Ya casi no duele.
Tan sólo acobarda
la soledad llevada desde siempre
colgada en la cobija de mis sueños,
y acompañada a ratos por algunos
dulces momentos tiernos.
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....
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Ya casi no quema.
Ardo en un fuego inquieto
que pegó sin costuras mis anhelos
y me disuelve en mares fluorescentes
que me dejan translúcida y serena,
aunque frágil por dentro.
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Ya casi no pienso.
Lo Que Es me contiene
y me aleja del mundo de las formas,
y juego a descifrar el universo,
entretenida con especulaciones
que me acercan al centro.
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Ya casi no pido.
Le doy la bienvenida
a lo que atrajo mi propio pensamiento
y acepto la lección que representa
mirarme en las carencias o conflictos
que ha de llevarse el tiempo.
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Ya casi no lloro.
Aunque quizá es mentira
que a veces no me invada el desaliento
y, cuando la incomprensión me paraliza,
mute el asombro en lágrimas amargas
que me como en silencio.
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Ya casi no espero.
Ni víctima ni esclava,
me desprendo del yugo del deseo,
mirando agradecida lo que tengo,
y abriéndole la puerta a la sorpresa,
sin culpas ni lamentos.
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Y si ya….
No duele, ni quema,
ni pienso, ni pido,
ni ya casi lloro, ni apenas espero..
¿Será el crecer algo de tal desconcierto
que diluya y relaje el empeño
de estar vivo o muerto?
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