade al día siguiente su contribución; y así sucesivamente hasta el último día de cada segunda semana: ese día se dedica a leerlo todo en público y a comentarlo: desde la expresión hasta el contenido. Y continúa el proceso hasta la segunda semana próxima. b) El profesor reparte, escrito por él, desde la perspectiva que elija, el inicio (el primer día) del diario; cada uno de los alumnos prosigue su diario; el último día de la segunda semana, se leen dos o tres diarios completos; se comentan y se decide continuar en la línea de uno de ellos o teniendo en cuenta todo lo escuchado en el debate; pero lo continuará, una vez más, el profesor o uno de los estudiantes; se repartirá a todos y continuará el proceso hasta la próxima segunda semana.   

2. Dramatizar. Dramatizar diálogos con ambientación teatral de escenas familiares de los alumnos: a) con situaciones amables o agradables; b) con situaciones adversas o conflictivas. Por ejemplo, 1] Comentarios de las dos niñas sobre el joven Peter e inmediatamente escena en la que él también participa y se comprueba que las jóvenes actúan según sus confesiones precedentes, o no. 2] Momento en el que saben que una voz anónima delató el lugar de su escondite: indignación consecuente. 3] Condiciones y conversaciones a la hora del despertar y tener que compartir los reducidos espacios y el lugar de aseo.

4.3. Investigación

Utilizar bibliografía y webgrafía con el propósito de recabar información y comprobar la importancia de los asuntos que han debatido.

1. Sobre el pueblo y la cultura de los judíos: su estereotipo, sus persecuciones seculares... 

2. Establecer semejanzas y diferencias entre los judíos (en la época nazi) y grupos relevantes que viven en nuestra sociedad: gitanos, personas de raza negra en zonas de preeminencia o mayoría blanca, inmigrantes y minorías étnicas, etc.

3. Revisión de ilustraciones del horror nazi y la persecución de los judíos en libros y catálogos divulgativos y de exposiciones. Leer y comentar brevemente la novela gráfica Maus. Relato de un superviviente, del norteamericano Art Spiegelman, que fue editada inicialmente como un cómic, entre 1980 y 1991, en la revista Raw, de tres en tres páginas; los protagonistas son ratas judías...El autor narra la vida de su padre, un judío polaco, superviviente del Holocausto. La totalidad de la novela se publicó en dos partes, con títulos muy significativos: Mi padre sangra historia (1986), Y allí empezaron mis problemas (1991). Lectura impresionante y ágil de un cómic que contrasta con las historietas de los superhéroes de ficción.

 

 

Pasaje de la novela gráfica Maus. Me lo lean, por favor.

 

4.4. Creatividades expositivas

Una de las actividades que más agradan a los estudiantes de estas edades es la ambientar los espacios en los que viven. Estamos ante una oportunidad de decorar paredes, techos, suelos... de nuestras aulas y pasillos escolares...


1. Exposición sobre Ana Frank y su época. Existe una exposición itinerante –«Ana Frank, una historia vigente»– recogida en Imaginaria, n.º 36, Revista quincenal de Literatura Infantil y Juvenil, Buenos Aires, 18 de octubre de 2000. Correo electrónico: boletin@imaginaria.com.ar, organizada por la Fundación Memoria del Holocausto, c. e.: fumemhol@einstein.com.ar. De modo general, puede visitarse la web de la casa-museo de Ana Frank en Ámsterdam: annefrank.org/es/

2. Ambientar la oficina y la casa de atrás con sus accesos en las escaleras del propio colegio o IES.

3. Colocar cartulinas en el tablón de anuncios de clase con una antología de citas extraídas del libro leído. Las citas se comentarán y podrán provocar citas creativas de los propios alumnos, también dignas de exposición. Mensualmente se seleccionarán las mejores por aulas y se expondrán algunas de ellas en los pasillos del colegio o IES.

4.5. Cine-fórum

Más allá de la historia concreta de Ana Frank, debe procederse a la visión, análisis y comentario de dos excelentes filmes cuya trama gira en torno al Holocausto: La lista de Schindler (2003), de Steven Spielberg, y La vida es bella (1997), de Roberto Benigni. Ambas películas emocionarán, definitivamente, a nuestro alumnado o a nuestros hijos. Con esta última actividad, abrimos la puerta al gusto por el buen cine histórico, al gusto por el cine como manifestación artística y comprometida.

«Junto con los libros debiera venderse el tiempo suficiente para leerlos», sentenció Arthur Schopenhauer. Y tenía razón: para leerlos y gozarnos. Porque leer da sueños. Y leer guiando a un menor da compromiso.

 


[1] Con lo que acabamos de redactar en el punto 1, mi hijo, en su edad más tierna, ya estaría diciendo: «¿Lo dices de corazón o de co-razón? ¿Te llega al corazón o al co-razón?». Y, de inmediato: «¿Te refieres a un proceso de formación o a un proceso deformación?». Y se reiría él solo: como tantas veces me había reprochado a mí: «Papá, sólo te ríes tú. La gente no te entiende?». ¡Vaya!

[2] Me sabe mal decirlo: casi de todo Telecinco. Vade retro.

[3] Y la prueba es que el incauto lector quizás se vea obligado a releer el párrafo anterior –apartado 4– para comprenderlo. No está de más recordar que el origen de la palabra infanteinfantil– procede de la raíz -fan- (hablar/decir con palabras): infan(t)- designa el que no habla todavía; de ahí que inefable, palabra de la misma familia léxica –con el lexema o raíz -fa-, que es un alomorfo de -fan(t)-, significa 'lo que no se puede (o no se sabe) decir o expresar con palabras'.

[4] Aquí interrumpiría mi hijo, con educación. «La gente confunde posible con plausible, y con frecuencia provoca la risa, la risa por vergüenza ajena. ¿Cómo va a ser plausible un asesinato por violencia machista en una familia aparentemente acomodada, asentada y armónica? ¡Será posible –que ya duele–, pero nunca plausible, ¿verdad?». Así es. Vade retro, Telecinco. 

[5] Esta acción lectora se puso en práctica en el curso académico 2001-2002 y su redacción y debate formó parte de un seminario de literatura infantil en Orihuela (Cefire, 2002) conducido por Julián Montesinos Ruiz. Parte de la guía que presentamos a continuación fue incluida por Montesinos en su tesis doctoral «La creación de itinerarios lectores en la ESO a través de un plan individual de lecturas (PIL). Una propuesta metodológica para fomentar la lectura en secundaria», presentada en la Universidad de Alicante (2003, pp. 534-536). Asimismo, como «Guía del Diario de Ana Frank», en mayo de 2009, se editó en Educarm.es, revista digital de la región de Murcia. Guía n.º 8, 3.º ESO (cinco páginas, con la especificación de «Guía elaborada por Jesucristo Riquelme»):

http://servicios.educarm.es/templates/portal/ficheros/websDinamicas/154/diario.pdf.

Rellenamos los campos que, en una ficha «muda», se entregarían al alumnado. 

[6] Vid. nuestra edición completa, con estudio preliminar: Luna, la primera revista cultural del exilio en España (1939-1940), ed. de Jesucristo Riquelme, Madrid, EDAF, 2000.

[7] Por errata, en el libro aparece sin hache intercalada: la palabra deriva de la voz bufar.

[8] Aprovéchese para analizar y comentar los valores afectivos del diminutivo y de los hipocorismos.