Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 45 – Invierno 2017
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

 

No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas

Laura Norton

Espasa

2014

 

Lo primero que capta nuestra atención es el título, sugerente, divertido e intrigante al mismo tiempo: No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas. Porque es cierto, a veces tratamos de buscar excusas ridículas para justificar nuestros errores y no dar la cara. Y a veces también hacemos mucho el gilipollas y no somos capaces de reaccionar con calma y sentido común. Tal vez te ocurra como a tanta gente que prefiere esconder la cabeza debajo del ala y dejar que vayan pasando los días, sin darte cuenta de que el tiempo no es infinito y hay oportunidades que solo pasan una vez en la vida. O quizás tengas dos oportunidades, nunca se sabe. ¿Estarás preparado para subirte al tren sin dudar cuando llegue el momento adecuado?

Sara se enamoró de Aarón cuando era una adolescente y entonces ya hizo su primera gilipollez, se apuntó para participar en una obra de teatro solo porque él se había apuntado. Él era músico y compuso la banda sonora, mientras ella se ocupaba del vestuario y la escenografía inventándose una espectacular guerra de almohadas que inundó el escenario de plumas. Él quedó impresionado por su trabajo y la felicitó, habló con ella e incluso la invitó a irse de fiesta con sus amigos. Asistieron a un concierto que nunca olvidarán, pero al final no hubo beso y ella lloró. De repente él desapareció sin despedirse y solo quedaron un puñado de rumores inciertos que nunca se confirmaron. «Eres buena con las plumas, no desperdicies tu talento haciendo una carrera mediocre», le dijo él aquella noche. Pero ella se matriculó en la universidad y estudió Química, aunque cuando estaba preparando oposiciones tomó una decisión y eligió darle un giro a su vida. Porque su sueño siempre había sido ser plumista y estaba dispuesta a luchar para intentarlo.

Empezó a trabajar, habilitó su taller, abrió una pequeña tienda en la antigua casa de su abuela y aprendió a sobrevivir al borde de los números rojos. Su novio era arquitecto, pero se fue un año a París sin ella y durante esos meses tuvo tiempo de cuestionarse sus sentimientos. Y entonces sucedió una de esas casualidades que te remueven por dentro. Aarón volvió a cruzarse en su camino, pero en el sitio equivocado, pues ahora era el prometido de su hermana. Tuvo que reprimir su deseo y aprender a poner distancia entre ellos, pero a veces los astros se alinean para permitir que las cosas sucedan como deberían. ¿Siente él algo por ella todavía?

Otro tema que determina esta novela es la infidelidad de la madre y el intento de divorcio, un tema que hoy en día es muy frecuente y que se da en cualquier escalera de cualquier edificio al azar. ¿Qué pasa por la cabeza de una mujer después de treinta años de matrimonio con un hombre que ha perdido la ilusión porque tiene problemas para mantener en pie su estudio de arquitectura? ¿Qué pasa por la cabeza de un hombre tras averiguar que su mujer se acuesta con otro y que ha perdido la fe en su cariño o en sus promesas de amor? Al principio parece que todo se derrumba, pero a veces no hay que rendirse porque existe una solución a la vuelta de la esquina.

No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas es en realidad un canto a la intención de perseguir los sueños para hallar la felicidad, aunque para eso hay que ser a veces un poco gilipollas y tragarse el orgullo. Según la autora, Laura Morton, «cuando las cosas van mal, o te agarras a un clavo ardiendo y magnificas las expectativas o te hundes del todo». Además dice que «muchas veces las mayores decisiones de una vida se van fraguando durante años, meses o semanas y se toman en un segundo, en un impulso». Porque a veces «tú eres tu mayor obstáculo», pero «aprovecha lo que tienes y no lo eches a perder por la frustración de no conseguir una fantasía». ¿Dónde está escrito que vas a conseguir todo lo que quieres? Aunque no olvides que «cuando uno da un paso valiente a la vida, al destino o a la suerte le da por seguirte la corriente y te facilita las cosas». ¡Soñar es gratis todavía!