Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 49 – Invierno 2018
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

 

Asistiendo a una extinción en directo: la epidemia que ha diezmado la población de nacras en Torrevieja


La nacra (Pinna nobilis) es el molusco bivalvo más grande de Europa y uno de los mayores del mundo; en Torrevieja siempre se le ha conocido como nácar, por el inconfundible interior nacarado de sus valvas. Se trata de una especie endémica del Mediterráneo, que vive semienterrada en el sustrato, preferentemente en las praderas de fanerógamas marinas, y en especial en las de posidonia. Este extraordinario bivalvo, no solo por sus dimensiones (puede llegar a medir 120 cm de longitud), sino también por su longevidad (puede vivir entre 30 y 40 años), constituye un auténtico microcosmos dentro de las praderas, permitiendo la vida de más de 60 especies distintas, además de las muchas algas que pueden encontrarse adheridas a sus conchas.

A finales de septiembre de 2016, el pescador submarino Juan Miguel Pérez encontró una concha vacía de nacra (Pinna nobilis) de 45 cm de longitud frente a la playa de los Náufragos. El hecho, que me comunicó inmediatamente, no era inusual. A pesar de tratarse de una especie protegida cuyas poblaciones han ido disminuyendo en las últimas décadas, conjuntamente con el retroceso de las praderas de posidonia (Posidonia oceanica) donde preferentemente viven, de vez en cuando suelen encontrarse ejemplares muertos, a veces depositados en las orillas de las playas después de los temporales.

 Primera nacra encontrada muerta en el litoral de Torrevieja a finales de septiembre de 2016. Autor: J. M. Pérez

Lo que no fue tan normal es lo que ocurrió el martes 4 de octubre de aquel mismo año. A media mañana se presentó en la Oficina de Turismo, situada en el paseo Vista Alegre, junto a las Eras de la Sal, una pareja de turistas franceses. Con sumo cuidado, extrajeron de una bolsa de plástico algo envuelto delicadamente y lo depositaron en el mostrador, ante la sorpresa de las informadoras turísticas, que nunca antes habían visto algo similar. Efectivamente, se trataba de otra nacra de 37 cm con sus dos valvas intactas. Pero lo más sorprendente fue el lugar donde había sido encontrada. El matrimonio francés apuraba sus últimos días de vacaciones en Torrevieja buceando con máscara y tubo en el litoral del paseo marítimo de Juan Aparicio, y justo donde se encuentran las boyas que delimitan la zona de baño, localizaron el ejemplar muerto sobre el fondo. Al resultarles tan extraño, ya que nunca antes habían visto un bivalvo tan grande, se apresuraron a recogerlo y entregarlo en la Oficina de Turismo, pensando que se trataba de algo inusual.

Ejemplar de nacra hallado muerto por una pareja de turistas franceses el 4 de octubre de 2016 y depositado en la Oficina de Turismo del Ayuntamiento de Torrevieja. Autora: J. M. Clares

Parte de razón tenían. Si bien, como ya se ha dicho, las nacras no son raras en el litoral torrevejense, sí me resultó sorprendente que hubiera sido recuperada en el sector del paseo de Juan Aparicio. Pero aún más insólito fue el hecho de localizar, en tan poco espacio de tiempo, dos nacras recientemente muertas en puntos tan distantes de Torrevieja.

Inmediatamente comencé a sospechar una posible mortandad de estos amenazados animales localizada en Torrevieja. Cuando tres días más tarde, el 7 de octubre de 2016, el también pescador submarino Manuel Albadalejo, que por supuesto no tenía conocimiento de estos dos hallazgos previos, puso en mi conocimiento que en el litoral sur, desde Los Náufragos hasta Punta Prima, se podían encontrar decenas de ejemplares de nacras muertas en el fondo, ya no hubo dudas: algo muy grave estaba ocurriendo. Lo que no sabía era el posible alcance de la mortandad (¿solo en Torrevieja o también en zonas aledañas?), si estaba afectando a otros componentes faunísticos del ecosistema marino y el factor causante de la misma.

Para añadir más incertidumbre al caso, al ponerme en contacto con diferentes grupos de investigación que estudian tanto las nacras como las praderas de posidonia (como por ejemplo el Instituto Español de Oceanografía -IEO-), todos me respondieron lo mismo: en aquel momento, no tenían conocimiento de que estuviera ocurriendo nada anómalo.

