Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 42 – Primavera 2016
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja



¿Por qué empezar esta historia con una imagen llena de color? Empecemos por el principio.

¿Se imaginan que su ciudad dispusiera de cientos de yacimientos arqueológicos —¡qué exageración!— de épocas diferentes que abarcasen miles de años —más todavía—, y que este patrimonio cultural se insertara en un paraje natural extraordinario y, por pedir que no quede, con un paisaje único? Una vez más nos encontramos con una realidad que supera nuestra imaginación. En el sureste de la península Ibérica, en la Región de Murcia, la afortunada es Cieza.

La ciudad murciana se encuentra en la margen izquierda del río Segura, en la entrada del valle de Ricote, en lo que ha sido un enclave viario que sirvió de ruta de conquista para los romanos y más tarde para los árabes: la calzada romana de Carthago Nova (Cartagena) a Complutum (Alcalá de Henares) coincidiría en parte de su recorrido por la actual CN-301 de Cartagena a Albacete. Las condiciones favorables, por su cercanía al río y su ubicación geográfica, contribuyeron al asentamiento de la población, a su desarrollo y a la complejidad de su historia: ¿por qué se le atribuyen toponimias diferentes?, ¿dónde se encuentra el origen de la población? Como vais a comprobar, estamos ante un rompecabezas más a resolver por los arqueólogos en sus tareas detectivescas. (Ricote no se encuentra en el valle de Ricote, y eso es otra historia).

En busca de los orígenes de Cieza (imagen 2):

Asentamiento 1: A tres km al sur de la actual ciudad de Cieza. Hoy yacimiento de la Edad del Bronce de Morrón de Bolvax. Se halla en un cerro junto al río Segura en un estrechamiento del valle y de obligado paso. Aquí se han encontrado pruebas de la presencia de la cultura argárica de mediados del iii milenio a. C.

Asentamiento 2: La población se trasladó muy cerca, a un cerro junto al río. Este oppidum (asentamiento asociado a una fortificación) formó parte de la Batestania íbera con el nombre de Segisa (pronunciado seguisa) y fue conquistada en el s. ii a. C. por los romanos. Hoy es el yacimiento íbero-romano-paleocristiano de Bolvax.

La referencia documental más antigua a «esta Cieza» la encontramos en Claudio Ptolomeo (s. ii d. C., en su Guía de geografía Ptol. II, 6, 60), con el nombre íbero, antes mencionado, de Segisa, ubicándola en el Campus Spartarius, en el sudeste español.


El Campus Spartarius se ha caracterizado por la presencia de la atocha o esparto, una planta empleada también en Cartagena, Crevillente, Rojales, Aspe, etc., para la producción de utensilios de labranza, aperos para animales, útiles del hogar o esparteñas, y que tuvo continuidad a lo largo de los siglos, siendo en el xix el motor económico y una seña de identidad de Cieza.

En otra fuente histórica sobre las crónicas de la conquista romana hacia la capital cartaginesa, sin embargo, se menciona a Eyyo o Hello (quizás se trate del asentamiento prehistórico en el Monte del Castillo). Por si fuera poco complicado, os diré que en la Edad Media existía la propiedad de un morisco, llamado Borivax, y quizás de ahí el nombre de Bolvax. (Imagen 3, icono del yacimiento de Bolvax que nos recuerda la fama de los íberos como grandes jinetes).

La toponimia nos sirve de registro fósil y, según Leonard A. Curchin, el origen del nombre de Segisa está en el adjetivo indoeuropeo «segheso», poderoso, fuerte. Sin embargo, Joaquín Salmerón afirma que el origen está en la raíz celta -seg-, «victoria». (Encontramos otras «ciezas» en el norte peninsular, cuyo origen parece estar en el participio latino caesa «partida, quebrada», y, por tanto, tendría un origen romano).

Asentamiento 3: Río arriba en el margen derecho, y sobre un poblado ya existente (quizás ese misterioso Hello o Eyyo). Es lo que hoy conocemos como el yacimiento arqueológico islámico de Siyasa.

La población se trasladó desde el anterior emplazamiento de Bolvax al Monte del Castillo, donde se construyó un hisn (fortaleza). (Imagen 4, propuesta de reconstrucción de la casa n.º 3 con las vistas a la vega del río con una discutible arquitectura).

 

De Mursiya (Murcia) al hisn de Molina, a orillas del río, hay 8 millas; al hisn de Rikut (Ricote) hay doce; al hisn de Siyasa (Cieza) hay seis; (…) Todos los husun mencionados en este camino se encuentran a orillas del Río Blanco, que es el río de Mursiya.

