Describirte sin adjetivos es muy difícil para mí, pero lo voy a intentar.

Llegaste a nosotros en un momento de incertidumbre y miedo, pero llegaste a lo grande.

¡¡¡Cómo describirte sin adjetivos!!! Mi niña, mi ángel, mi trozo de vida, mi princesa, mi terremoto, mi alegria mi... todo.

Como el azul del cielo y el agua del mar; como el verde de la montaña y la grandeza de los árboles, eres lo que que deseamos tener siempre a nuestro lado, a pesar de tus exigencias y reclamos, de tu exaltación a la libertad de expresión.

Eres como esa luz que alimenta nuestras vidas, ya un tanto cansadas.

Eres esa frescura que nos invade cada vez que estás con nosotros.

Eres esa alegria y felicidad que tantas veces echamos de menos.

Eres la niña de nuestros sueños y desvelos.

Tus manos, tus miradas de complicidad, nos renuevan por dentro y por fuera.

Podríamos pasar las horas mirándote sin descanso, aún, en el tuyo propio.

Siempre estás presente, en nuestros comentarios, en el móvil, en nuestros momentos de soledad, en los que de repente vemos un juguete que dejaste tirado.

Eres esa alegria que ha colmado nuestras vidas de esperanza y desafío al futuro.

Eres simplemente tú, nuestra nieta, Valentina.