Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 40 – Otoño 2015
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja



—¡Hola, papá! ¿Cómo estás hoy?

—Bien, pero siéntese, hombre, no se quede usted ahí.

—Parece que hoy va a hacer buen día.

—No sé, me duelen bastante los huesos, y ya sabe usted que eso a veces es síntoma de borrasca. Si estuviese cerca del mar, se lo diría sin equivocarme.

—Me suena un poco su cara, señor.

—Soy tu hijo Manuel.

—Ah, sí, Manuel, es verdad. Qué mayores nos hemos hecho. ¿Te acuerdas cuando jugábamos de pequeños arriba de la olivera y venía mamá a darnos con la vara para bajarnos de allí? Y cuando nos bañábamos en las Eras de la Sal, ¿te acuerdas?

—No, papá, ése era el tío Manuel, tu hermano.

—Pero entonces, ¿qué venía usted a contarme? Es que tengo un poco mal la memoria.

—Sólo venía a ver cómo estabas.

—Pues fatal de los huesos, parece que va a llover.

—¿Has desayunado ya?

—No sé; las cabronas de las enfermeras no me dan de comer casi nunca. ¿No podría usted hablar con alguien para que me den de comer?

—¡Pero si comes cinco veces al día!

—Cuando vivía con mi hijo Manuel si comía bien. Es cocinero, ¿sabe? Y de los buenos, trabaja en el restaurante Miramar.

—Pero ya no trabajo de cocinero, tengo 67 años y estoy jubilado.

—Qué mal está la vida, tan joven y está usted sin trabajo. Pues yo me levanto todas las mañanas, arreglo a los conejos y a las gallinas y después me voy con la bicicleta de mi padre a las salinas, a trabajar hasta las tantas de la noche.

—Pero papá, si tienes noventa años.

—He conocido a una chica que trabaja en el saladero y si la cosa sigue así le voy a pedir matrimonio pronto, en cuanto me hagan oficial de primera. Mi padre dice que podríamos vivir con ellos, hasta que pueda juntar unos cientos de duros para comprar una casica. Tengo vista una que me gusta, en el barrio de los pescadores.

Las lágrimas de Manuel recorrían camino descendente por su ajada cara. Su padre no lo reconocía, llevaba así veinte años, pero él iba cada mañana y cada tarde a pasar un rato con él en la residencia. «Ratos de oro» los denominaba Manuel.




Torrevieja, 2 de octubre de 2015