Al-Idrisi (s. xi)


Los arqueólogos e historiadores cuentan además con referencias a este mismo lugar, posteriores a la dominación islámica, pero... con otro nombre: Carteya. Fray Pascual Salmerón, considerado como el primer historiador de la villa, nos dice lo siguiente sobre el origen del lugar:

Que esta Villa es antigua y parece por los dichos edificios declarados, y sin otros de riegos y acequias que hay en el día, parecen en los términos de esta Villa, y que, por estas causas no es nuevo pueblo, por lo dicho de suso. Y en cuanto a su fundación original y fundador dijeron: Que no lo saben, ni han oído ni leído, en cuanto al tiempo que se ganó de los moros, después de la destrucción del Rey Don Rodrigo, último y godo, que no lo sabemos ni lo hemos oído a nuestros ancianos, más que lo dicho de suso (...)

Antigua Carteya, de Fray Pascual Salmerón (1777)


Asentamiento 4: Tomada la Siyasa andalusí por los cristianos en el siglo xiii, la población se volvió a trasladar. Pasó de la ladera del cerro a un llano, al otro lado del río, en la margen izquierda, ahora sí, donde hoy encontramos la actual Cieza.

Pero ¿por qué un traslado a un lugar menos defendible? La inestabilidad continuó hasta la conquista de Granada y parece poco lógico el cambio. Quizás la transformación del sistema productivo de la sociedad andalusí a la cristina y los conflictos entre el poder religioso y el civil, en este caso, entre la Orden de Santiago y el Consejo, se disputaban el control de los territorios conquistados.

El abandono de un asentamiento a favor de otro nuevo con el nombre del antiguo es un fenómeno recurrente. Es el caso de Mula, Minateda, Aspe, etc., y, en cualquier caso, la complejidad sobre las diferentes toponimias y ubicaciones ponen de manifiesto la densa historia y la riqueza patrimonial de Cieza, vertebrada en torno al río Segura, y que poco a poco se va investigando y valorando.




Entre los 120 yacimientos arqueológicos de Cieza sólo voy a destacaros los más sobresalientes. Bolvax es ibero-romano (con una cronología muy amplia, s. vi a. C. a xiii d. C.) y está, por fin, siendo excavado sistemáticamente. Es el momento apasionante en el que salen a la luz nuevas pruebas y revelaciones. En apenas dos campañas se han excavado 150 m² de una extensión total de unas 5 ha. Se ha reconocido una necrópolis y un poblado con viviendas rectangulares con unos 40 m de murallas romanas con 2’5 metros de grosor por 5 de alto o mosaicos, que se expone en el museo de la ciudad.

Uno de los hallazgos más extraordinarios, realizado por personas ajenas a la excavación oficial, fue ¡una estátera de la antigua Grecia acuñada en la isla de Lesbos del siglo v a. C.!, la moneda más antigua que se ha encontrado en el sudeste español. Se encuentra en manos de un coleccionista privado. De momento, el yacimiento no se puede visitar y, mientras se espera una nueva financiación, aquí tenéis un documental publicado en marzo de 2016:

Descubriendo Bolvax


Actualmente, el gran yacimiento arqueológico, el más valorado, es el despoblado islámico de Siyasa (siglos xi-xiii), que se ha convertido en un referente para el estudio de la arquitectura urbana del Islam occidental.

Siyasa formó parte de Sharq Al-Andalus, la parte del levante andalusí. Fue dependiendo sucesivamente de Uryula (Orihuela), centro de poder del reino o Cora de Tudmir; luego, del Califato; del reino del Mardanis, el rey Lobo; más tarde, de la dinastía almohade; y finalmente, se sometió al infante Alfonso.

Está situada estratégicamente en la puerta norte del Valle de Ricote, desde donde se controlaban las alquerías en torno a las huertas:

La primera etapa del itinerario de Qartayana (Cartagena) a

Tulaytula (Toledo) es la que lleva Murcia,

a unas 30 millas de distancia; hasta

Mulina hay 8 millas; a Siyasa 25 millas (…)

Al-Udri (s. xi)


El enclave arqueológico está formado por una celoquía o torre muy deteriorada, en lo alto del cerro desde donde se controlaba el horizonte, y en la ladera el conjunto urbanístico. Vale la pena subir hasta aquí, aunque sólo sea por disfrutar del paisaje conformado por el valle atravesado por el río y rodeado de las huertas o, incluso, divisar la fortaleza de Abarán.

