Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número
58 – Primavera 2020
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

Casi sin darnos cuenta llegó la primavera; sí, mi Querido Diario; la primavera ha irrumpido con su cortejo de golondrinas y azahares, estremeciendo las entrañas de los enamorados que se aferran al recuerdo de unos labios, de unas manos, de unas voces que, desdichadamente, llevamos casi una semana sin escuchar, sin acariciar, sin morder...
Mi marido está en la cocina preparando una fabada, ajeno a mis sentimientos y mis necesidades. Y tiene el detalle, que a mí me deja fría, de preguntarme si voy a querer una ensalada..., ¿una ensalada? Yo lo que quiero es volver a estar con Él, con mi único y verdadero Amor, yo lo que quiero es que se acabe el confinamiento, que se abran las puertas y las fronteras y todo vuelva a ser como antes, cuando éramos libres y felices.
¡Cuánto le echo de menos! Ni siquiera puedo llamarle por teléfono, ni mandarle un wasap, ni un correo electrónico. Miro por la ventana, allí, en el piso de enfrente mora mi Amado. Antes me deseaba dulces sueños cada noche encendiendo la linterna de su móvil unos segundos, ahora lo veo todas las tardes, a las 8, cuando salimos a aplaudir al infatigable y heroico estamento sanitario. Él aplaude y canta en su balcón Que viva España de Manolo Escobar. Después, acompañado de sus cuatro hijos y su mujer, baila Resistiré, como un poseso. No me dirige la mirada, no me manda ninguna señal. Sólo el primer día, cuando me vio, hizo un gesto de cortarse el cuello con la mano y luego mostró su móvil. Entendí que debíamos suprimir todo contacto, porque la situación de promiscuidad familiar en la que se halla no es como para bajar la guardia.
Pero yo quiero verlo, quiero que celebremos unidos la consagración de la primavera... Saltándome su prohibición, le he mandado un wasap y he quedado con él esta noche en el hall de su edificio, que es amplísimo y tiene muchos recovecos donde podemos escondernos de los pocos vecinos que se atrevan a bajar a esas horas. Sólo debe inventarse una coartada creíble, que va a depositar la basura en el contenedor, por ejemplo (tengo que pensar en todo), para engañar a su mujer, y estaremos un rato juntos. Me he pintado su nombre con un rotulador encima del pubis para darle una sorpresa.
Más tarde. Querido Diario: ¡Maldito amante y maldita primavera! He estado más de una hora esperándole detrás de una columna, camuflada en las sombras de su portal, y el muy canalla ni se ha presentado, ni me ha dado ninguna explicación; es más, me ha bloqueado en su wasap. Con el rostro anegado por las lágrimas, he salido corriendo en dirección a mi edificio. Al cruzar la avenida, triste Helesponto, un policía local, escondido tras un ciclamor, me ha detenido y exigido mis credenciales. Ofuscada por el dolor, le he contestado malamente y me he negado a darle explicaciones, entonces el cruel agente de la ley y el orden me ha impuesto una multa de 600 euros. De nada han servido mis quejas y lamentos, mis excusas y extravíos. Me ha conminado, además, a volver a mi casa inmediatamente. Lo bueno es que mi marido no se ha enterado de nada, adormecido como estaba por la interminable digestión de las sobras de la fabada, que acompañó, con deleite, de una botella de Rioja.
Pero esto no va a quedar así... Con el rotulador con el que escribí su nombre en mis carnes estoy haciendo una pancarta que será visible desde su balcón. La leyenda será escueta y concisa: «Felipe, eres un cabronazo», que lo lean su mujer, sus hijos y todos los vecinos de esta caudalosa avenida.
(Seleccionado en el Concurso de Relato Breve del Ayuntamiento de Orihuela, 2020)