Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número
46 – Primavera 2017
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

Cuando sientas que te pesa la cabeza, que la vida es demasiado dura, que tu situación no tiene solución, que el mundo se te cae encima... ¡Levántate y prepárate un zumo! No dejes que nadie lo haga por ti, ocupa la mente en algo cotidiano, rutinario, sin importancia. Deja de pensar y utiliza las manos. Elige el sabor que más te guste: naranja, mandarina, pomelo, limón. O si tienes licuadora prueba con la manzana, la pera, el kivi, las fresas o el melón. Exprime o licua sin prisa pero sin pausa. No importa qué fruta hayas elegido, lo importante es que estés haciendo ese esfuerzo sin pensar en los problemas que golpean tu cabeza por dentro. Siente la magia de cada instante y exprime la ansiedad o licua la tristeza, pero sin rencor ni resentimiento.
Al principio eso del zumo puede parecerte absurdo, pero no te rías y compruébalo por ti mismo, porque a veces las soluciones más simples son las más eficaces. Te sorprenderá observar que el cuerpo reacciona, que la mente se relaja un poco cuando se limita a seguir las órdenes del cerebro para ejecutar una actividad concreta. A veces la solución para dejar de pensar es ponerse en acción, realizar una tarea manual que no requiera ningún tipo de reflexión. Además, tu cuerpo agradecerá recibir ese elixir de vitaminas que te has preparado con mucho cariño para ti mismo. Notarás que el cuerpo late con fuerzas renovadas, energía y vitalidad. Ahora siéntate y respira. Bébete el zumo lentamente, a sorbitos, saborea cada trago como si fuera el elixir de la inmortalidad. Así tu alma sanará y pensarás con más calma y ahora ya podrás separar tus preocupaciones, sin dejar que se amontonen todas dentro del mismo saco. Piensa cada cosa por separado y deja que las vitaminas te ayuden a quitarle importancia a los pensamientos negativos que no te dejan vivir ni dormir.
No obstante, debes prepararte el zumo con tranquilidad, si tienes prisa no lo hagas, no te servirá para controlar la ansiedad sino que aumentará la sensación de agobio. Hay dos circunstancias que, unidas al ritual del zumo, potencian el estado de calma y serenidad. Es aconsejable hacer un poco de ejercicio físico, estarás algo cansado y al mover el cuerpo tu mente empezará a relajarse. El ejercicio físico, además de ser un modo de evadirse de la cruda realidad, también crea endorfinas que predisponen a la felicidad o al menos al placer. Luego un vaso de zumo y después una ducha. Sin duda, la ducha es otro elemento tranquilizante, en invierno con agua calentita, en verano con agua fría. Esa sensación de estar limpio es muy agradable. Cerrar los ojos y percibir el aroma del jabón o el roce de las gotas de agua cayendo sobre la piel, sin pensar en nada, relaja muchísimo. Si algún día te atreves a unir las tres cosas, entonces ya es como tomarse un cóctel mágico para curar el alma y empezar de nuevo.
Te propongo una terapia sencilla, sana y barata, a seguir en tres pasos: primero una sesión de ejercicio físico, después un zumo vitalizante y por último una ducha purificadora. Seguramente te sentirás mejor contigo mismo, al menos durante unas horas, y tal vez en ese instante llegues a pensar que es bello vivir.