Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 80 – Otoño 2025
Asociación Cultural Ars Creatio – Torrevieja

 

Mari Paz Andréu: una vida ligada al Certamen

El pasado 5 de julio tuve el placer y el honor de pronunciar una conferencia en el teatro municipal de Torrevieja que llevaba por título «Mari Paz Andreu. Una vida ligada al Certamen». Fue un encargo del Patronato Municipal de Habaneras a través del vicepresidente, Antonio Quesada, concejal de Cultura, y Aurelio Martínez, presidente de la Comisión Técnica del Patronato, de la que estoy orgulloso de ser uno de los componentes.

Este año se rendía homenaje a dos personalidades en el mundo del Certamen, como son Mari Paz Andréu y Mario Bustillo, de los que estuvimos escuchando la habanera obligada en la fase de concurso. En una de las últimas reuniones antes del Certamen me dijeron que le diese una vuelta porque «¿quién mejor que yo...?». Quizás una empresa un tanto complicada para mí, por la relación madre-hijo, y todas las cosas que nos unen, la música, las habaneras, la familia, muchas interacciones que intenté describir lo más asépticamente posible, aunque hay demasiada carga de sentimientos, recuerdos y vivencias.

Recientemente, José Miguel Toro, gran amigo y una persona que me ayudó activamente en la preparación de la conferencia, me propuso plasmarla en la revista de otoño de Ars Creatio, y, evidentemente, accedí encantado. Así que reseñaré la parte del trabajo no estrictamente específica, siempre desde mi punto de vista...

 

Comenzamos

Mari Paz Andréu Latorre nació el 6 de marzo de 1930 en Torrevieja, en la calle Orihuela, esquina con el callejón del Clavel. Hace unos años estuvo allí la Hidroeléctrica.

Era una casa de las típicas en Torrevieja. Puerta doble de madera, cancela, puerta doble acristalada, que rescatamos antes del derribo y tenemos instalada en la casa de campo, nave central (no pasillo), habitaciones a los lados, comunicadas entre sí, al fondo un patio con pozo y aljibe, un árbol que no recuerdo bien si era una araucaria y, más al fondo y a la derecha, un almacén que tenía salida a la calle del Clavel. Éste era un lugar oscuro, lleno de estanterías con aperos de pesca, y en la parte de arriba se adivinaba, o aprendí a escucharlo, un sostre y un entabacao, espacios todavía más escondidos en la oscuridad donde se supone que en su día se guardaban secretos...

Vivió casi 94 años y nos dejó el 1 de enero de 2024, día de Año Nuevo, hace año y medio aproximadamente. Tomamos las uvas con ella en el hospital, pero estuvimos celebrando la Nochebuena (por la mañana) unos días antes en la casa de campo, donde siempre íbamos a reunirnos la familia y, entre otras cosas, cantábamos habaneras, empezando habitualmente con Pregúntale a las estrellas. ¡Armando, coge la guitarra...!   

Siempre estuvo presente la música en su vida. Estudió piano en su juventud y se tituló como profesora. Fue un gran apoyo de la Unión Musical Torrevejense, una valedora, tanto de la banda, como de la directiva y de los directores, especialmente de Francisco Casanovas, de cuyo nacimiento estamos celebrando el 125 aniversario. La UMT le concedió el escudo de oro de la entidad, que lucía con mucho orgullo en la solapa.

Vocal nato del premio Diego Ramírez Pastor, junto a Juan Mateo, alma máter y presidente, Marisa Ruso y Emilio Sánchez Campillo. Precisamente el maestro Casanovas fue uno de los primeros en obtener el premio. Las bases rezaban que el jurado estaría compuesto por los vocales natos y los cinco últimos premiados. Llegado el momento, el maestro Casanovas pidió continuar, le gustaba lo de las votaciones. Desde entonces, y hasta la fecha, el salón del Club Náutico se queda cada vez más pequeño para dicho acto.

Fue cofundadora del semanario Vista Alegre, en el que, entre otras cosas, hacía crónicas culturales.

Colaboradora en la Sociedad Cultural Casino de Torrevieja, especialmente en la larga etapa en que Tomás Martínez fue presidente. En alguna ocasión, con motivo de participar en un concierto, he podido utilizar el cuarto de reuniones para dejar los estuches, calentar. Allí he podido descubrir algún diploma donde aparecía Mari Paz como ganadora de los juegos florales en su edad temprana. Fue Tomás Martínez quien la motivó para que escribiera una definición de la habanera, en relación con Torrevieja. Y surgió lo siguiente:

 

LA HABANERA

Nana junto a la cuna,

serenata en la voz del rondador,

canto de júbilo en la fiesta familiar,

lamento en la despedida,

añoransa en la ausencia.

Cuando suena la habanera

es que canta Torrevieja.

 

La Sociedad Cultural Casino de Torrevieja, el Casino, le concedió el premio a la cultura en 2016.

Siempre le gustó leer en público y recitar. Decía que de pequeña la subían en una mesa para oírla declamar los versos que recitaba.

