Genealogista. Divulgadora histórica e investigadora
En publicaciones anteriores se ha hecho especial hincapié en la figura de Concha Boracino Calderón, mujer que presidió el Cantón de Torrevieja en una época en la que la mujer estaba vetada prácticamente en todos los oficios, reservados a los varones. Pero ¿qué fue de ella?
María Concepción Boracino Calderón (2-12-1829) era hija de Giuseppe Boracino, comerciante genovés, que llegó a España, concretamente a Torrevieja, a través de Gibraltar, donde recaló un tiempo. Ya en nuestra zona, conoce a su futura esposa, Josefa Calderón Lorenzo, nacida en La Mata y perteneciente a una de las familias de comerciantes de la zona.
En 1849, Concha se casa en Torrevieja con Tomás Parodi Pérez, torrevejense, que sitúa su origen también en Génova, patrón y armador de buques, muy imbuido en la política local. Como lo estará también nuestro personaje y uno de los hijos que tendrán en común.
En plena Revolución Cantonal, el 12 de febrero 1873, Concha Boracino, ya viuda, proclama la República en Torrevieja y meses más tarde, el 19 de julio, proclama la independencia del gobierno de Madrid al Cantón de Torrevieja, movimiento de corta duración y muy duramente reprimido desde el gobierno central republicano. Pero ¿qué fue de ella?
La última referencia que encontramos de Concha viene en la partida de matrimonio, en Cartagena, de su hija Soledad, con su sobrino Julio Casciaro Boracino, hijo de su hermana Carolina, en marzo de 1887.

Pero sigamos los pasos tras la represión de «La Gloriosa». Tanto ella como su familia fueron clave en el exilio de alguno de estos dirigentes, como fue el caso de Antonio Gálvez Arce, «Antonete», presidente del Cantón de Cartagena, que fue escondido en casa de Concha hasta que pudieron ponerlo a salvo en Orán en uno de los barcos de su marido, ya fallecido, Tomás Parodi.
Teniendo como premisa estos datos, no es extraño pensar que ella misma hubiera salido de España con el mismo destino, ante la incertidumbre política y la persecución que se estaba viviendo.
Como hemos visto unas líneas más arriba, en 1887 acude a la boda de una hija en Cartagena, lugar donde su hermana Carolina tenía fijada su residencia. Pero ¿de dónde venía Concha? ¿Mantuvo un perfil tan bajo que, aun permaneciendo en España, no dejó ninguna pista que la sitúe en nuestra zona? ¿O ya estaba en Argelia? Allí mantendría sus contactos con comerciantes, patrones y armadores con los que su difunto marido, y posteriormente su hijo, tenían tratos.
Es algo improbable que volviera a Italia, dado que poca familia cercana podría quedarle.
La búsqueda se centra en Argelia, Gibraltar e Hispanoamérica, donde años más tarde encontramos varios familiares, algunos en Méjico. Pero ¿cómo pudo llegar?
Buscando en los registros españoles no hay ninguna referencia a ella como pasajera, pero ¿y si no se hubiera inscrito con su nombre original? ¿Y si hubiera tomado el apellido de su marido o su segundo apellido?
Encontramos una pasajera con nacionalidad francesa (en aquel momento Argelia era colonia de Francia) en un barco italiano llamado Liguria, región a la que pertenece Génova, que llega a Buenos Aires el 11 de diciembre desde Liverpool, acompañada por un gentleman de nombre desconocido, pero ambos de apellido Calderón. Si bien es cierto que la edad que figura en el embarque es de 47 años, cuando en realidad debería tener 68, también es cierto que era costumbre quitarse años. Pero ¿tantos?

Otra de las hipótesis que seguimos es que, residiendo en territorio extranjero, hubiera contraído segundas nupcias y hubiese cambiado de apellido, haciendo aún más complicada nuestra investigación.
Pero dejemos al lector barajando los posibles destinos de esta mujer, que, rompiendo tabúes, supo conquistar un terreno que las mujeres de aquella época sólo habían podido soñar. Así pues, ¿qué fue de ella?
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