Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 50 – Primavera 2018
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

 

 

Cincuenta estaciones,

cincuenta viajes;

cincuenta canciones,

cincuenta equipajes;

cincuenta ilusiones,

cincuenta paisajes:

ya alcanza cincuenta

esta hermosa cuenta.

 

 

Allá a finales de 2005, un entusiasta grupo formado por dos matrimonios (Manolo y Encarna, Marco y Ana) y unos pocos allegados, los que tenían más a mano y menos a contrapelo, decidieron echarse a la red con una revista digital, entre otras actividades que surgieron de su espíritu cultural. Como a todo lo que nace hay que ponerle un nombre, se decidieron por el de Ars Creatio, en recuerdo a la llamada «lengua madre». Arte y creación confluyeron en las primeras páginas de esta publicación, que sería la parte visible de una serie de proyectos que con el tiempo irían tomando forma. Consistía la sana idea en recoger y publicar aquellos textos o imágenes que por timidez o falta de cauce permanecían en un cajón durmiendo el sueño de los justos y cuya existencia constaba. Y de paso, en animar a otros a emprender el mismo camino para ir «haciendo familia». Así ha ocurrido, y no cabe mayor orgullo para unos fundadores que ver cómo su obra los trasciende.

Los tiempos, igual hace trece años que los que ahora corren, no estaban para dispendios, de modo que sólo lució impreso, y con grandes esfuerzos, el número 0. Uno piensa que eso del número 0 —al que algunos niegan hasta la condición de natural— actúa como una especie de subterfugio, por si la cosa no sale bien del todo, antes de empezar una cuenta que acaso haya que truncar. Parece que consuela que, si algo se trunca, se trunque en el 0, pues en el 1 o más allá daría todavía más pena. Como desquite, cuando una publicación adquiere solera, el número de más valor para los coleccionistas es precisamente el 0, miren por dónde, el nulo, el vacío, el nada, el que se mostraba con precauciones por si todo quedaba en papel mojado; en nuestro caso, en papirus interruptus.

Pero hete aquí que tras el 0 llegó otro número —en pantalla, más barato, no perdamos la cabeza—, al que no había más remedio que nominar con el 1. El 1, ya se sabe, siempre compromete más que el 0, porque la cuenta va en serio y advierte de ciertas pretensiones. El asunto iba fraguando y se contaba con un equipo de colaboradores más o menos fijos y con otros ocasionales. La periodicidad trimestral permitía tomar con calma —nunca con relajación— la costumbre de organizar, al socaire de la presentación del nuevo número, un acto cultural que congregara al público y, sobre todo, ampliara el círculo de amistades. Esa costumbre —lo afirmamos con alegría— se viene manteniendo hasta la fecha. Pero, además del acto en sí, había que elaborar una nueva portada, y nuevos artículos, y nuevas secciones..., y todo ello sin otra compensación que el amor al ars y a la creatio.

La asociación creció en integrantes, movidos éstos por los lazos afectivos que se generaban, y las actividades se prodigaron: concursos literarios, galas, teatro leído, teatro representado, tertulias, recitales poéticos, conferencias, conciertos, recreaciones históricas, jornadas monográficas... Entre una y otra, cada cual imagina, propone, escribe, dirige, actúa, organiza, gestiona, anima, respalda, produce..., según los ratos libres (pocos), los recursos (discretos) y la diligencia (mucha, de momento, y que dure) que nos van quedando. La prueba de que una entidad se ha consolidado, en el ámbito geográfico que sea —de Torrevieja hacia el mundo—, es la aparición de derivados de su nombre: hace unos años, un atrevido juntaletras lanzó el adjetivo arscreatiano, que a su vez dio origen al sustantivo arscreatianidad y al adverbio arscreatianamente... Quién sabe si tales palabros terminan haciendo fortuna; engendros peores mancillan hoy el diccionario.

Y como telón de fondo de esta vorágine, el punto de encuentro para todas las latitudes: la revista. Nuestra revista. Su revista. Puntual a la cita de cada solsticio y cada equinoccio. Cuatro apariciones al año, con sus correspondientes episodios aparejados, hasta hoy sin interrupción. Como toda obra humana, Ars Creatio, asociación o revista, tendrá un final. Es ley de vida. Pero, en plena era de la información, con tanta y tan buena que tenemos a un simple clic de distancia, esta publicación digital —no importa el continente, sino el contenido— se mantiene en sus pantallas después de dos lustros y medio —o de un octavo de siglo, que es lo mismo—, con el mérito añadido de que los honorarios de los colaboradores siguen coincidiendo en cantidad con aquel simpático 0 que dio comienzo a esta aventura. Si algunos valores acopiamos, éste no es baladí: el de hacer el hogar tan acogedor como para que, por su propia voluntad, permanezcan en él los autores que, en este o en otros números, hemos tenido el privilegio de leer.

Con el agradecimiento a todos ellos, los verdaderos artífices de esta revista, que nos regalan su tiempo y su talento, celebremos que ya somos quincuagésimos.