Pedro Gómez Mateo
Graduado en Ingeniería de Minas
SEGUNDA PARTE (continuación de la primera)
2.3. PRIMERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
La primera gran revolución industrial del sistema productivo se desarrolla a partir del año 1841, en que el marqués de Salamanca, banquero malagueño que llegó a ser ministro de Hacienda, propone al Estado, que explota directamente las salinas de Torrevieja, el arrendamiento por cinco años comprometiéndose a abonar anualmente el doble de la renta que éste obtenía.
La inmediata acción que toma es acabar con el incesante contrabando de la sal, para lo cual, dicen, contrató a los mejores contrabandistas como vigilantes. Pero la realidad es que desarrolló ideas revolucionarias en el sistema productivo que, con la experiencia adquirida, fue mejorado y establecido por el ingeniero Sergio Suárez en 1865, siendo la base del sistema de explotación hasta nuestros días.
Inicialmente, se vuelve a introducir agua de mar por el acequión que se había construido para la piscicultura, con lo que se mantiene una cantidad de salmuera sobre la capa de sal del fondo, que impide, en caso de lluvias, su disolución, y sobre todo permite el transporte de la sal hasta las orillas con medios flotantes, consistente en unos cajones de madera a modo de barcazas, evitando así la entrada de caballerías a la laguna con la considerable mejora de calidad del producto, amén de la mayor rentabilidad del proceso.
Asimismo, el sistema de recolección o extracción pasa a depender de dos trabajadores, el primero de los cuales, por medio de dos ganchos denominados «paletas», extrae una laja de sal del fondo y la pone a disposición del segundo, que la remueve en la propia salmuera para quitar en lo posible el barro e, inmediatamente, la introduce en uno de los cajones flotantes para su traslado a tierra firme, operación para la cual se utilizaba a los más jóvenes, que iban tirando de la barcaza hasta el lugar de descarga.
También se fabricaba una sal de extraordinaria calidad, aunque en mucha menor cantidad, que consistía en clavar en el fondo de la laguna trozos de juncos, sobre los cuales cristalizaba la sal sin contacto alguno con el barro del fondo, obteniendo así una especie de «pirulí» de sal blanca y cristalina (grumo de sal), que se metía en cajones y se exportaba como una mercancía de alto valor, llegándose a obtener una producción de unas 2.000 toneladas anuales, que era una enorme cantidad para la época y debía reportar suculentos ingresos.
Durante los cinco años de arrendamiento del marqués de Salamanca, además de pagar al Estado el doble de las rentas que obtenía anteriormente, obtuvo como ganancia una significativa suma de dinero con la que fue capaz de desarrollar un nuevo barrio en Madrid, el más caro de la capital actualmente. También tuvo capacidad económica para construir el segundo ferrocarril de España, que unía Aranjuez con la capital del reino.

Grumo de sal
2.4. PRIVATIZACIÓN DE LA EXPLOTACIÓN SALINERA
Después de este arrendamiento, la explotación pasa por diversas vicisitudes sin cambiar apenas el sistema productivo, hasta que en el año 1898, casi tres décadas después del enajenamiento de casi todas las salinas del Estado, se consigue el primer arrendamiento a una sociedad privada, la Sociedad Anónima Compañía Arrendataria de las Salinas de Torrevieja.
Esta sociedad, en sus 25 años de arrendamiento, mejora el sistema de transporte en la laguna mediante la instalación de un cable motorizado para el remolque de barcazas al lavadero, construye un moderno sistema de «lavado» de la sal (eliminación de impurezas), mecaniza parcialmente el sistema de apilamiento que empleaba a la mayor parte de los trabajadores y era un sistema de trabajo durísimo, e instala una planta de molturación mediante molinos de piedra accionados por motores eléctricos que venían a sustituir a los molinos de viento, ajenos a la explotación, que realizaban estos menesteres.
Finalmente, la «Compañía» (como era conocida popularmente la empresa entre trabajadores y vecinos de la ciudad) tiende una línea de ferrocarril desde la de Torrevieja-Albatera hasta las salinas, y otra desde las salinas hasta el muelle de embarque para el transporte de sales (gruesa y refinadas) sustituyendo a las caballerías, que hasta entonces realizaban esa tarea.
La producción media en este período debía estar sobre las 200.000 toneladas anuales, más que duplicando la del primer arrendamiento.
En el año 1923 se concede un nuevo arriendo, que se subroga casi inmediatamente en Unión Salinera de España S. A., que lo mantendrá hasta 1951. Durante este período mejoran las duras condiciones laborales de los trabajadores a la vez que se incrementan la productividad y la calidad, para lo que se construye un moderno lavadero, obteniendo una mayor rentabilidad pese a las adversas circunstancias de las guerras civil y mundial y el período autárquico que sufrió nuestra patria.
Los procesos de molturación y envasado mejoran sustancialmente obteniendo nuevos elaborados de mayor valor añadido y adaptados a las necesidades de los clientes. Se desarrollan máquinas para recolectar la sal, «volvedoras», y comienza el arrastre de las barcazas con remolcadores, reduciendo considerablemente el esfuerzo humano y evitando trabajar en «húmedo» con partes del cuerpo en el interior de la salmuera.

Primitiva máquina recolectora de sal cargando barcazas
(Continuará)
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