Invierno y tú

 

Ha nevado.

La ventana empañada

y a través de ella todo es blanco.

 

Las ramas dibujan líneas blancas,

las aves se sientan en sus tronos,

reflejan sus ojos la blancura

y ahuecan sus plumas a escondidas.

Las copas lucen el hielo

estirando sus hojas hechas aguja,

el suelo cual alfombra bajo el cielo.

 

Mientras, tú duermes

y yo te velo.

 

Las blancas cortinas,

el edredón albo,

la blanca almohada,

y tu respiración

que quiero tanto.

 

Había nevado.

La ventana empañada

y a través de ella todo era blanco.

 

 

Frío

 

Si vienes,

suavemente roza las mejillas,

no la nuca, el cuello blanco,

los pies

ni las rodillas.

 

Si te quedas,

débilmente acaricia ventanas,

no los lienzos, abrigos,

sábanas

ni almohadas.

 

Si tú, invierno, te aletargas,

duerme en cimas de montes y montañas,

no en cuevas, establos,

haciendas

ni casas.

 

Y si tú te haces témpano,

hielo o escarcha,

no soples tu frío espíritu

al corazón del alma.