Sin embargo, lo mismo que se había detectado en Torrevieja durante finales de septiembre y principios de octubre de 2016 también estaba siendo observado en las costas de Murcia y Almería, y en Formentera e Ibiza, en esos mismos días, como supimos posteriormente. Precisamente las sucesivas comunicaciones de los grupos de investigación que trabajan en estos lugares, conjuntamente con las que se difundieron desde Torrevieja, hicieron saltar definitivamente todas las alarmas.

Prácticamente a mediados de octubre ya se había creado un grupo nacional de técnicos permanentemente comunicado a través de una lista de distribución de correo, además de los contactos personales que teníamos muchos de los componentes. En dicho grupo, entre otros y además de las respectivas administraciones autonómicas y algunos grupos de investigación extranjeros, se encontraba el ya mencionado IEO con sus centros en Murcia y Baleares, el IMEDMAR de la Universidad Católica de Valencia, el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados de Mallorca, el Laboratorio de Investigaciones Marinas y de Acuicultura de Baleares, el Instituto de Ecología Litoral de Campello, el Dpto. de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la Universidad de Barcelona, el Dpto. de Ciencias de la Vida de la Universidad de Alcalá y el Centro de Investigaciones Marinas de la Xunta de Galicia (centro de referencia en enfermedades de bivalvos). El Servicio de Vida Silvestre de la Consellería de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural propuso que en dicho grupo nacional también participara el Ayuntamiento de Torrevieja, a través de su Concejalía de Medio Ambiente, por haber sido esta zona una de las primeras en detectarse la epidemia.

Imágenes de la mortalidad de nacras en el sector litoral sur de Torrevieja. Autor: A. Ruiz

Una de las primeras tareas que se acometió fue la realización de una serie de muestreos submarinos sistemáticos, generalmente en zonas marinas protegidas, con el fin de confirmar lo que todo el mundo sospechaba: que se estuviera produciendo lo que se suele denominar «evento de mortalidad masiva», que parecía afectar únicamente a las nacras. Fue en ese contexto cuando recurrí a mi buen amigo y buzo profesional Antonio Ruiz, siempre presto a echar una mano en todo lo que tenga que ver con la conservación del medio marino. Gracias a sus inmersiones en distintos puntos del distrito marítimo de Torrevieja, se pudieron obtener las primeras fotografías de nacras muertas en los fondos de Pilar de la Horadada, Orihuela y Torrevieja. Las excepcionalmente bien conservadas praderas de posidonia de todas estas zonas aparecían plagadas de ejemplares totalmente muertos, siendo imposible localizar ningún ejemplar moribundo para recoger una muestra de sus cuerpos con el fin de analizarla y tratar de determinar el patógeno. Algunas de estas conchas vacías arribaron a las playas de Torrevieja con motivo de los temporales del 17 y 18 de diciembre de 2016, y del 17 al 23 de enero de 2017.

El resultado de dichos censos de las poblaciones de nacras fue devastador. A finales de octubre la mortandad detectada en Almería, Murcia, Alicante, Formentera e Ibiza se estimó en el 90%. En la isla de Mallorca la mortandad se detectó a mediados de noviembre de 2016, y llegaría a Menorca y Cabrera en marzo de 2017, con tasas también en torno al 90%. Tan solo unos meses después, en todas estas zonas y durante un segundo censo, no se encontró ninguna nacra viva. La mortandad había alcanzado el 100%. Tan solo zonas muy concretas de las costas catalanas, como por ejemplo la Bahía de los Alfaques en el Delta del Ebro y las Encañizadas del Mar Menor aún conservaban algunos ejemplares que, al menos aparentemente, no estaban sufriendo la enfermedad.

Figura donde se observa la afección de la epidemia en junio de 2017, y publicada por varios autores en el número 17 de la revista científica Frontiers in Marine Science.

Fue a partir de unos pocos ejemplares enfermos procedentes de Andalucía, Comunidad Valenciana e Islas Baleares, como se pudo aislar el patógeno causante de la epidemia: un protozoo del grupo de los Haplosporios. Se trata de un parásito de una sola célula que libera sus esporas en la glándula digestiva de las nacras, lo que impide que puedan alimentarse correctamente. Sencillamente, las nacras estaban muriendo de hambre...