La excavación se inició en los años 80 por J. Navarro Palazón, después de la prospección petrolífera de la British Petroleum que causó daños en el yacimiento, y más tarde por Joaquín Salmerón. Fue entonces cuando se descubrió lo que se escondía bajo los sedimentos. Se calcula que son unas 746 viviendas las que conformaron el poblamiento donde pudieron vivir unos 4.000 habitantes, en el momento de máximo esplendor a principios del siglo xiii (hasta el xviii no volvería a alcanzar este número de habitantes).

Entre las singularidades del urbanismo islámico destaca su adaptación a las necesidades o a la orografía y a las exigencias del Islam, porque se regulaba una cuestión fundamental: la intimidad.

¡Mujeres del Profeta! Vosotras no sois como otras mujeres cualesquiera. Si teméis a

Alá, no seáis tan complacientes en vuestras palabras que llegue a anhelaros el

enfermo de corazón. ¡Hablad, mas bien, como se debe! ¡Quedaos en vuestras casas! (…)

Corán


Sus casas no tenían ventanas al exterior. Observad en la imagen n.º 5 cómo el zaguán, al estar en codo, no dejaría ver nada del interior. Incluso se especificaba que la puerta exterior no podía coincidir con la del otro lado de la calle.





En las 19 viviendas estudiadas se documentó información sobre la jerarquización del espacio y de los elementos arquitectónicos, la adaptación del desnivel del cerro (imagen 6), el sentido práctico, la higiene o la riqueza de las yeserías.

En la tipología de la casa andalusí, el patio es un elemento imprescindible y en torno a él se articulan las estancias. Contaría con comodidades sorprendentes: cocina con hogar, alacena, poyo y salida de humos (imagen n.º 7 y n.º 8), así como letrina con un sistema de canalización hacia los pozos ciegos. En las casas residenciales se diferenciaba el salón de verano del de invierno. Al igual que en nuestras actuales viviendas, se construían altillos para aprovechar los huecos en alto: las algorfas. También disponían de establos, lo que resulta extraño en una vivienda urbana.


Otro espacio para disfrutar es el Museo de Siyasa, en el que se albergan piezas procedentes de las excavaciones arqueológicas de este y de otros yacimientos con una antigüedad que se remonta al Paleolítico. El espacio museístico recoge la principal colección de arquitectura civil musulmana en España. Vais a poder sentiros como los propios habitantes de la madina con la reconstrucción hipotética de dos casas a escala 1:1 (imagen 9) en las que se han encajado los arcos y yeserías ornamentales originales y se han colocado objetos encontrados del ajuar doméstico (imagen 10). Cuenta con segundo piso con escaleras que suben al pórtico-galería que facilitaba el acceso a la planta, daba ventilación y embellecía el patio. Los elementos arquitectónicos decorativos son de los más importantes de la península.


Reproducción de las casas 6 y 10 en el Museo de Siyasa


Entre las piezas más sorprendentes de la exposición está el fragmento de cerámica con representaciones humanas. En el Islam la representación humana estaba prohibida. (Imagen 11)


J. Emilio Iniesta González afirma, sobre los objetos expuestos en el museo, que podemos encontrar «talismanes que poseen un gran valor arqueológico y antropológico y son un instrumento imprescindible para adentrarnos en la psicología de las gentes que habitaron en Medina Siyasa». En definitiva, un museo que no debéis perderos.

Museo de Siyasa


Siesa, bajo dominio cristiano, se convirtió en una ciudad de frontera con el Reino de Granada, lo que ha dejado huella en el callejero (los restos de la muralla y cuatro torres están bajo la calle Fortaleza), en la cultura local (en el escudo) y en las crónicas. Las guerras civiles entre Manueles y Fajardos provocaron el debilitamiento de sus defensas, por lo que la ciudad sufrió una de las más trágicas razzias granadinas que se recuerdan:

(…) esta Villa ha sido destruida y quemada por los moros del reino de Granada,

antes que la dicha ciudad fuese ganada por los Reyes Católicos (…) y la primera vez haber rescatado a los dichos vecinos cautivos (...)

Descripción y Relación de la Villa de Cieza. Crónica de 1579


En Cieza, el patrimonio arqueológico se combina con el natural. Siguiendo el curso del río, aguas arriba y antes de llegar a Calasparra, descubrimos otro gran valor de la villa, el Cañón de Almadenes (almadén viene del árabe al-madin, la mina que también se asocia a un lugar subterráneo). El legado andalusí impregna toda la cultura española.


