Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 40 – Otoño 2015
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja



El viaje del elefante, de José Saramago, es un libro lleno de detalles, sin grandes proezas ni escenas de acción trepidante. El eje central de la narración es la figura de un elefante y su cornaca, o cuidador. José Saramago ha creado en esta ocasión un universo literario minimalista, con pocos elementos crea un paisaje narrativo durante la época medieval. Una historia cargada de realismo y naturalidad, donde las actividades siguen su propio ritmo en armonía con la naturaleza. Una escritura limpia que brilla en el espejo de la mente y evoca sensaciones agradables acerca de la mitología sobre uno de los animales más inteligentes que además se reconoce en los espejos.

Saramago intenta realizar el retrato de una época en la que la corte (o Casa Real) hacía regalos exóticos para fortalecer las relaciones diplomáticas. Así empieza esta historia: la reina sugiere a su marido que regale al archiduque Maximiliano el elefante que llegó a la corte desde la India y que responde al nombre de Salomón. Pronto se organiza el viaje, entre Portugal y Valladolid, y el grupo parte hacia su destino. El comandante y sus hombres, el cornaca con su elefante, los caballos, un carro tirado por bueyes que transporta los fardos de forraje y la cuba del agua. Por el camino descubrimos algunas costumbres del paquidermo. Un viaje aparentemente dirigido por el comandante, pero pronto se descubre que el elefante es el verdadero guía de la travesía.

Existe un universo sencillo y espontáneo donde cada cosa y persona ocupa su lugar. Pero la sencillez no está exenta de sentido, sino que ayuda a resaltar la existencia de elementos que habitualmente se quedan en un segundo plano. Quizá para entender este libro en su totalidad haya que hacer un juego de planos, ya que el lector debe situar en primer plano lo que habitualmente queda oculto tras la sugerencia. Así es como el elefante emerge de la sombra y se hace más grande, si cabe, a través de una mirada cómplice. Un relato que respeta las leyes de la naturaleza, que sucede en un espacio abierto y cuya importancia reside en los detalles efímeros. La figura del cornaca también es importante, puesto que se produce un choque de culturas, la europea y la asiática. Subhro es un personaje acorde con el animal, su habilidad mental supera incluso la del comandante y eso genera ciertos momentos de tensión. También refleja, aunque de manera fugaz y sutil, la obligación de ser cristiano que imperaba en la esfera social de aquellos tiempos. Saramago elige un narrador que emerge desde las profundidades de la mente, que está dentro y fuera del personaje y que conoce todos los detalles, incluso los reflejos invisibles del pensamiento y del silencio. Un narrador que existe a ambos lados de la historia, que une las expectativas del lector con las razones del escritor para elegir u omitir algunas expresiones.

El viaje del elefante es una oportunidad para explorar los caminos y las letras de un autor que eleva la literatura como la trompa de un elefante. Leer este libro es viajar hacia un lugar que pudo haber existido en otro tiempo para conocer sus habitantes, sus costumbres y también sus mitos. En definitiva, el elefante Salomón se convierte en un símbolo, en el objeto de un código de honor que aumenta las diferencias entre la gente de a pie y el poder. Es, por tanto, una historia transparente que fluye como el agua de un río, un puñado de palabras sencillas que se instalan con fuerza en la mente del lector.