La crítica situación que atravesaba la nacra prácticamente permanecía desconocida para el gran público. Solo los científicos y técnicos más directamente relacionados con la especie y el evento de mortalidad masiva, y algunos miembros de los colectivos de conservacionistas y buceadores, eran conscientes de lo que estaba ocurriendo. Por ello, a finales de 2016 la Sociedad Española de Malacología (SEM) decidió elegir a la nacra como «Molusco del Año 2017», con el fin de dar a conocer la especie y divulgar la situación de sus poblaciones en España. También comenzaron a aparecer algunas notas breves en prensa especializada y generalista.

La nacra fue elegida por la Sociedad Española de Malacología como «Molusco del Año 2017», con el fin de divulgar su crítica situación.

A lo largo del mes de julio de 2017, y coordinado por el grupo nacional de técnicos que realiza el seguimiento del evento de mortalidad masiva, se procedió a la instalación de captadores larvarios en diferentes puntos del litoral mediterráneo español. En la costa de Torrevieja fueron ubicados el 20 de julio de 2017, contando, de nuevo, con la desinteresada colaboración de Antonio Ruiz. La intención era tratar de recuperar nuevas larvas de nacra producidas durante el período reproductor de la especie, a partir de potenciales ejemplares sanos que pudieran haber pasado inadvertidos durante las inspecciones submarinas realizadas. Sinceramente, las expectativas de encontrar larvas de nacra en los captadores larvarios instalados en Torrevieja eran muy bajas, por no decir nulas. Hasta la fecha, todos los ejemplares que se habían encontrado a lo largo del litoral estaban muertos. En este sentido, durante las prospecciones arqueológicas realizadas por el MARQ en el litoral de Torrevieja durante junio de 2017, y a requerimiento de la Concejalía de Medio Ambiente, también aprovecharon para tratar de localizar nacras vivas, sin éxito como se ha dicho.

El Ayuntamiento de Torrevieja instaló una serie de captadores larvarios en julio de 2017, con el fin de detectar posibles eventos reproductivos de la especie en las costas de la localidad. Autor: A. Ruiz

Tan solo cuatro días después de que la Concejalía de Medio Ambiente hubiera instalado los captadores larvarios, esto es, el 24 de julio de 2017, se reunió en Madrid la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente, presidida por la ministra de Medio Ambiente y con representantes de las Comunidades Autónomas. En dicha reunión, y con el visto bueno de la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad, se aprobó la declaración de la nacra como en «situación crítica», lo que suponía que realmente dicha especie se encontraba en una situación de peligro crítico de extinción. La nacra entraba a formar parte, junto al urogallo cantábrico (Tetrao urogallus cantabricus), la cerceta pardilla (Marmaronetta angustirostris), el alcaudón chico (Lanius minor), el visón europeo (Mustela lutreola), la náyade (Margaritifera auricularia) y la jara de Cartagena (Cistus heterophyllus subsp. carthaginensis) en el grupo de siete especies más amenazadas de España. Tal declaración, que se oficializó más tarde mediante la publicación en el BOE de la correspondiente Orden Ministerial, supuso que todas las medidas y proyectos para la recuperación de dichas especies pasaron a tener la consideración de interés general para el Estado, por lo que la dotación económica de los proyectos de recuperación debe estar garantizada y la tramitación de los mismos puede hacerse con carácter de urgencia.

Sin embargo, a pesar de que frente a las costas de Torrevieja una de las especies más emblemáticas del Mediterráneo agonizaba, pocos en la ciudad eran conscientes de lo que ocurría o, si lo habían leído, escuchado en radio o visto en televisión, el problema no lo visualizaban tan cercano. No sería hasta la segunda quincena de septiembre de 2017 cuando la noticia, por fin, llegó a la ciudad. Fue a raíz de una nota de prensa difundida entre las principales agencias nacionales de prensa por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA), en la que se informaba de las medidas a adoptar para evitar la extinción de la nacra. En dicha reseña se hablaba de que «en los últimos meses se ha constatado un evento de mortalidad masiva de la nacra en Almería, Murcia, Torrevieja, Ibiza y Formentera», lo que motivó que la noticia cobrara un inusitado interés a nivel local y provincial, al destacarse específicamente el nombre de la ciudad. Si bien la mortandad era general en la provincia de Alicante, al citar Torrevieja no se hacía otra cosa que evidenciar al litoral de nuestra ciudad como uno de los primeros lugares en los que se detectó el problema.