Un reto que puse en práctica con ella en los últimos tiempos, gracias a un gran consejo, fue hacerla recitar. Y para eso tenía una memoria prodigiosa. Hay un poema de José Zorrilla, «Corriendo van por la vega», largo, largo, largo: «Corriendo van por la vega, a las puertas de Granada, hasta cuarenta gomeles y el capitán que los manda…», con palabras enrevesadas, que recitaba de carrerilla, y al final decía: «¿Qué?, ¿qué te parece?».

Apasionada de todo movimiento artístico, música, literatura, teatro, pintura, incluso de las verbenas populares que durante varios años se realizaron en las Eras de la Sal, tuvo la oportunidad de compartir una época con personajes que encontraron en el arte y la cultura el medio de expresión. Aparte de los ya nombrados, y pidiendo disculpas por los que se queden en el tintero, cabe destacar sin ningún tipo de orden, prelación ni importancia, César Cánovas, José María López Dols, Enrique Ballester, Ricardo Lafuente...

Siguiendo con rasgos generales, por llamarlos de algún modo, podemos decir que estaba orgullosa de su familia, era una adelantada a su tiempo, inquieta por aportar algún beneficio a Torrevieja y por ayudar a cualquier persona.

Fue componente durante muchísimos años del coro parroquial. Incondicional de la Verónica y pregonera de la Santina, de la Semana Santa torrevejense y de la de Los Montesinos.

En 1955 confluyen dos acontecimientos clave: aparece el Vista Alegre, del que fue cofundadora, como se ha referido antes; y tiene lugar la primera edición del Certamen de Habaneras, del que llegaría a ser vocal de honor. Por aquel entonces todavía no era internacional ni había polifonía.

Pero sigo un poco con su biografía de «adelantada». A los 42 años ganó unas oposiciones de funcionario en la ONCE. Estamos hablando de 1972, todavía una época complicada para las mujeres al incomporarse al trabajo. Había quien le preguntaba: «Y tu marido, ¿qué dice de esto?». Incluso dentro de la familia, yo, que era y soy el menor de tres hermanos, al saber que no iba a estar mi madre perennemente en casa para lo que hiciera falta, pregunté: «Y si nos ponemos malicos, ¿quién nos va a cuidar?». Y me dijo: «Mejor que a partir de ahora no os pongáis malicos».

Yo fui el que se decantó por el mundo de la música. Empecé a aprender con ella un año antes de que se incorporara a trabajar, a los ocho años, y luego ya fui a la UMT.

Desde entonces tuvimos muchos amores compartidos, aparte del de madre-hijo, el amor por la banda y el amor por el Certamen. Juntos compusimos varias obras con las que ganamos el premio Manuel Parada de composición en distintas ocasiones y que fueron de obligada interpretación para todos los coros: Melodías antillanas, Dejadme y la obra de polifonía Sueños de paz, compuesta por encargo del Patronato.

Volviendo a mi madre, escritora empedernida, aparte de Vista Alegre, viajera incansable, empezó a viajar con Girona, que organizaba viajes por toda España. Escribía las crónicas de viaje, recogía recuerdos, postales, recortes, entradas... Con todo ello se organizó una exposición en la sala de exposiciones de la estación, donde está el Museo de Historia Natural. En estos viajes, allá donde fuera y en cualquier lugar, siempre había un momento para cantar una habanera.

Cuando escribía las crónicas del Certamen consultaba a mi padre, que, aunque no tenía estudios de música, realmente tenía un oído privilegiado; en las noches de Certamen hacía sus anotaciones en el programa y acertaba con los premios.

Cuando era «difícil» comentar la actuación de determinados coros desde el punto de vista técnico, se limitaba a describir elegantemente el atuendo de los coralistas: los bordados, las puntillas, los trajes...

Hace aproximadamente un año, el Patronato, a través de Aurelio y Antonio, me propuso adaptar la versión que hemos escuchado de la habanera obligada Torrevieja es así para enviársela a los coros. La letra es de Mari Paz, mi madre, y la música de Mario Bustillo, con el que mantuve una gran amistad. Se trata de una letra superpublicitaria de Torrevieja, hecha con mucho cariño, en su afán por difundir la habanera, el Certamen y la ciudad. El Patronato, amable y cariñosamente, les ha rendido homenaje con la habanera obligada compuesta al alimón. El caso es que ambos nos dejaron casi al mismo tiempo. Mario, la víspera de Santa Cecilia de 2023, 21 de noviembre; y Mari Paz, el día de Año Nuevo de 2024, 1 de enero.

Es difícil reducir a unos folios una conferencia de más de una hora con imagen y sonido. Hay muchas vivencias, anécdotas, experiencias y otras historias transversales que no se pueden plasmar en tan poco espacio. En cualquier caso, espero que estas líneas les hayan servido para conocer un poco más la figura de Mari Paz Andreu y su vinculación en todos los campos de la cultura torrevejense.