Revista Cultural Digital
ISSN: 1885-4524
Número 72 - OtoƱo 2023
Asociación Cultural Ars Creatio - Torrevieja

 
Miradas apasionadas para verte (ganador foto 2) Miria Teresita Baschini

 

Te vi en mis sueños. No te conozco, pero te vi, con tus perfectas geometrías de cuadrilátero. De pie junto al mar. En silencio, con tu torre y tu faro. Presiento que existen miles de maneras de verte, y sólo es posible contar unas pocas, para que mil palabras alcancen.

Si te veo con la mirada de apasionada por la vida y la biología, veo al cerco que te rodea como el sitio perfecto para posarse las aves. Y las que libremente vuelan sobre tu torre, en sutil formación, cual vigías de tu territorio. Han conquistado tus techos, armando en algunos sitios sus nidos. En una tierra sin árboles, te has convertido en refugio y protección. Torre de observación y domicilio. Perfecto pequeño universo para proteger la nueva vida que crece en cada primavera en los refugios del tejado. E intuyo que mucha más vida se esconde, sin ser vista, en ese árido entramado que te abraza.

Si te veo con mis ojos de apasionada por la geografía no deja de asombrarme el agreste paisaje que te rodea, con esa vegetación achaparrada, que expresa abiertamente tanto la escasez de agua como la sobredosis de vientos, a los cuales casi puedo escucharlos susurrar. Resulta notoria la extensa sombra de los bajos pastizales, la fachada lateral tan iluminada, mientras que la frontal se nota más oscura. Sólo podría tratarse de una imagen tomada durante el primer o el último momento de intensa luz del día, cuando el sol ya se encuentra muy cerca del horizonte. Apuesto que se trata del amanecer, porque la vida parece cobrar fuerza en el vuelo de las aves. Con un cielo gris, que, si fuera de tormentas, ha de haber dejado una perfecta abertura para que toda la luz del sol llegue a impactar sobre tu estructura, tal como si fueses el artista principal ingresando a la escena de una gran obra de teatro. Y entonces, si mis ojos no me engañan, puedo convencerme de que esa fachada luminosa mira hacia el este, dándole la bienvenida al nuevo día. Y percibo que sería un amanecer fantástico, si pudiera ser observado desde esa ventana, justo a la que es posible asignarle el número dos, sin importar desde dónde se comience a contar. Y no me quedan dudas, aun sin verlo, de que te rodea el mar, el que traslada en sus olas el viento y morigera el clima. Aquel en el cual navegan las embarcaciones a las que has de anunciarles que deben cuidarse de la presencia de la costa que señalas y vigilas.

Si te veo con mis ojos de apasionada por la astronomía, conjeturo que tu faro no siempre ilumina, y en esas oscuras noches puedo imaginarme la maravilla de los cielos nocturnos que te cubren. Las conjunciones entre Venus, Júpiter y Marte, las hermosas fases de la luna y las ocasionales lluvias de estrellas fugaces engalanando las alturas. Y todas las constelaciones, que probablemente nunca han de ser vistas desde el lejano sur del mundo en el que habito, desplegadas cual tapiz creando dibujos sobre tu cumbre.

Si te veo con mis ojos apasionados por los matices y colores veo tu señorial figura, con sus contrastes, y sólo tonalidades en ocres y pasteles para cubrirte, que lucen tan diferentes según cómo el sol las ilumina. Claros y oscuros combinados, dibujando prolijamente cada esquina, cada borde de cada ventana. Separando y al mismo tiempo conectando el diseño en su totalidad. Sumergido en ese cielo gris, con unas pocas nubes aún más grises. Con esas aves danzando, que con sus blancos y negros lucen cual esbeltas gaviotas. Y esos pastizales entre ocres, verdes y grises, enmarcando, junto a la calada cerca, tu geografía.

Si te veo con mis ojos de apasionada por la arquitectura veo tu perfecta cuadratura, tus meticulosos detalles repetitivos en las paredes y en las ventanas, en el piso de abajo y en el de arriba. Tres ventanas en cada nivel de cada fachada ha de haber sido el diseño, siendo sólo una de ellas reemplazada por una amplia puerta para poder ingresar al interior del edificio. Han de ser pequeñas, pero lograron simular sus dimensiones con sus amplios contornos de color más oscuro. El diseño de la parte superior de la planta principal, combinando pasteles y ladrillos, aparenta ser la parte más alta del muro de un castillo. Y por encima, tímidamente asoma una solitaria chimenea. El arco romano se repite en cada cara de las paredes de la torre, iniciando desde la ventana de dos postigos para desde allí elevarse. Arco que imita, en la parte superior, al centro de una flor recortada por su justa mitad, desde donde asoman y expanden nueve armoniosos pétalos. Coronado por el barandal metálico, que se asemeja bastante a una corona de reyes, que cual perla de joyería luce sobre ella a una curiosa gaviota. Luego, la última frontera de la estructura, el soporte circular, primero compacto, luego vidriado, para sostener a la media esfera en la parte más alta (que se asemeja a medio globo terráqueo), cual cápsula del tiempo que contiene al faro. La aparentemente frágil escalera, productora de vértigo, seguramente permite a los más valientes acceder hasta lo más alto, donde vive prisionera de su destino la veleta con sus puntos cardinales.

Mil palabras pueden ser pocas o muchas. Las mías son como mil pasos para llegar desde mi sueño hasta tu portal, porque, a pesar de no haberte visto nunca en donde habitas, ahora que puedo verte en esta imagen, te recuerdo. Te vi en mis sueños, allí estabas cuando, unos meses después de su muerte, volvió una noche mi padre. Marinero en su juventud, enamorado del mar toda su larga vida. Me lo dijo, vino para despedirse, de pie justo al otro lado de una pequeña muralla, para contarme que embarcaba y ya no volvería. Y no sé, precioso faro, si en ese sueño de despedida estabas del lado de la que se quedaba o del lado del que se iba.

 

Miria Teresita Baschini (Neuquén, Argentina)