Siyasa, legado andalusí en Cieza

El cañón tiene cuatro km de largo con paredes verticales que alcanzan hasta los 120 m de altura. El geógrafo Al- Zuhri lo describió así (imagen 13):

Dicho lugar es una de las maravillas del mundo. Creó Dios aquel estrechamiento o garganta partiendo en dos una montaña de mármol rojo, sus dos bordes de derecha e izquierda se elevan cada uno de ellos a una altura de cincuenta brazas y de longitud cuatro parasangas… No penetra el sol sino cuando está por el signo de Géminis (cuando el día es más largo). A través de dicha garganta pasan los troncos de madera traídos de fuera, los cuales descienden por este río hacia la ciudad de Mursiya (Murcia) y su comarca

Al-Zuhri (s. xii)


El paraje natural es todo un espectáculo para la vista, un gran atractivo para los amantes del senderismo y el deporte de aventura, y esconde... diecisiete Patrimonios de la Humanidad. Se trata de 17 cuevas con arte rupestre paleolítico y postpaleolítico, entre las que destaca La Serreta (imagen 14), a la que se accede a una sima de 16 metros de profundidad por unas escaleras metálicas, donde podemos admirar pinturas rupestres esquemáticas, como este característico y enigmático ídolo (imagen n.º 15): la representación de una figura humana de brazos en asa.


La cueva fue un lugar estratégico, con caza y agua, un espacio para rituales, un cobijo desde el Neolítico donde, además, se han hallado restos materiales sorprendentes que otorgan a este lugar un carácter más excepcional todavía. Los arqueólogos tuvieron que rebuscar en el basurero exterior para encontrar materias que aportaron una información valiosísima sobre sus ocupantes: monedas (as, sestercio, antoninos) y cerámicas (una lucerna con relieves eróticos).

Cueva-Sima de La Serreta


Aquellos “turistas romanos” debieron quedar fascinados, al igual que nosotros, dándoles a las cuevas un valor mágico, y por eso parece lógico el hallazgo de materiales de culturas diferentes como santuario. Lo excepcional en La Serreta es que aquí ¡vivieron los romanos! Nos encontramos ante el único caso en España de una cueva habitada por ciudadanos del Imperio Romano.

La rareza de este espacio escondido como hábitat se ha podido explicar si tenemos en cuenta que el momento su uso coincide con la Autarquía en el siglo iii d. C., en plena crisis del Imperio, es decir, en un periodo de inestabilidad política y social.

Otra de las preciosas joyas y Patrimonio de la Humanidad que podemos admirar en Cieza son las pinturas rupestres de la cueva de Los Grajos, situada en un desfiladero de la sierra de Ascoy. Aquí os dejo un fragmento del calco realizado por A. Beltrán Martínez y Mateo Saura, donde aparecen ¡mujeres danzando! (imagen n.º 16).



En la actualidad, Stipa (Stipa tenacissima, nombre científico del esparto) es la empresa con la concesión municipal para las visitas guiadas a los yacimientos de Siyasa, Los Grajos y La Serreta:

http://www.ciezaturistica.org/portalweb/index.php?option=com_zoo&task=item&item_id=40&Itemid=375


Ya se puede responder a la pregunta que encabezaba el artículo sobre los colores de Cieza. La riqueza de la vega ha pasado de cereales y leguminosas a frutales y, hace unos años, Fernando Galindo reparó en la belleza que ofrecía el paisaje del campo ciezano que admiramos con su fotografía: la floración de los frutales. Se trata de un efímero espectáculo visual que se disfruta durante apenas unas semanas con la floración del «oro de la huerta», los melocotoneros, además de los ciruelos, las nectarinas, los albaricoqueros o los almendros.

Un colorido fenómeno convertido en gran atractivo turístico con un variado programa de actividades como un concurso de fotografía, conciertos o rutas para la observación de la floración, que se llevan a cabo desde finales de febrero a finales de marzo gracias a la colaboración e implicación de grupos locales.