El Consejo de Ministros celebrado el 17 de octubre de 2017 acordó la declaración de emergencia del servicio de rescate de 215 ejemplares de nacra y su mantenimiento en cinco centros especializados, para lo que el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA), a través de la Dirección General de Sostenibilidad de la Costa y el Mar, destinó 491.521 euros. Durante las semanas posteriores comenzaron a rescatarse los 215 ejemplares de nacras adultas, que fueron depositados en el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA) de Huelva, que acogió 50 ejemplares; el Instituto Español de Oceanografía (IEO) de Murcia, que albergó otros 50; el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (IRTA), en Tarragona, que se encargó de 100 ejemplares; 10 más fueron al Instituto de Investigación en Medio Ambiente y Ciencia Marina (IMEDMAR), en Calpe; y 5 ejemplares, al Oceanográfico, en Valencia.

Alguna de las nacras sanas rescatadas de las costas catalanas y criadas en cautividad en las instalaciones del Instituto de Investigación en Medio Ambiente y Ciencia Marina en Calpe, perteneciente a la Universidad Católica de Valencia. Autor: J. R. García-March

A estos ejemplares adultos que no habían sufrido la enfermedad, procedentes todos ellos de la población existente en aguas de L’Ametlla del Mar (Tarragona), se unirían las posibles larvas de nacra que fueran encontradas en los distintos captadores larvarios instalados a lo largo de las costas españolas.

En Torrevieja, los captadores larvarios instalados en julio fueron retirados del fondo marino en la mañana del 16 de noviembre de 2017 (acceso a video de la retirada en el siguiente enlace https://youtu.be/HPcHphcI1pE). De nuevo se contó con la colaboración de Antonio Ruiz, a la que se unió Vicente M. Martínez, ambos buzos profesionales locales muy implicados en la conservación del medio submarino. Se dispuso, asimismo, con el apoyo logístico de la empresa Baliser, S. L. y del Club Náutico Marina Internacional, en cuyos pantalanes, una vez atracada la embarcación, se procedió a inspeccionar los colectores, tarea para la cual se desplazaron desde Calpe biólogos del IMEDMAR de la Universidad Católica de Valencia. Desgraciadamente, y como era de esperar al haber sido Torrevieja una de las zonas donde más se ha sufrido la epidemia, no se pudieron encontrar larvas de nacra en los recolectores larvarios instalados en las costas de la ciudad. Solamente se lograron algunas larvas de nacra en las Islas Columbretes, Cabo de Gata, Calpe y Almería. En total se han podido sacar adelante tan solo 39 larvas de Pinna nobilis y, debido a su pequeño tamaño (en torno a 3 y 8 cm), es posible que alguna de dichas larvas realmente pertenezca a Pinna rudis, denominada nacra de roca, que no ha sufrido la epidemia. Este año, la reproducción de la nacra en el Mediterráneo español ha sido mucho menor de lo que cabría haber esperado de haberse mantenido las poblaciones adultas completamente sanas.

Procesado en tierra de los captadores larvarios instalados durante cuatro meses en los fondos marinos de Torrevieja, no encontrándose ninguna larva de Pinna nobilis. Autor: M. Lara.

Esa misma mañana de noviembre pudimos confirmar, gracias a uno de los buceadores que realizan el mantenimiento de los fondeos de las embarcaciones atracadas en el Club Náutico Marina Internacional, lo que días antes nos había comentado el fotógrafo local Joaquín Carrión. El fin de semana del 11 y 12 de noviembre, durante el II Festival Internacional de Dragon Boat celebrado en la dársena de portuaria de Torrevieja, y con base operativa los pantalanes del C. N. Marina Internacional, Joaquín parece que observó algún ejemplar de nacra en los fondos de dichos pantalanes. El citado buceador que realiza el mantenimiento del C. N. Marina Internacional también nos confirmó haber visto nacras en los pantalanes. Aunque tanto Antonio como Vicente inspeccionaron los fondos donde posiblemente se pudo observar algún ejemplar de nacra, no descubrieron nada, pero resolvimos realizar una inspección más detallada por todo el interior del puerto de Torrevieja para el siguiente lunes.

