El día de Nochebuena

les habían desahuciado

por no pagar la hipoteca

de la casa en que vivían.

Era una joven pareja

de inmigrantes africanos

sin trabajo y sin papeles.

En el fondo de sus ojos

brillaba la luz de Oriente.

Cuando sonaron las doce

en el reloj de la iglesia

andaban como perdidos

bajo un cielo sin estrellas.

Ella estaba embarazada.

Nadie quiso abrir su puerta

y acogerlos en su casa.

A punto de dar a luz

tuvieron que refugiarse

en un cajero automático

de una sucursal bancaria.

Aquella noche tan fría

ni Dios quería nacer

en el Portal de Belén.