Estos árboles frutales se riegan con acequias y fuentes como lo fueron antaño, aunque el problema de la sequía es una constante en Cieza y en nuestra historia. En la crónica realizada por orden de Felipe ii, antes mencionada, se recoge la tradición de ir en procesión hasta la Cruz Blanca en la peña negra, en un lugar ahora desconocido entre Cieza y Blanca, y que recorrían los lugareños para pedir lluvia en los tiempos de sequía:

Una cruz blanca natural, que por ninguna lluvia ni antigüedad, ni otro caso, se ha deshecho, a la que se va en procesión para pedir agua con penitencia, y ha acaecido Nuestro Señor darla y venir con ella por particular devoción de los vecinos de la Villa (…)


A pesar de la aportación hídrica del río Thader/Sequra/Blanco (el Segura), se hizo necesario, ya desde tiempos de los romanos, un sistema de irrigación para la vega que partía de las inmediaciones del Cañón de Almadenes. Dos mil años después de su construcción y con una longitud de 24 km, está en uso la acequia de don Gonzalo, todo un reto de la ingeniería que atravesaría las villas romanas hasta llegar al oppidum del Castillo. Se conserva una segunda acequia histórica —aunque amenazada por obras de canalización subterráneas y en hormigón, La Andelma (del árabe, canal de agua)—, que tuvo en época cristiana un papel todavía más relevante para dar agua al Molino de Cebollo o Teodoro (siglo xiv) y que aún se conserva. En el siglo xviii y tras la invasión napoleónica, se instalaron, al menos, 25 norias para la ampliación de las tierras de regadío.

De igual manera que lo hiciera el geógrafo Al-Zuhri en el siglo xii (bueno, ahora con algo menos de agua), podemos visitar el manantial de El Borbotón, en la margen izquierda, descrito como la Fuente Negra así:

En la extremidad del desfiladero está la Fuente oscura (…), que lanza su agua por el aire aproximadamente una braza y vuelve a descender al lecho del río, y su agua obstinada emerge entre la turbia. Esta fuente regaba todo aquel fahs (valle).

Al-Zuhri (s. xii)


Al visitar la ciudad, no olvidéis probar sus afamadas aceitunas. Según nos cuenta Ricardo Montes Bernández, hay documento firmado por Andrés Filoso, fraile franciscano en 1763, sobre la producción agrícola, quien hace referencia a la extendida reputación de pasas y aceitunas ciezanas: «Se celebran mucho, aun en los remotos países y ultramarinos del reino».

Cuando en un municipio se encuentra algún tipo de yacimiento arqueológico, debería de estar de enhorabuena porque, bien gestionado, se convierte en un recurso para el desarrollo económico, social, cultural y territorial. La riqueza patrimonial de nuestro país es tal que, quizás, esa abundancia hace que nuestra sociedad no advierta todavía su gran valor, su potencial, y no pueda apreciarla objetivamente.

A pesar de la densa historia de Cieza, de la riqueza de la ciudad y de un patrimonio arqueológico tan numeroso y valioso constituido por pinturas rupestres, yacimientos argáricos, íberos, romanos, paleocristianos, andalusíes y cristianos, a lo que unimos su patrimonio natural y paisajístico, ha sido en los últimos treinta años cuando se ha empezado a redescubrir el municipio para todos nosotros. Lentamente, y gracias a la implicación personal y al impulso de amantes de su tierra y de su trabajo, se recupera nuestra historia, nuestro patrimonio y nuestra identidad.

Como ya saben: conocer y comprender para valorar y salvaguardar.




Mi agradecimiento a Joaquín Salmerón Juan, director del Servicio de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Cieza, del Museo de Siyâsa, de la Fundación Valle de Ricote, responsable de la revista electrónica Prehistoria y arqueología de la Región de Murcia y miembro de la Real Academia Alfonso X el Sabio.


Imágenes:

N.º 1 y 17, Fernando Galindo

N.º 2, Iberpix

N.º 6, 11 Navarro Palazón, Julio y Jiménez Castillo, Pedro (2007). Siyasa. Estudio arqueológico del despoblado andalusí (ss. xi-xii). Escuela de Estudios Árabes de Granada (CSIC). Murcia.

N.º 3, 4, 12: Internet

N.º 5,7, 8, Miguel Díez Rayo (2014). La jerarquización de los espacios en la vivienda andalusí en el despoblado de Siyâsa. Actas II Jornadas de Investigación y Divulgación sobre Abarán y el Valle de Ricote, abril 2012.

N.º 9, 10, Museo de Siyasa

N.º 12, José Eduardo Illueca Ballester


Para saber más:

Información sobre el patrimonio histórico de Cieza en: http://msiyasa.blogspot.com
Portal sobre el Patrimonio Arqueológico de Cieza:
www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,682

https://www.academia.edu/2321675/Historia_de_la_Historia_de_Cieza

www.tecnologiaycultura.net/investiga/HistoriaCieza

Cieza Turística:

http://www.ciezaturistica.org/portalweb/index.php?option=com_content&view=article&id=121&Itemid=354