Evidentemente, podría tratarse de ejemplares muertos, también podrían ser ejemplares de la nacra de roca (Pinna rudis), que, al no haberse visto afectada por la enfermedad, permanece en algunas zonas del litoral torrevejense; o, en el mejor de los casos, podría confirmarse la presencia de algún ejemplar (tanto enfermo, como incluso sano) de Pinna nobilis. El hecho de que hasta finales de los 80 aún se pudieran encontrar nacras viviendo en el interior del puerto de Torrevieja, junto a los recientes hallazgos de pequeñas poblaciones y ejemplares aislados de nacras en otras instalaciones portuarias, como el caso del puerto de Valencia, aconsejaba realizar una minuciosa inspección de los fondos portuarios de Torrevieja. De nuevo, aunque la probabilidad de encontrar alguna nacra susceptible de ser rescatada y llevada a alguno de los centros de recuperación designados al efecto era muy baja, había que intentarlo.

La mañana del lunes 20 de noviembre, y previo permiso de la Autoridad Portuaria, Antonio Ruiz, Vicente M. Martínez y yo mismo procedimos a realizar una completa inspección del puerto de Torrevieja, utilizando para ello una embarcación semirrígida y acuaplano en la que el buceador realiza la inspección visual de los fondos. Y sí encontramos nacras. Dos soberbios ejemplares de 55 y 60 cm de longitud, pero ambos estaban muertos.

Los dos ejemplares encontrados muertos en el interior del puerto de Torrevieja. Autor: J. A. Pujol

Hoy por hoy se podría afirmar que en las costas de Torrevieja la nacra (Pinna nobilis) está localmente extinguida. Los nácares, como los nombraban hasta no hace mucho las gentes de Torrevieja, llegaron a ser abundantísimos en todo el litoral de la ciudad, y rara era la casa que no tenía uno de estos grandes ejemplares como decoración. Incluso la chiquillería de entonces sacaba algunas pesetas vendiendo a los primeros turistas las conchas nacaradas pintadas con algún motivo marinero. Fueron otros tiempos. Desde hace años, la tenencia de nacras está prohibida por Ley. Poco a poco, el surgimiento de nuevos puertos (la construcción del dique de poniente del puerto de Torrevieja acabó con una densa población de nacras, aislando a otras tantas dentro del puerto como se ha dicho), los cada vez mayores vertidos al mar y el fondeo de las embarcaciones sobre las praderas submarinas, redujeron de forma drástica la presencia de este animal en los fondos marinos de todo el Mediterráneo español, hasta el punto que tuvo que ser declarado como especie «Vulnerable». Parecía que el futuro de la nacra iba ligado al futuro de las también amenazadas praderas de Posidonia oceanica. Hasta que en el verano  de 2016 surgió la epidemia que ha puesto a la nacra al borde de la extinción, por lo que, como ha quedado dicho, tuvo que catalogarse como especie en «Situación crítica».

La tremenda mortandad experimentada por la nacra en las costas de Torrevieja ha servido para confirmar que la presencia de la especie alcanzaba densidades equiparables a las existentes en reservas marinas cercanas. La dificultad de detectar al molusco y el hecho de que en Torrevieja no se hicieran censos periódicos, enmascaraban el buen estado de salud de este amenazado bivalvo y, por extensión, del de las praderas de Posidonia oceanica presentes en nuestro litoral.

Hoy día, un grupo de científicos y técnicos repartidos por todo el país, con el apoyo de las administraciones públicas, centros de investigación y Universidades, se afana por tratar de salvar la especie. Además de los recursos económicos necesarios para tal fin, garantizados por ahora por el Gobierno de España, la implicación de otros estamentos políticos (destacar que una moción de apoyo a la nacra fue aprobada por unanimidad en la Diputación de Alicante el pasado noviembre) y, sobre todo, de la opinión pública resultará crucial para que, poco a poco, las siempre espectaculares nacras vuelvan a poblar los fondos del Mediterráneo español. La implicación del Ayuntamiento de Torrevieja también será clave para exigir, y también colaborar con las administraciones que tienen la competencia en la protección del medio marino, que las próximas generaciones puedan volver a saber que en los fondos marinos de Torrevieja vive uno de los bivalvos de mayor tamaño del mundo. Ojalá también nuestra generación sea testigo de la recuperación de la impresionante nacra.

Aspecto de una colonia de nacras sobre fondo de algas antes de que se produjera el evento de mortalidad masiva. Autor: F. J. Murcia-Requena